“En las manos de Dios” dijo mantenerse el obispo Juan Barros, ante el contexto actual de la Iglesia Católica que podría terminar con su salida de Osorno.

El prelado reapareció en la escena pública, y llegó hasta la Casa de Retiro Betania, en la población Kolbe Alto, donde se reunió con sacerdotes, diáconos y monjas, en una reunión que definió como habitual y que no fue motivada por alguna situación en particular, pese a que se presume que la próxima semana podrían llegar a Osorno los enviados papales a revisar precisamente su situación.

En todo caso, sostuvo que aún no recibe confirmación oficial de que Charles Sciclunna y Jordy Bertomeu llegaran a la ciudad, aún cuando sostuvo que espera sea un buen tiempo.

Respecto a su estado, Barros se encuentra bien de salud y de ánimo a simple vista, pese al conflicto en el que ha estado envuelto desde hace más de tres años.

Fueron escuetas las palabras del aún obispo de Osorno, quien descartó ahondar en los temas coyunturales que vive la iglesia católica hoy en día y que lo tuvieron como epicentro durante años.

Cerró entregando bendiciones y agradeciendo la entrevista, pero nada más.