"Es irónico porque el lugar de Primera Dama es muy visible, pero lo que había dentro era poco visible (…) era una oportunidad porque tenía muchas zonas grises", dijo la socióloga.

En conversación con la Revista Vein, la excoordinadora sociocultura de la Presidencia, Irina Karamanos, se refirió a su paso por La Moneda durante la administración del presidente Gabriel Boric.

Recordemos que la socióloga ocupó el cargo de Primera Dama desde el inicio del actual Gobierno. Posteriormente, en noviembre del recién pasado año de 2023 se dio a conocer la ruptura con el jefe de Estado.

Sobre eso, Karamanos indicó que su primera aparición pública “es como pareja de un Presidente. Que eso sea la definición de quien eres socialmente, es tremendamente interesante, desafiante y difícil también”.

A continuación dijo que “se construye una imagen de pareja presidencial en el poder, muy tradicional. Es como la versión profesional de ser pareja. La primera dama, además de muchas otras cosas, está a cargo de profesionalizar su relación y eso es bien cuestionable”.

Consultada por si dejó de lado muchas cosas para desempeñar su rol, la activista feminista respondió “todo. Me concentré 200% en mi nuevo compromiso político, que sabía que era por un tiempo acotado”.

“Por ejemplo, no pasó un día en que no volviera a mi casa -siempre tarde- a leer teoría sobre lo que estaba haciendo, leer historias de otras Primeras Damas, leer teoría de género”.

Además, complementó que “es irónico porque el lugar de Primera Dama es muy visible, pero lo que había dentro era poco visible (…) era una oportunidad porque tenía muchas zonas grises”.

“Esa frase me terminó convenciendo de ingresar, investigar y reducir todos los espacios de arbitrariedad que encontrara para alivianar un lugar tan alto en la política de nuestro país”, añadió.

Irina Karamanos: “Solamente usé el poder para ir desarmándolo”

Sobre el vínculo con el poder, la exprimera dama sostuvo que con la responsabilidad estuvo en una posición “muy atenta, tensa e incómoda con tener poder”.

“Tengo una convicción democrática muy fuerte, entonces yo misma consideraba que era ilegítimo estar allí por más tiempo de lo estrictamente necesario. Me iba dando cuenta de lo mucho que se puede hacer con esa posición jerárquica y a la vez decidía no usarla; solamente usé el poder para ir desarmándolo”, dijo.

Por lo que asumió el desafío “para poder desvestir la reiteración de esa figura y ese lugar. Cualquier persona que le dan poder y quiera hacer el bien, el lugar de Primera Dama es perfecto porque se pueden efectivamente hacer muchas cosas buenas”.

“El tema es ¿por qué esa persona? Y la respuesta es simple y llanamente porque es pareja del Presidente. Y ese es el pecado original del cargo si uno se pone lentes del siglo XXI”, planteó.

Lo anterior, a su juicio, porque “hoy en día tenemos ministerios que hacen las políticas sociales, de género y sobre los temas que tradicionalmente se asocian a las Primeras Damas”.

“Pero sobre todo porque hoy podemos votar por líderes mujeres, en cambio una Primera Dama no es una figura electa. Ser pareja de alguien no es haber sido electa, y si no fui electa para gobernar no voy a gobernar”, agregó.

Finalmente, dijo que su convicción “tuvo que ver con valores democráticos, no con caprichos. Algunas personas pueden pensar que salir de la figura de Primera Dama es un rechazo personal a un privilegio dado, yo creo que es un decidido rechazo político a un poder que no pertenece”.