"La dictadura transformó este país en un país segmentado en clases sociales estancas y en democracia eso se reprodujo automáticamente con cero o muy poca movilidad social", señala Redolés, quien estuvo nueve años, nueve meses y diecinueve días exiliado.

Hace poco más de una semana la Corte de Apelaciones de Santiago confirmó el fallo que ordena el pago de una indemnización a Mauricio Redolés por daño moral, como víctima directa de torturas y vejámenes durante la dictadura.

En entrevista con BioBioChile, Redolés reflexiona lo que fue vivir lejos de Chile tras ser condenado a la pena de extrañamiento.

“El exilio no debe confundirse con la emigración, por motivos económicos e incluso políticos. En mi caso fui condenado a extrañamiento en un Consejo de Guerra llevado a cabo por la Armada de Chile el 10 de enero de 1975”, explica.

“Cuando se habla del exilio, no se especifica que hubo tantos tipos de exilio como cantidad de exiliados. El exilio no es lo mismo para un médico que para un obrero, no es lo mismo para alguien que está en Argentina en 1975 -a punto de entrar en una dictadura- que a estar en Italia o en Inglaterra”, asegura.

“En mi caso particular, yo estuve nueve años, nueve meses y diecinueve días exiliado, y por lo menos durante nueve años viví arrendando piezas en casas en que compartía el baño y la cocina con personas desconocidas”, detalla.

Durante su estadía fuera de Chile, Redolés se dedicó a dar charlas contando su experiencia como ex-preso político, o formando grupos musicales de música folclórica latinoamericana o cantando como solista.

“Ante la comunidad chilena y latinoamericana algunas veces leía mis poemas. Aproveché de estudiar sociología en The City University obteniendo el grado de “Bachelor of Science with Honours in Sociology” en 1982. Publiqué dos poemarios y dos libros de poesía (entre 1978 y 1985), y grabé dos álbumes con mis canciones y poemas (en 1978 y en 1985). En esos años escribí poesía, compuse canciones y me inicié en la escritura de crónicas”.

“Pocas veces se reflexiona en términos de qué nos cambió como país la dictadura”

Para él, estar lejos de Chile fue determinante en su arte. “Sin dictadura, ni yo, ni usted seriamos los mismos”, reconoce.

En ese sentido, reflexiona sobre cómo nuestro país surge después de diecisiete años de dictadura.

“Las múltiples fracturas y traumas que ocasiona la dictadura fascista de Augusto Pinochet y Jaime Guzmán nos deja con un país con la tarea de recuperarnos de esos golpes tan fuertes. Fuertes como esos versos de César Vallejo que dicen: Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!”

“Pocas veces se reflexiona en términos de qué nos cambió como país. No se trata de mecánicamente echarle toda la culpa a la dictadura, no son procesos tan vulgares, los que dan cuenta en forma real y precisa del daño de la dictadura. Son procesos mucho más complejos los que enraizados de diversos modos nos entregan como resultado el Chile de hoy”, dice.

“Por ejemplo, ¿Cómo ha afectado a la educación chilena las medidas que con gran voluntad han pretendido democratizarla? Y en el fondo, muchas de esas medidas han contribuido a la destrucción de la educación pública. En otras palabras, recordemos que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. No me cabe duda las buenas intenciones de terminar con las políticas excluyentes del sistema educativo. Pero la política del sistema de admisión escolar actual está destruyendo la educación pública”, reflexiona.

“Muchas veces se dice que esto se hace para que sectores con menos ingresos puedan ingresar a liceos de calidad. Correcto, comparto esa política en ese sentido, pero al decir sectores de menores ingresos se usa como sinónimo el pueblo. Pero esa generalidad no diferencia entre el pueblo trabajador y sectores del lumpen que no les interesa la educación, y que también son pueblo”, señala Redolés.

“¿Y por qué ocurre esto? Me temo que ocurre porque los que diseñan estas políticas educacionales no conocen la realidad del pueblo. No saben cuanto ha permeado el narcotráfico y la delincuencia a los sectores populares. Y no lo saben porque esta intelectualidad que diseña los sistemas públicos de educación, transporte, salud, etc. Tienen a sus hijos en colegios privados, andan en auto y se atienden en clínicas privadas. Esa “elitización” de las políticas públicas y de la política en general va más allá de la izquierda y la derecha”, sentencia.

“La dictadura transformó este país en un país segmentado en clases sociales estancas y en democracia eso se reprodujo automáticamente con cero o muy poca movilidad social. Muchas veces se ataca a los jóvenes anarquistas, a los “overoles blancos” que van a la cabeza junto con los burócratas a terminar con la educación pública. Los jóvenes anarquistas no son hijos de la dictadura, son nietos y bisnietos de la dictadura. A su vez, los burócratas del aparato estatal son nietos de la dictadura e hijos de la democracia concertacionista”, apunta.

Para Redolés, la dictadura sigue siendo una herida abierta en la sociedad chilena.”Y lo peor es que no hay una conciencia mayor en la sociedad como tal de esa herida”, enfatiza.

“Por ejemplo, para el “estallido social” se vio a las barras bravas en Plaza Dignidad. Algún comentarista de pocas luces decía, las barras bravas están por el cambio social, por la revolución, etc. Sin embargo, Juan Cristóbal Guarello en el programa Días Contados del canal Vía X nos recordaba que varios sectores de las barras bravas eran pinochetistas”, ejemplifica.

Redolés: “El Golpe de Estado lo dan empleados públicos”

En ese sentido, apuntó a la deuda del Estado con las víctimas de la dictadura.

“Recordemos que el Golpe de Estado lo dan empleados públicos ¿Acaso el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros no eran pagados por el dinero del Estado?”, resalta.

“Muchas veces se habla de las Fuerzas Armadas y Carabineros como de ángeles impolutos que han venido desde el cielo a la tierra a ayudarnos. Esto es tan patético que cuando hay una catástrofe nacional, como grandes incendios, terremotos, maremotos, tsunamis, inundaciones, y actúan realizando labores de contención, salvataje, recuperación, reparación, en los sectores dañados, aparecen presidentes y presidentas de la República, honorables parlamentarios y parlamentarias, alcaldes, ministros, etc, “agradeciéndoles” por sus acciones. ¡Pero si ellos no están haciendo ningún favor al llevar a cabo esas tareas! ¡Se les paga por ellas, se les da vivienda, salud, previsión en condiciones inmejorables con respecto al resto de los empleados chilenos! Y al agradecerles se da la impresión que ellos realizan esas acciones de buena persona y no porque sea un deber de Estado”, sentencia.

“Llamo a todos los hombres y mujeres que alguna vez fueron secuestrados y secuestradas, torturados y torturadas, encarcelados y encarceladas, por funcionarios y funcionarias del Estado de Chile a ejercer el derecho de exigir al estado reparación, y el castigo a los y las culpables”, concluye.

“Finalizo esta entrevista agradeciéndole a la abogada Karinna Fernández y al abogado Luis Pérez Camousseight que me representaron en estos trámites en tan buena forma”, concluye.