La situación país ha afectado a todos de una u otra manera, determinando también una nueva forma de trabajar e interactuar con los demás. Quedarse en casa ha obligado a la organización de beneficencia María Ayuda a llevar a cabo su tradicional colecta anual de manera digital, pues este año no podrá salir a las calles a recaudar los $100 millones de fondos que necesita para continuar con su funcionamiento.

Esta es la última semana de campaña, la cual lleva el nombre “mes de Mayu, el mes de María Ayuda” y la manera de aportar es a través de su página web o bien depositando en la cuenta corriente del Scotiabank Nº 71.80000-02, Rut: 71.209.100-2.

Son más de 500 niños, niñas y adolescentes los que acoge María Ayuda anualmente a través de sus 17 programas, quienes han sido víctimas de maltrato, abuso, negligencias y vulneración de sus derechos y que, a través de la orden exclusiva de un juez, buscan ser tratados en residencias o a través de programas de ayuda ambulatorios.

En el escenario actual en que nos encontramos, con un estallido social aún latente y una pandemia que nos ha obligado, por nuestra salud, a quedarnos en casa, es un desafío para organizaciones sociales como María Ayuda replantearse actividades tan clásicas como la colecta nacional.

María Ayuda cuenta con 400 colaboradores a lo largo de Chile, donde 360 de ellos, trabajan directamente en las residencias con los niños y niñas. El resto corresponde a la dirección y trabajo administrativo de la corporación.

“Es difícil calcular el gasto exacto que genera un niño o niña de las residencias de María Ayuda, pero si se traduce en el trabajo de las tías, los equipos profesionales como psicólogos, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales, las horas de psiquiatras, la mantención de infraestructura, servicios básicos, alimentación, vestuario, medicamentos y otros gastos normales de cualquier familia, se podría llegar a un millón de pesos por niño al mes”, comenta Jorge Gómez, director comercial de María Ayuda.

Hoy, los potenciales socios están en cuarentena y con demasiada incertidumbre del futuro económico. “Las empresas, en escenarios de reducción de presupuestos, despido de trabajadores y cierre obligado de la entrega de bienes y servicios. Es por ello que pedir que se unan a esta maravillosa causa de romper el círculo del maltrato y lograr el desarrollo de personas libres y solidarias, puede ser muy difícil”, agrega.

Cabe destacar que los socios de la institución financian un poco más del 50% de los costos de operación de los 17 programas de María Ayuda, y la colecta es parte importante de ese total.

“Los ejecutivos de captación de fondos de nuestra corporación de beneficencia han continuado con su importante labor, trabajando desde sus casas, por autocuidado y para no exponer a otros, pero lo cierto es que ellos están acostumbrados a visitar a socios y potenciales socios. Moverse mucho. Hoy están haciendo un trabajo telefónico desde sus casas, pero aún el sistema de recaudación de los bancos exige presentar papeles físicos y firmados por los colaboradores. No pueden ser digitalizados y eso, en un estado de cuarentena y de distanciamiento social, dificulta mucho el trabajo”, explica Jorge Gómez.

“Entendemos que hay muchos que no podrán aportarnos. Pero confiamos en que son aún más los que, con esfuerzo, pueden aportar, porque los niños, niñas y adolescentes de María Ayuda siguen necesitando de nosotros para poder sanar sus vínculos y crecer como personas íntegras para construir una sociedad mejor”, finaliza.