La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su nombre en inglés) ha advertido que hay un extraño tipo de cáncer que se asocia a los implantes mamarios, y que ya ha ocasionado 9 muertes en los últimos 6 años.

Contrario a lo que muchos podrían creer, no se trata de un tipo de cáncer de mama, sino que es el llamado linfoma anaplásico de células grandes (ALCL).

Esta patología puede afectar a la piel o a los ganglios linfáticos ubicados alrededor del implante mamario, pues ataca a las células del sistema inmune.

Si bien este cáncer es muy raro, “toda la información hasta la fecha sugiere que las mujeres con implantes de mama tienen un muy bajo, pero aumentado riesgo de desarrollar ALCL, en comparación con las mujeres que no tienen implantes de mama”, informó la FDA, de acuerdo al canal CNN.

La primera vez que la agencia planteó la posibilidad de que este cáncer estuviese relacionado con los implantes mamarios fue en 2011.

En ese entonces, la entidad comenzó una investigación más profunda al respecto, cuyos resultados fueron ahora revelados.

El informe final indica que en los últimos 6 años, han identificado al menos 359 casos documentados de posible cáncer relacionado con implantes de mama.

De esas 359 personas, en 231 pacientes pudieron acceder a una información más detallada de su cirugía, llegando a la conclusión que 203 poseían implantes cuya superficie tenía textura, mientras que 28 eran con superficies lisas.

Qué hacer si tienes implantes mamarios

Como ya dijimos, este cáncer es extremadamente raro. Según cifras de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos y la Fundación de Cirugía Plástica, al año son menos de 10 las personas con implantes de mama que son diagnosticadas con esta patología, y la incidencia es de 1 paciente entre 300.000.

Esto quiere decir que la mayoría de estos procedimientos son relativamente seguros. Aún así, es recomendable informarse con un médico respecto a todos los riesgos que éstos conllevan.

Para detectar un eventual cáncer se deben realizar resonancias magnéticas, las cuales permitirán ver si los implantes tienen alguna ruptura, así como las mamografías de rutina, que cada mujer debería realizarse al menos cada uno o dos años.

Además, los pacientes pueden pedirles a sus médicos que, cada cierto tiempo, analicen si ha existido algún cambio en la condición de los tejidos que están alrededor de los implantes, lo cual podría indicar una anomalía.