“Soy una mujer feliz, entonces ¿por qué fantaseo con el abuso sexual?”, así lo planteó una chica de 20 años, que afligida escribió a la psicóloga británica Mariella Frostup buscando una respuesta.

“Me considero muy independiente con una vida sana, normal y feliz. Hace unos dos años comencé a ver pornografía. Ni siquiera sabía qué buscar, entonces comencé a desarrollar mis propios gustos y buscaba cosas específicas. Lo que me preocupa es que mis búsquedas son para simulaciones de abuso, algo que no refleja en absoluto lo que siento sobre el tema. Odio la cultura del patriarcado y la violación“, explicó la chica.

“Otro tema que me preocupa es que ahora, al tener relaciones sexuales con mi novio, invento historias de abuso y las desarrollo en mi cabeza para alcanzar el orgasmo. No me gusta representar esas fantasías, me gusta sentirme amada cuando tengo relaciones sexuales. Siento que nada de esto es saludable ni nutritivo para mi desarrollo personal. ¿Es realmente algo digno de preocupación?”, añadió.

La respuesta de la experta

Ante esto, Mariella -quien es una terapeuta experta en salud sexual- escribió una columna en el diario británico The Guardian donde explicó lo que hay detrás de fantasías como éstas.

“Muchas mujeres (y hombres) tienen fantasías similares y, como ya te has dado cuenta, no significa que quieran que se hagan realidad. Tampoco significa que haya algo malo en ti o que esto anule a todas las demás cualidades más sanas que hay en tu vida y personalidad. Las fantasías, como los sueños, son generalmente un escape para las emociones y las corrientes psicológicas que no podemos o no queremos incluir en nuestra experiencia cotidiana. Qué suerte de tener cerebros que puedan conjurar los lugares a los que no queremos ir”, indica la terapeuta.

Frostup señaló que la violación es un acto que afirma el poder de la forma más violenta posible. “No es una coincidencia que sea la fantasía más común entre aquellos que controlan su vida cotidiana, en lugar de aquellos que enfrentan tales actos de violencia sexual como un peligro cotidiano. No es anormal ser estimulado por la idea abstracta de impotencia y subyugación”, señala la experta, indicando que “ciertamente no significa que cuando caminas por una calle de noche estás esperando que un hombre surja de entre unos matorrales y tome tu cuerpo por la fuerza”.

Linzi (CC) Flickr
Linzi (CC) Flickr

Por otro lado, la especialista comenta que una de las expresiones más íntimas de la sexualidad es el juego de roles con alguien en quien confiamos y deseamos. “No es un juego abierto a extraños, excepto en nuestra imaginación. Este es terreno complicado y es sólo con aquellos que nos sentimos más cercanos, con los que podemos incluso admitir a tales instintos. Ya sea fantasear acerca de perpetrar delitos sexuales o imaginar ser víctima, no significa que estamos pidiendo que suceda”, enfatiza.

Mariella dice que el pensamiento literal -de creer que toda persona que fantasea con algo desea que se cumpla, cuando en realidad no es así- es el mismo que asocia a una mujer promiscua con una invitación abierta a la violencia sexual, un escenario que aún se ve cuando a una víctima (generalmente femenina) de violación se le saca en cara su forma de vestir o su vida sexual activa y se asume que se lo buscó.

La experta, que ha publicado libros sobre sexualidad, dice que como adultos tenemos derecho a elegir. “Hay anhelos más profundos en nuestra psique que el pensamiento racional y es una visión restrictiva del feminismo y de la feminidad pensar que deberíamos ser incapaces de imaginar actos e ideas que nos lleven más allá del terreno filosóficamente aceptable”.

“Fingir que nuestros instintos son totalmente domesticables y explicables reduce el alcance de la experiencia humana. Controlar los deseos que no podemos racionalizar, o que nos abran a nosotros o a otros para hacer daño, es parte de nuestra responsabilidad como animales evolucionados. La evolución no es capaz de borrar los instintos con los que hemos sido imbuidos, pero tenemos poderosas herramientas para difundirlos y dirigirlos”, añade.

thephotographymuse CC Flickr
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La terapeuta dice que ella en lo personal no es fan de la pornografía porque hace literal lo que debe permanecer fantasía. “Al igual que todos los estimulantes, puede crear un hambre de llegar más lejos”, indica, respondiendo al caso de la chica que la consultó.

En el caso particular de la joven, Frostup dice que quizás vale la pena explorarlo con un experto, ya que podría revelar aspectos de su psicología que serían iluminadores y tal vez útiles para ella, pues los terapeutas existen para ayudar a traducir esos pensamientos. “Si estás preocupado o te sientes dominado por los deseos sensoriales con los que no te sientes cómodo, busca ayuda profesional”, afirma.

Por último, la experta cree que la cultura pop también influye mucho en estas fantasías. “En un mundo donde ’50 sombras de Grey’ ha vendido millones de copias, muchos lectores quieren imaginar una dinámica sexual dominante que ciertamente no están cumpliendo en la vida real, así que creo que te puedes relajar. Somos creaciones complicadas y explorar nuestras fantasías es tan vital como alimentar nuestros cuerpos, siempre y cuando no estemos causando daño a nosotros mismos o a otros”, plantea como conclusión final.