Muchas de nosotras sabemos que hay pocas tristezas como aquellas que vivimos tras el término de una relación. Y es que a veces la situación se torna tan traumática que nos come la desesperación por no saber qué hacer y comenzamos a autodestruirnos con cuestionamientos, acciones e incluso pensamientos.

Es una realidad que no podemos negar: cuesta entender por qué alguien nos deja de querer. Sobre todo cuando creemos que esto ocurrió “de un día para otro”. ¿En qué fallé? ¿Me habrá sido infiel? ¿Cómo no lo noté antes? ¿Será que nunca me quiso? ¿Si hubiera sido más cariñosa, se habría quedado? Y así nos vamos preguntando una y mil veces, arrastrándonos a la desdicha y a la negación.

Comenzamos a escuchar consejos desde todos lados porque lugar al que vas, llevas tu historia, que podría incluir un llanto en público. La necesidad de hablar del tema es tremenda y no ocupamos un filtro para ello. De repente nos convertimos en las protagonistas de una novela sin final feliz.

En ese primer estado, hay una serie de prácticas que SÍ solemos hacer, pero NO sirven, según sostiene Amalia Andrade, autora de “Uno siempre cambia al amor de su vida”. Éstas son:

-Enviar mensajes de texto más largos que una carta escrita a mano con las palabras “Te odio”, “Muérete”, y/o “Eres lo peor que me ha pasado en la vida”.
-Mandar mensajes de texto más largos que una carta escrita a mano pidiendo perdón por los mensajes anteriores.
Stalkear de manera compulsiva vía Instagram, Twitter, Facebook, Snapchat, etc.
-Sacarlo de todas las redes sociales en un arranque de ira y después volverlo a agregar.
-Ver cualquier película de amor y desamor.
-Intentar ahogarse en la tina

En cambio, recomienda, muy en su estilo, una lista de cosas que pueden funcionar para un momento así, “mientras se inventan una pastilla para olvidar o abren oficinas mundiales de Lacuna Inc.”.

-Ser indulgente en la medida adecuada. Ejemplo: comer helado y llorar con sus amigos = BIEN. Comer helado y llorar mientras stalkea a su ex = MAL.
-Distraerse en eventos sociales donde se sentirá miserable por dentro, pero ocupará su mente en otras cosas más allá de su dolor.
-Permítase habitar la tristeza (aquí la autora recomienda andar con lentes de sol oscuros a la mano, comprar rímel a prueba de agua y decir cosas como: “No estoy llorando, es que se me metió un camión de basura en el ojo”).
-Llorar, llorar y llorar más. Sus poderes serán invisibles, pero las lágrimas son sanadoras.

Bonus Track: Chocar el dedo pequeño de tu pie contra la esquina de la cama = mecanismo infalible para superar tristezas.

Al llanto le sigue la autodestrucción, el estado más complejo en este ya difícil proceso. A continuación el checklist de comportamientos autodestructivos propios de quien tiene el corazón roto, y que te ayudarán a entender en qué nivel “de cero a Britney Spears rapada en el 2007 estás”.

-Caer en la ociosidad de buscar el primer mensaje/teléfono en servilleta/ e-mail/comentario de instagram que la persona involucrada/directamente responsable de su corazón roto le envió.

-Hacerse un tatuaje (usualmente de una frase existencialista del tipo: “I don’t know the answer” o “This too shall pass” del cual se arrepentirá toda la vida.

-Oír en loop Someone like you de Adele (Si esta canción no aplica, inserte la canción depresiva de su preferencia).

-No bañarse por más de dos días.

-No cumplir con las promesas que se ha hecho a sí mismo.

-Comer una dona todos los días a las 4 de la tarde por un mes (aplica para chocolate, helado, gomita, o cualquier otro alimento alto en contenido calórico).

-Raparse la cabeza.

-Autoflagelarse con rancheras, boleros o cualquier canción de Ana Gabriel.

-Dejar de trabajar (por ver Netflix).

-Dejar de ver a sus amigos, esconderse de su editor, salirse del chat grupal (por ver Netflix).

-Ver Netflix hasta que aparece en pantalla la pregunta juzgona “¿Sigues viendo Netflix?”. Sí, sigo viendo después de seis horas porque el mundo apesta y no quiero hacer nada más.

-Dejar de comer.

-Stalkear virtual o físicamente, aunque la segunda opción es significativamente peor y raya en la conducta criminal.

-Olvidarse de la definición de amor propio

De acuerdo a la definición de autodestrucción, es hacernos daño de cualquier manera, ya sea física o emocionalmente, y alejarse decididamente de uno mismo, como hacernos las sordas, autosabotearnos. Decir “yo sé lo que estoy haciendo”, cuando en realidad no es así.

Es quedarse durmiendo hasta las dos de la tarde un miércoles. Es trabajar y trabajar para no pensar. Es hacerse daño a nivel emocional, crear relaciones tóxicas con cosas o personas, con lugares, con sentimientos que de tanto hacernos sentir mal nos hacen sentir bien.

Si bien la autora del libro reconoce que ésta es casi una parte inevitable del duelo, aconseja que el ser honesta con una misma y menos creativa a la hora de hacernos daño. En cambio recomienda practicar actividades físicas que nunca hayas realizado. Hacer yoga, meditar, encender velas, cantar, bailar, anotarse en algún curso para aprender un oficio nuevo, y comenzar nuevas rutinas de alimentación, son parte del proceso de sanación que sostiene Andrade.

Y tú, ¿de qué manera te autodestruiste durante el proceso post ruptura?