El secretario general de la ONU, António Guterres, hizo un llamado a la acción internacional para detener la escalada de violencia en el país más pobre del hemisferio occidental, un Estado en emergencia.

“Moun pam” (en criollo haitiano, “mi gente”), dice la italiana Annalisa Lombardo, directora para Haití de la organización benéfica alemana Welthungerhilfe, cuando se le pregunta por qué vive en Haití y nunca abandonó el país en los 15 que años que lleva allí, a pesar de todas las catástrofes que lo golpean.

Ahora, la oficina de su organización permanecerá cerrada en Puerto Príncipe por razones de seguridad.

Como en un conflicto armado

Una situación que se refleja en sucesos como el del lunes, cuando más de una docena de presuntos pandilleros fueron linchados en la calle y a plena luz del día.

Se trata de una espiral de violencia por la que António Guterres, secretario general de la ONU, pidió el despliegue de una fuerza de intervención internacional debido a que la situación “ha alcanzado un nivel comparable al de países en conflicto armado”.

Hace unas semanas, Welthungerhilfe, junto con otras organizaciones humanitarias como Care, Plan International y World Vision, envió un llamado desesperado a la comunidad internacional para pedir más apoyo.

En el suburbio Cité Soleil en Puerto Príncipe, esta mujer vive en una choza luego que las pandillas incendiaran su casa
En el suburbio Cité Soleil en Puerto Príncipe, esta mujer vive en una choza luego que las pandillas incendiaran su casa

“Sobre todo, estamos llamando a una intervención humanitaria internacional, restaurar el Estado de derecho es una necesidad”, indicó Lombardo a DW.

Hay que garantizar la seguridad de los barrios, algunos puntos estratégicos como las gasolineras y las principales vías”, concluyó.

Vivir por debajo del umbral de la pobreza

La mayoría de los 11,5 millones de haitianos dependen de la ayuda internacional. Según el Banco Mundial, casi el 90% de los haitianos vive por debajo del umbral de la pobreza, y uno de cada tres vive incluso en la pobreza extrema.

El cólera ha vuelto a expandirse, con un saldo de cerca de 670 muertos, y 35.000 casos de posibles contagios, y solo uno de cada dos hogares tiene acceso a un suministro básico de agua potable e instalaciones sanitarias.

La enviada especial de la ONU para Haití, María Isabel Salvador, voló a Nueva York para presentar la situación actual del país: “El número de homicidios denunciados aumentó en 21% entre el 1 de enero y el 31 de marzo”.

Además se registró “el aumento de secuestros en un 63 por ciento en el primer trimestre de 2023 en comparación con los últimos tres meses de 2022”.

Violaciones, secuestros, refugiados

En el informe se habla de francotiradores disparando desde los tejados o de una joven de 16 años violada por varios pandilleros a plena luz del día. También se habla sobre niños secuestrados cerca de sus escuelas, que luego transportan municiones, cargan armas o realizan ellos mismos atentados.

También de clínicas como el Hospital Albert Schweitzer, que atendía a unas 700.000 personas, pero tuvo que suspender sus servicios hace dos meses por la gran inseguridad.

Y de alrededor de 130.000 desplazados internos, dispersos por Puerto Príncipe, de cientos de mujeres embarazadas y lactantes que, después de huir a República Dominicana, fueron deportadas a Haití.

Bandas pandilleras, los nuevos gobernantes

El detonante de la situación de emergencia fue el asesinato en julio de 2021 del entonces presidente, Jovenel Moïse, en su residencia privada.

El actual gobierno interino del primer ministro y jefe de Estado Ariel Henry carece de apoyo popular.

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Las protestas son un hecho cotidiano y, según las autoridades haitianas, siete grandes bandas se han aprovechado del vacío de poder. Naciones Unidas estima que esas pandillas controlan el 60% de Puerto Príncipe.

Haití, en proceso de “somalización”

Annalisa Lombardo dice que no ha podido dormir durante los últimos días debido a los disparos, un hecho casi normal en la capital.

La directora de Welthungerhilfe en Haití cree que “nos estamos moviendo a una velocidad vertiginosa hacia el peor escenario posible”.

“Alguien aquí acuñó el término ‘somalización’ para describir la situación actual: una fragmentación del territorio junto con un fracaso total del gobierno. Con todas las consecuencias relacionadas con la pobreza y la violación de los derechos humanos”, concluyó.