Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia puede vetar cualquier resolución que condene su proceder en Ucrania. ¿De qué sirve entonces?, se pregunta el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky.

Ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en Nueva York, se exhibió la semana pasada un video de la guerra en Ucrania. Mostró “imágenes terribles”, según palabras de la embajadora británica, de víctimas fatales civiles en Bucha, a las puertas de Kiev.

En un discurso dirigido a los integrantes del Consejo, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, responsabilizó a Rusia de “crímenes de guerra”.

Si esa acusación se comprueba, no tendría sin embargo ninguna consecuencia en el gremio más influyente de la ONU, que cuenta con cinco miembros permanentes y otros diez temporales.

La razón: el acusado, Rusia, tiene derecho de veto.

Al igual que los restantes miembros permanentes -Estados Unidos, China, Gran Bretaña y Francia- puede impedir que se emita una resolución. Rusia ya lo hizo un día después de lanzar la invasión de Ucrania el 24 de febrero.

El Consejo había puesto a debate una resolución dirigida a acabar de inmediato con el ataque ruso. Moscú la vetó.

El Consejo de Seguridad de la ONU y la paz

De acuerdo con el artículo 24 de la Carta de las Naciones Unidas, los países miembros de la organización transfieren al Consejo de Seguridad “la principal responsabilidad por el resguardo de la paz mundial y la seguridad internacional”.

Pero ¿qué ocurre cuando uno de los propios miembros permanentes del Consejo desata una guerra?

“¿Dónde queda entonces la seguridad por la que debe velar el Consejo?”, preguntó retóricamente Zelenski.

Esto instó a los miembros del organismo a pensar en “excluir a Rusia, como agresor e iniciador de la guerra, para que no pueda seguir bloqueando decisiones sobre su propia agresión”.

Consideró también que, sin profundas reformas, el Consejo de Seguridad bien podría “autodisolverse” y la ONU podría “cerrarse”.

Rusia, excluido del Consejo de Derechos Humanos

La exclusión de Rusia del Consejo de Seguridad es prácticamente imposible, pero el país ha sido apartado o se ha retirado de otros gremios internacionales.

Tal como lo había hecho previamente el Consejo de Europa, también el Consejo de Derechos Humanos de la ONU suspendió hace pocos días a Rusia.

Pero no fue una decisión de consenso: 93 integrantes votaron a favor y 24 en contra, entre otros, Argelia, Bolivia, China, Corea del Norte, Eritrea, Etiopía, Irán y Siria. Se trata de países en los que Rusia tiene influencia o que, como China, actúan así por razones estratégicas.

La ausencia de Rusia del Consejo de Derechos Humanos no es un caso único. Bajo el gobierno de Donald Trump, Estados Unidos suspendió su participación en 2018, pero retornó en 2021, con Joe Biden.

El Kremlin no asigna mucha importancia al Consejo de Derechos Humanos, como reconoció el ex viceministro de Relaciones Exteriores ruso Andrei Fedorov.

“Para nosotros, lo más importante es naturalmente el Consejo de Seguridad, poder seguir presentes allí y exponer nuestros puntos de vista”, dijo a DW. Pero admitió que “existe el peligro de un creciente aislamiento de Rusia”.

Un espejo del mundo de 1945

“El Consejo de Seguridad está condenado a la insignificancia si un Estado con derecho a veto viola las reglas”, considera el politólogo Johannes Varwick, de la Universidad de Halle.

Pero hace notar que no es nada nuevo. Hasta el término del conflicto este-oeste, en 1989-90, “teníamos la misma situación: vetos recíprocos o amenazas de vetos de una u otra parte y, en consecuencia, una completa parálisis”, dice.

Zelenski, por su parte, demandó en un encendido discurso una profunda reforma. Afirmó, por ejemplo, que “todas las regiones del mundo” deberían estar “justamente representadas” en el Consejo de Seguridad. Pero esa demanda es tan vieja como el propio Consejo de Seguridad.

Los diez miembros temporales son elegidos por grupos regionales, pero los permanentes son los que tienen derecho de veto, lo cual les confiere una enorme influencia.

¿De qué sirve Consejo de Seguridad de la ONU, un tigre sin dientes
Archivo | DW

La composición de este estrecho círculo refleja la situación de hace casi ocho décadas: además de China, se agrupan allí las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial. En aquel entonces, muchos países del mundo se encontraban aún bajo un poder colonial, como la mayor parte de África.

Intentos fallidos de reforma en el Consejo de Seguridad de la ONU

Varias veces se ha intentado reformar el Consejo de Seguridad. Brasil, India y Alemania, por ejemplo, declararon en 2004 que se apoyarían mutuamente en sus esfuerzos por conseguir un puesto permanente.

También se ha planteado reiteradamente la idea de que la Unión Europea cuente con un asiento. Otra propuesta es la de eliminar el derecho de veto. Pero nada de eso ha prosperado.

Johannes Varwick cree que la reforma del Consejo es una empresa sin perspectivas de éxito.

“Simplemente no existe una fórmula con la que las cinco potencias con derecho de veto estarían de acuerdo y que, además, pudiera conseguir la necesaria mayoría de dos tercios en la Asamblea general”, indica.

Sin embargo, allí donde los intereses coinciden, el consejo de Seguridad ha conseguido siempre jugar un papel. “Y eso probablemente volverá a ser así alguna vez, después de la guerra de Ucrania”.