En la renovada sinagoga de Manama, la capital de Baréin, Ebrahim Nonoo dirige en público los rezos de la pequeña comunidad judía de este país árabe que, durante décadas, tuvo que celebrar su fe en privado.

La cincuentena de judíos que quedaban en Baréin practicaban sus plegarias en sus casas desde 1947, cuando la única sinagoga de este país del Golfo fue destruida en unos disturbios al principio del conflicto árabe-israelí.

Pero con la normalización de las relaciones bilaterales hace un año entre Baréin e Israel, “todo se abrió”, dice Nonoo a Agence France-Presse. Estamos muy contentos de estar a la luz del día”, añade el hombre de 61 años.

La pequeña sinagoga, de paredes blancas y ventanas con marcos de madera, está en el corazón de Manama. Su reciente renovación costó 159.000 dólares (más de 124 millones de pesos chilenos).

En su interior hay bancos de madera con cojines azul marino, una pantalla enorme para emitir las plegarias y un podio de madera, la bimá, donde se encuentran libros religiosos en árabe, inglés y hebreo.

“Podemos desarrollar la vida judía en Baréin porque tenemos una sinagoga en pleno funcionamiento”, celebra Nonoo. “Podemos traer a los judíos a la sinagoga y queremos que vengan regularmente”, añade.

En septiembre de 2020, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos rompieron con la tradicional política de los países árabes de no establecer vínculos con Israel mientras no haya paz con los palestinos. Posteriormente, Sudán y Marruecos imitaron el movimiento.

Los palestinos lo condenaron como una traición, pero para los judíos de Baréin fue una bendición.

El mes pasado, pudieron celebrar las plegarias del Sabbat en la sinagoga por primera vez en 74 años, acompañados de algunos expatriados judíos y diplomáticos.

“Volver a casa”

Durante la ceremonia, los fieles comen pan y beben jugo de uva tras recitar unos breves rezos de un libro de la sinagoga, iluminada por las velas de la menorá, el tradicional candelabro de siete brazos del judaísmo.

Para el rabino Elie Abadie, responsable de la asociación de las comunidades judías del Golfo, volver a orar en público es “renovar nuestra historia en la región”.

“Se hicieron plegarias judías en público en la región durante 2.000 años y, desgraciadamente, se pararon en 1947 (…) Reanudarlas es como volver a casa”, afirma.

Incluso con la sinagoga inoperativa, los judíos de Baréin estaban presentes en la vida pública y los negocios.

Un ejemplo es Nancy Khedouri, una parlamentaria judía de Baréin, que confía en que la apertura a la cultura judía atraiga visitantes del extranjero.

“Mucha más gente de religión judía está interesada en viajar a la región, soñando con nuevas oportunidades, y con el entusiasmo de aprender de aquellos que ya viven en la región del Golfo”, dijo a la Agence France-Presse.

“Estos visitantes contribuirán al turismo y el crecimiento económico”, afirmó.

El conflicto árabe-israelí provocó la huida de muchos judíos bareiníes por miedo a ser blanco de ataques. Los que se quedaron, mantuvieron un perfil discreto, explica Nonoo.

El futuro de la pequeña comunidad está en duda por la marcha de las generaciones más jóvenes a vivir y trabajar en el extranjero.

Nonoo está buscando financiación para comprar un edificio anexo a la sinagoga y fundar una escuela religiosa donde las familias judías puedan apuntar a sus hijos.

“Nuestro objetivo es tener un rabino, un rabino joven en Baréin, para desarrollar la vida judía, conocer a la comunidad y ofrecer servicios religiosos semanalmente”, afirma.

Para Aviva, de 40 años y con una hija de dos, la reapertura de la sinagoga supone un consuelo y una alegría.

“Dios está en todas partes, también en mi, pero rezar en una sinagoga me hace sentir que mi voz es más especial”, dice a la Agence France-Presse mientras se une a la plegaria de Nonoo.

“Cuando nos trajeron la Torá (el mes pasado en una plegaria) y nos la pasaron para besarla, me saltaron lágrimas de los ojos. Fue un momento especial”, recuerda.