Saad Hariri fue nombrado nuevamente primer ministro de Líbano y formará “rápidamente” un gobierno de “expertos”, informó la presidencia el jueves, después de las consultas llevadas a cabo por el jefe de Estado, Michel Aoun.

Hariri fue elegido por una mayoría de 65 diputados, según estas fuentes.

El dirigente había dimitido hace un año, presionado por las manifestaciones en la calle, que pedían una renovación de la clase política, y tendrá ante sí la tarea de formar un equipo de gobierno en un país hundido en la crisis económica.

Tras su nombramiento, Hariri prometió “rápidamente” un gobierno de “expertos”, que no emanarán de los partidos políticos, “para realizar reformas económicas y administrativas”.

“El tiempo apremia y el país tiene una única y última oportunidad”, dijo en un discurso transmitido por televisión.

El nombramiento de Hariri puede provocar la cólera de sus detractores. Desde el miércoles por la noche, decenas de personas se manifestaron en las calles de Beirut contra el dirigente.

El ineludible

Hariri es un empresario que se vio impulsado a la política en 2005 tras el asesinato de su padre, Rafik Hariri.

A sus 50 años, este heredero de una fortuna colosal ha pasado una parte de su vida en el extranjero, en particular en Arabia Saudita, donde su padre hizo fortuna.

Entró en la escena política a su pesar, cuando la familia le pidió que tomara el relevo de su padre, el primer ministro asesinado el 14 de febrero de 2005 en un atentado que sumió a Líbano en la confusión.

Al principio, sus detractores se burlaron de su árabe vacilante. Pero con el tiempo se convirtió en un actor clave en política y ganó seguridad en sí mismo, adoptando a menudo un tono ligero con los periodistas.

A causa del sistema confesional en Líbano por el que el primer ministro debe ser sunita, Hariri se ha visto obligado durante años a tratar con el poderoso Hezbolá y nunca logró limitar la influencia del movimiento chiíta, la única facción libanesa que conservó sus armas después de la guerra civil (1975-1990).

En Líbano, un país propenso a las crisis políticas, Hariri ya dirigió tres gobiernos. Desde que llegó al poder por primera vez en 2009 ha ido construyendo una reputación de negociador.

Irónicamente, hace casi exactamente un año, el 29 de octubre de 2019, anunció su renuncia. Entonces se estaba produciendo un levantamiento popular sin precedentes contra la clase política, acusada de haber hundido Líbano por su corrupción e su incompetencia.

“La gente está diciendo que todas las partes son responsables, incluyéndome a mí. Sí, somos responsables”, admitió recientemente en una entrevista en televisión.

Hariri, que tiene nacionalidad saudita, es licenciado en economía por la universidad estadounidense de Georgetown. Tiene tres hijos con su esposa siria, Lara Bashir Azm.

Cuenta con el apoyo que París da al clan Hariri, ya desde los tiempos de su padre y del presidente francés Jacques Chirac.

Deudas

Con pelo engominado y una barba escasa, Hariri a veces cambia sus trajes de color oscuro por ropa deportiva, como cuando corre el maratón de Beirut.

Hariri dirige el gigante de la construcción Saudi Oger, ahora plagado de deudas, y le acusan de haber despedido o dejado de pagar a miles de empleados.

La caída de los precios del petróleo, la principal fuente de ingresos de Arabia Saudita, redujo drásticamente los principales proyectos de construcción en el país.

A finales de 2019, Hariri anunció la suspensión de la cadena de televisión Future TV, creada por su familia hacía más de 25 años.

Según Forbes, su fortuna es de 1.500 millones de dólares, una cuestión sobre el que sigue siendo evasivo.

“Ciertamente tenía más antes que ahora”, dijo en una reciente entrevista televisiva.

El asesinato de su padre en 2005 había llevado a miles de libaneses a manifestarse para exigir la retirada del ejército sirio, que había estado presente en el Líbano durante 29 años.

Tras la salida de las tropas sirias, el movimiento hostil al régimen sirio de Bashar Al Asad, dirigido por Hariri, ganó las elecciones legislativas de 2005 y 2009.