En medio de los intentos de superar la pandemia del coronavirus y la crisis económica que ha provocado, el Gobierno islamista conservador de Turquía enfrenta serias alegaciones de estar relacionado con el crimen organizado.

Sedat Peker, un conocido capo mafioso, publica desde hace semanas videos en las redes sociales en los que acusa a Süleyman Soylu, ministro del Interior y uno de los políticos más poderosos del país, de tener relaciones con la mafia local.

“En mi vida esta persona ha tenido contacto conmigo y si se demostrara estaría dispuesto a sufrir cualquier castigo, hasta la ejecución pública”, se defendió el ministro, de 51 años, recientemente en Twitter.

Peker respondió con otro video que contiene una conversación con un periodista que supuestamente hacía de enlace con el ministro.

20 millones de espectadores

Los monólogos que Peker publica en su página web y en las redes sociales ya han acumulado más de 20 millones de reproducciones y encabezan la agenda de debates en el Parlamento turco.

Las supuestas revelaciones del mafioso dañan la imagen de Soylu, considerado un posible sucesor del presidente turco y fundador del AKP, Recep Tayyip Erdogan.

También pone en aprietos al gobernante partido AKP, que se jacta de haber acabado con la estrecha relación que existía en el pasado entre la mafia y el poder ejecutivo en Turquía.

Eso quedó al descubierto en 1996 con el escándalo de Susurluk, cuando un accidente de tráfico reveló que un jefe de la Policía, un diputado oficialista de centroderecha y un entonces buscado narcotraficante viajaban en el mismo coche, con drogas, pasaportes y armas con silenciador en el maletero.

El exministro de Cultura Fikri Saglar, quien investigó lo sucedido en Susurluk, asegura que las declaraciones de Peker “no son un delirio”, sino que revelan un detallado conocimiento de las llamadas “cloacas del Estado”.

Mítines del capo a favor de Erdogan

Sedat Peker, condenado en 2005 a 14 años de cárcel por delitos como extorsión, incitación de asesinato, falsificación y secuestro, fue liberado en 2014 y empezó a perfilarse como ferviente defensor de Erdogan, organizando mítines a favor del presidente.

A la oposición de izquierdas, que pedía buscar la paz con la guerrilla kurda PKK, la amenazó con “bañarse en su sangre”.

Sin embargo, Peker abandonó en 2019 Turquía tras enfrentarse con el yerno de Erdogan, Berat Albayrak, entonces ministro de Finanzas, y ahora se cree que vive en Dubái.

En sus videos, el mafioso afirma que el propio Soylu le aconsejó huir del país para evitar otra investigación y que le proporcionaron incluso guardaespaldas oficiales.

Asegura que Soylu decidió no investigar en 2020 el envío de toneladas de cocaína al exministro Mehmet Agar, ya involucrado en el escándalo de Susurluk, y de tapar un supuesto crimen de violación y asesinato de Tolga Agar, un diputado del AKP e hijo del exministro.

Testigo de boda

Soylu rechaza todas las acusaciones y ha interpuesto una denuncia por difamación contra Peker.

Además, asegura que quienes respaldan al mafioso son la oposición socialdemócrata, los disidentes del propio AKP, como el antiguo primer ministro Ahmet Davutoglu, los periódicos de la oposición de izquierdas, una cofradía islamista y la guerrilla kurda.

La oposición, por su parte, exige una investigación parlamentaria para dilucidar por qué Soylu fue testigo de boda de un pariente de Peker y por qué el mafioso obtuvo un pasaporte y hasta una escolta policial tras salir de la cárcel en 2014.

Peker no es el único mafioso respaldado por la extrema derecha turca: también lo es Alaatin Çakici, condenado en 2004 a 36 años de cárcel por varios crímenes, pero liberado en 2020 gracias a una ley para reducir la expansión de la covid-19 en las prisiones.

El mafioso patriota y amigo

Cuando Çakici dirigió en noviembre pasado cartas de amenazas públicas contra el jefe de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, el líder del partido ultraderechista MHP, Devlet Bahçeli, que forma coalición con el AKP, lo defendió públicamente como “patriota” y “amigo”.

El aumento de la popularidad de algunos mafiosos, especialmente entre los jóvenes, supone un peligro para la democracia turca, analiza en conversación con Efe el periodista y analista Murat Yetkin.

“Ni es un Robin Hood que entrega a los pobres lo que roba a los ricos. Ni es un héroe nacional cuya misión es limpiar las cloacas del Estado. Es un miembro del crimen organizado”, recuerda Yetkin.

Fikri Saglar, el exministro que investigó a los mafiosos en los años 1990, opina que las acusaciones en los vídeos de Peker pueden hundir a Soylu si este no consigue responder de forma convincente.

En todo caso, advierte de posibles turbulencias: “Me temo que el próximo paso pueden ser asesinatos y accidentes de tráfico”, sentencia.