Situada a solo dos kilómetros del litoral turco, la isla griega de Kastelórizo, con sus aguas turquesas y casas de color pastel, es el epicentro de las tensiones entre Turquía y Grecia por la exploración de recursos gasísticos.

Pese a la escalada de maniobras militares greco-turcas en el Mediterráneo oriental y la amenaza de sanciones a Ankara de parte de la Unión Europea, los habitantes de esta pequeña isla viven con tranquilidad estas turbulencias, acostumbrados a las disputas por sus fronteras marítimas entre Grecia y Turquía.

En el pequeño puerto de Kastelórizo, coexisten los uniformes militares con los bañadores, algo normal en una isla de 9km2 donde la mitad de los 500 habitantes son militares.

El desembarco de un grupo de soldados no altera la calma del lugar y el mar plácido contrasta con las tensiones entre los dos países vecinos, ambos miembros de la OTAN.

Dos banderas griegas ondean en el acantilado que se encuentra encima de la única localidad de la isla, mientras que a pocos kilómetros de ahí se ve en el horizonte la ciudad turca de Kas.

“No tenemos absolutamente ningún miedo”, asegura Giorgos Karagiannis, de 45 años, quien asegura “estar acostumbrado a estos juegos que sirven a los políticos, pero no desestabilizan a los insulares”.

El capitán Karagiannis, que nació en la isla, recorre cada día con su barco la distancia que separa los dos países para transportar a turistas o habitantes insulares para que vayan a hacer su compra en territorio turco.

“Hace treinta años que me dedico a esto y antes lo hacía mi familia. No hay ningún motivo para que cambie”, defiende.

Si ahora las conexiones marítimas entre la isla y Turquía se interrumpieron, no fue por las tensiones entre ambos países, sino por el coronavirus, que para los insulares parece una amenaza más seria que un hipotético conflicto militar.

“La isla está acostumbrada”

Una mezcla de fatalismo y resignación predomina entre los habitantes de esta isla seca y rocosa, situada en el extremo sudeste de la zona insular griega.

“La isla está acostumbrada”, destaca Foteini Dritsa, cuya tienda de recuerdos se encuentra delante de los barcos deportivos y los yates amarrados en el puerto.

Este comerciante, de 62 años, parece harto de unas tensiones que se repiten en perjuicio de unas poblaciones locales separadas por una frontera casi inexistente. “Entre nosotros, hay intercambios, relaciones de amistad”, asegura.

“Con nuestros vecinos tenemos muy buenas relaciones, estamos hermanados con la ciudad de enfrente. Organizamos un festival cultural juntos, nuestros vínculos económicos son importantes”, confirma a la AFP Stavros Amygdalos, teniente de alcalde de Kastelórizo.

A pesar de esto, en el sur de la isla el ejército turco desplegó el 10 de agosto dos buques militares que escoltaron el navío de prospección “Oruç Reis”, unas operaciones que se producen lejos de los ojos de los insulares.

Cuatro días antes, Grecia y Egipto habían firmado un acuerdo de delimitación marítima, ratificado este jueves por la noche, que indignó a Ankara.

El descubrimiento de importantes yacimientos de gas estos últimos años ha agravado las ya antiguas disputas entre Grecia y Turquía sobre sus fronteras marítimas.

Grecia defiende que las aguas que rodean a Kastelórizo le pertenecen, posición rechazada por el presidente Recep Tayyip Erdogan, quien considera que esto “encerraría a Turquía dentro de sus costas”.

“La manera con la que Grecia delimitó la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Kastelórizo une la ZEE de Grecia con la de Chipre y limita la de Turquía alrededor de la bahía de Antalya”, explica a la AFP Panayotis Tsakonas, director del programa de Seguridad en la Fundación Helénica para la Política Europea y Extrangera (ELIAMEP).

“Si los países no llegan a un acuerdo, deberán presentar sus desacuerdos delante de un tribunal internacional que se encargará de las delimitaciones”, añade.