El primer ministro británico, Boris Johnson, que desde su llegada al poder recibe un golpe tras otro en el parlamento, emprende el jueves la tarea de seducir a los diputados con su propuesta de Brexit “razonable y constructiva”.

Tras presentar la víspera a la Unión Europea lo que calificó como la “propuesta final” del Reino Unido para alcanzar un acuerdo de divorcio antes de la fecha fatídica del Brexit, el 31 de octubre, Johnson comparece a última hora de la mañana ante la Cámara de los Comunes.

Desde que llegó al poder a finales de julio, en reemplazo de Theresa May, el carismático y controvertido primer ministro multiplica los fracasos en el parlamento: sufrió una rebelión en las filas conservadoras, perdió la mayoría absoluta, vio aprobada una ley que lo obligaría a pedir un nuevo aplazamiento del Brexit y denegada su petición de elecciones anticipadas.

Además se ganó la enemistad de numerosos diputados al decidir una suspensión parlamentaria de cinco semanas, del 10 de septiembre al 14 de octubre, denunciada como una estrategia para amordazar a sus opositores y que la justicia anuló posteriormente por considerarla “ilegal”.

Pero llevado por lo que parece un infatigable optimismo, Johnson sigue afirmando a los cuatro vientos que llevará a cabo el Brexit a finales de mes y confía en hacerlo con un acuerdo.

Para ello, propone rescatar el denostado Tratado de Retirada firmado en noviembre por May con Bruselas y modificar su punto más conflictivo: cómo mantener abierta tras el Brexit la frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, país miembro de la UE.

“Son propuestas razonables y constructivas”, dijo el primer ministro ante los miembros de su Partido Conservador al clausurar el miércoles su congreso anual en Mánchester, en el norte de Inglaterra.

Luz verde del DUP

El acuerdo de May, que los líderes europeos calificaron como “el mejor posible, el único posible”, fue rechazado tres veces por los diputados.

La propuesta de Johnson no difiere mucho de las primeras versiones de aquel texto: Irlanda del Norte se mantendría en el mercado único europeo en lo relativo a las mercancías, a diferencia del resto del país.

Hasta hace unos meses esto era inaceptable para los unionistas norirlandeses del DUP, aliado clave de Johnson en el parlamento británico. Pero el miércoles su líder, Arlene Foster, recibió con satisfacción la propuesta de Johnson, considerándola una buena base para futuras negociaciones.

Diferencia fundamental con el texto de May, el plan da al parlamento autónomo norirlandés el poder de aceptar o rechazar estas condiciones cada cuatro años, algo que podría chocar con la oposición del gobierno de Dublín y más en general de toda la UE.

Los responsables europeos han reaccionado de momento con frialdad a la propuesta, afirmando que contiene puntos conflictivos.

La aprobación del DUP se ha considerado siempre como esencial para lograr que los más eurófobos dentro del Partido Conservador de Johnson den su luz verde al texto y pese a haber expulsado a sus 21 diputados rebeldes los “tories” podrían contar con el apoyo de varios opositores laboristas partidarios del Brexit, especialmente si se hace con un acuerdo que suavice el golpe.

La salida británica de la UE, aprobada por referéndum en 2016, estaba inicialmente prevista para el pasado marzo, pero debido al bloqueo político fue aplazada dos veces.

En septiembre, en un ambiente de duro enfrentamiento con Johnson, el parlamento aprobó una ley que le obliga a solicitar otra prórroga a falta de un acuerdo con Bruselas el 19 de octubre, justo después de la cumbre europea.

Sin embargo el primer ministro ha dicho hasta la saciedad que no lo hará y que a falta de un acuerdo el país abandonará el bloque brutalmente a finales de este mes. Un argumento claramente destinado a incrementar la presión sobre la UE y sobre los tozudos diputados británicos.