El claro rechazo del acuerdo del Brexit en el parlamento británico mantendrá inamovible la posición de la Unión Europea (UE), convencida de que sólo un cambio radical de las “líneas rojas” de los británicos podría evitar un divorcio sin acuerdo, según los expertos.

Las reacciones no se hicieron esperar. La UE dejó claro desde el martes por la noche que no modificaría el “Acuerdo de Retirada” de casi 600 páginas cerrado entre ambas partes y dejó en manos de Londres de explicar cómo salir del callejón sin salida.

“El peligro para la UE de intentar sacar a [la primera ministra británica] Theresa May de su agujero es que haya semanas de discusiones que no lleguen a ninguna parte y nos acerquen aún más al 29 de marzo”, fecha del Brexit, apunta Peter Kellner, de Carnegie Europe.

Para este investigador, “lo más útil que puede decir Bruselas es: ‘Ustedes deben decidirse"”. “Si quieren salir sin un acuerdo, nos adaptaremos; si quieren reconsiderarlo, la organización de un nuevo referéndum permitiría considerar” un aplazamiento, agrega a la AFP.

Los europeos “no aceptarán tocar de nuevo el acuerdo de retirada”, agrega Andrew Duff, del European Policy Center (EPC), para quien la UE estaría “dispuesta, incluso feliz, de reabrir la declaración política” sobre la futura relación, sobre todo comercial, que lo acompaña.

Esto implicaría que la ‘premier’ británica modifique las “líneas rojas” que trazó por la presión de los partidarios de un Brexit lo más abrupto posible, como la de no respetar las condiciones de acceso al mercado único, que incluyen la libertad de circulación.

¿Brexit suave?

“Mientras estas líneas rojas no se modifiquen, resulta difícil renegociar, ya que hay que saber qué quieren los británicos”, subraya Éric Maurice, representante del centro de reflexión Fundación Robert Schuman en Bruselas.

Para Maurice, Reino Unido parte de un “malentendido”, porque el Brexit “nunca se ha explicado allí” y “necesariamente todo el mundo está decepcionado” actualmente.

Si Londres renuncia a sus “líneas rojas”, podría considerar una futura relación basada en la vigente entre la UE y Noruega.

“Es la idea de considerar algo que sea mucho más como un Brexit suave y que pueda ir más en la línea de las bases laboristas”, actualmente en la oposición, apunta Elvire Fabry, investigadora del Instituto Jacques Delors.

Fabry destaca no obstante que la declaración política actual ya da “el margen de maniobra necesario” para una relación de este tipo, cuya negociación comenzaría formalmente tras el Brexit.

Y las bases laboristas “rechazaron sobre todo el acuerdo del Brexit para poder impulsar la posibilidad de un segundo referéndum”, agrega la analista, para quien no existe ningún tipo de mayoría, en uno u otro sentido, en el Parlamento británica.

“Las posibilidades se estrechan entre el escenario de un Brexit sin acuerdo, que de hecho se impone, y la hipótesis de un segundo referéndum, sabiendo que el lado europeo tendió la mano”, estima Fabry, en referencia a un tuit del presidente del Consejo Europeo.

Donald Tusk se preguntaba en esta red social el martes por la noche: “Si un acuerdo es imposible, y nadie quiere una salida sin acuerdo, entonces ¿quién tendrá finalmente el valor de decir cuál es la única solución positiva?”.

Para el director del centro de reflexión Bruegel, Guntram Wollff, independientemente de los motivos, la UE tiene un interés “inmediato” en aplazar la fecha del divorcio previsto dentro de unas diez semanas.