A los 100 años falleció Henry Kissinger, el exsecretario de estado de EE.UU que tuvo un rol primordial en la política internacional de la segunda mitad del siglo XX.

El diplomático, ganador del Premio Nobel de la Paz en 1973, se convirtió en una figura controvertida por apoyar a dictadores cuyo actuar dejaron miles de muertos.

Conocido fue su respaldo a la dictadura de Argentina entre 1976 y 1983 y a los últimos años del régimen de Francisco Franco en España, además de su papel en la Operación Cóndor para reprimir a opositores latinoamericanos de izquierda.

Sin embargo, sus redes operaron también en Chile, en donde apoyó el derrocamiento de Salvador Allende por parte de la junta militar liderada por el general Augusto Pinochet.

Rol en el derrocamiento de Salvador Allende

En mayo pasado, con motivo del natalicio de Kissinger, el Archivo de Seguridad Nacional (GWU) de Estados Unidos publicó documentos desclasificados que revelaron detalles ocultos de los mandatos de Richard Nixon y Gerald Ford.

Uno de los capítulos aborda precisamente el papel que desempeñó Kissinger en la estrategia de Estados Unidos para favorecer la caída de Allende en septiembre de 1973.

Según consigna El País, una de las transcripciones corresponde a una conversación que mantuvieron Kissinger y Pinochet en una reunión secreta en Santiago en 1976 con motivo de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA).

“Queremos ayudarlo, no perjudicarlo”, le señaló el entonces secretario de estado al dictador chileno. “Simpatizamos con lo que están tratando de hacer aquí”, agregó, afirmando que “hizo un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende”.

“Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un Gobierno que se estaba volviendo comunista”, mencionó.

En los documentos clasificados se confirma además que Kissinger le advirtió en 1970 al presidente Richard Nixon que “Chile podría terminar siendo el peor fracaso de nuestra Administración: ‘nuestra Cuba’ en 1972”.

Durante una hora, Kissinger le presentó al mandatario estadounidense en el Salón Oval un estudio completo para que ganara el enfoque agresivo a largo plazo hacia el gobierno socialista de la Unidad Popular (UP).

“Su resolución sobre qué hacer al respecto puede ser la decisión de asuntos exteriores más histórica y difícil que tendrá que tomar este año”, advirtió a Nixon.

“Lo que suceda en Chile durante los próximos seis a 12 meses tendrá ramificaciones que irán mucho más allá de las relaciones entre Estados Unidos y Chile”, subrayó.

Kissinger sobre los militares chilenos en 1970: “Son un puñado de incompetentes”

En otro apartado, divulgado en el libro Pinochet Desclasificado: Los Archivos Secretos de Estados Unidos Sobre Chile (Editorial Catalonia) de Peter Kornbluh, se revela que luego del atentado sufrido en octubre de 1970 por el comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider, Nixon llamó a Kissinger.

El jefe castrense de la época había sido emboscado el 22 de octubre por extremistas de derecha -financiados por la CIA- con el objetivo de secuestrarlo y así obligarlo a participar en una intervención armada para impedir la llegada de Allende a La Moneda. No obstante, luego que el general se resistiera, fue herido gravemente con arma de fuego, muriendo tres días después.

Mientras agonizaba, el presidente estadounidense quería supervisar lo que ocurría en Chile. Al ver que el ejército no se decidía a tomar el poder en 1970, Kissinger le dijo a Nixon que “los militares chilenos son un puñado de incompetentes”.

En la publicación de Kornbluh se indica que la llamada del 23 de octubre de 1970, un día después del atentado contra Schneider, fue en el siguiente tono:

Kissinger: “La ratificación (de Salvador Allende como presidente) es mañana y la toma de posesión es el 3 (noviembre). (Los militares) podrían haber impedido que se reuniera el Congreso, pero no lo han hecho. Están cerca, pero probablemente sea demasiado tarde”.

Luego del ataque al general chileno, el consejero de seguridad nacional le planteó a Nixon que “hubo un giro para peor”, agregando eso sí que “no ha desencadenado nada más”. Esto, ya que el plan original era secuestrar a Schneider y no asesinarlo.

“El movimiento siguiente debería haber sido la toma de posesión del Gobierno (por el ejército), pero no ha ocurrido”, añadió Kissinger.

Kornbluh, analista del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, consigna que ni Nixon ni Kissinger dijeron algo “que aluda a un arrepentimiento por el asesinato del general Schneider”.

Por el contrario, añade, estaban completamente “enfocados en la incompetencia de los militares chilenos, que no lograron ejecutar el golpe para tomar el poder, cerrar el Congreso y bloquear la asunción de Allende”.