Tras la tormenta que se abatió sobre la Iglesia católica, la principal Iglesia protestante de Estados Unidos, la Southern Baptist Convention (SBC), se ha visto sacudida por un gran escándalo sexual que involucra a cerca de 400 pastores, voluntarios y educadores en dos décadas.

Dos medios locales investigaron durante seis meses esta red de 47 mil iglesias e instituciones evangélicas que tiene más de 15 millones de miembros, especialmente en el sur de EE.UU.

Revelaron que desde 1998, al menos 380 miembros del clero de la SBC, (que no hacen voto de celibato) han sido acusados de haber abusado sexualmente de más de 700 personas, en su mayoría menores, según concluyeron los periodistas.

Tras la revisión de documentos judiciales, 220 pastores y voluntarios han sido condenados, desde la posesión de imágenes de pedofilia hasta por delitos de violación. Docenas de casos siguen aún en los tribunales.

Representantes de SBC reconocieron que podría haber más casos. Llamaron a las víctimas a presentarse ante la justicia. “Es hora de llorar y arrepentirse, los cambios están llegando“, dijo en Twitter el presidente de la convención, J.D. Greear.

El comité ejecutivo de SBC aprovechará una reunión programada para la próxima semana para “revisar un estudio encargado el verano pasado sobre el tema”, dijo el martes a la AFP uno de sus voceros, Roger Oldham.

No hay excusa

Tal como el destape del escándalo de la Iglesia Católica de 2002, ambos diarios implican a los responsables de la SBC, acusados de no haber actuado para solucionar el problema.

Según ellos, en 2007 las víctimas propusieron una lista de medidas para prevenir nuevos abusos, como la creación de un registro de los pastores involucrados.

Pero los dirigentes de la Southern Baptist Convention se opusieron argumentando la independencia de las distintas iglesias que conforman su doctrina, vinculadas entre ellas sólo por un acuerdo de “cooperación” y muy cautelosas con respecto a su autonomía.

“Cada congregación dirige sus propios asuntos, no hay obispo, nadie supervisa“, dijo el martes Russell Moore, un responsable de la SBC. “Pero la gente no puede utilizar la autonomía de las iglesias como excusa”, reconoció.

Sin antecedentes

Al menos 35 pastores, voluntarios y educadores han podido así pasar de una iglesia a otra, a pesar de sus antecedentes, según la investigación.

Por ejemplo, un pastor de Illinois, Leslie Mason, condenado en 2003 por dos agresiones sexuales, comenzó a predicar lejos de ese lugar después de cumplir su condena de prisión, según los periodistas.

Otro pastor, Doug Myers, fue a trabajar a Florida después de ser sospechoso de conducta inapropiada hacia los niños de Alabama a principios de la década de 2000. Luego agredió a un niño de once años y finalmente fue condenado en 2007.

Algunas veces las iglesias conocían su pasado, pero tuvieron una visión “horrible del perdón” que significaba “dar a estos depredadores una segunda oportunidad”, dijo Moore. En otras ocasiones, no tenían idea de sus antecedentes.

La SBC ofrece a sus iglesias verificar los antecedentes penales de quienes deseen ingresar a su servicio. Desde 2009 se han realizado 320.000 verificaciones, pero sólo revisaban las condenas y no las sospechas, explicaron los dos diarios.

Investigación judicial

Su investigación fue bien recibida por la asociación de víctimas de curas pedófilos (SNAP), que exhortó al sistema judicial a hacerse cargo del tema para garantizar que los acusados de agresión “queden fuera de cualquier posición que les permita dañar a otros”.

Tras la publicación de un informe en 2018 sobre los abusos cometidos en la Iglesia católica de Pensilvania, la justicia federal y la de unos 20 estados iniciaron investigaciones que comenzaron por buscar en los archivos de la Diócesis.

Hasta hoy, ningún fiscal se había pronunciado todavía sobre posibles investigaciones dentro de la SBC. En tanto, los diarios Houston Chronicle y San Antonio Express-News publicarán nuevamente este miércoles sobre el tema.