Nancy Pelosi, la mujer que alcanzó el más alto rango en la política estadounidense, fue reelecta el miércoles para liderar a los demócratas en el Congreso, un paso mayor que la encamina a presidir una vez más la Cámara de Representantes.

La legisladora californiana de 78 años superó la resistencia de algunos correligionarios, que estaban demandando una nueva generación de líderes luego de que el Partido Demócrata le arrebatara en las recientes elecciones de mitad de mandato la mayoría de la Cámara de Representantes a los republicanos del presidente Donald Trump.

“Estoy orgullosa de haber sido nominada de nuevo por el grupo demócrata para ser presidente de la Cámara”, dijo la legisladora.

Pelosi, una veterana política y hábil estratega, se impuso en una votación a puerta cerrada, que le abre la vía para repetir en el cargo que ejerció entre 2007 y 2011.

El liderazgo de Pelosi debe ser confirmado en la sesión plenaria del 3 de enero, cuando los 435 nuevos legisladores elijan al presidente de la Cámara de Representantes, el tercer cargo representativo más importante en Estados Unidos después del de presidente y vicepresidente.

De la bancada de 235 legisladores demócratas, 32 votaron en contra, lo que augura que Pelosi debería trabajar para unificar al partido antes de la votación de enero.

“¿Hubo disidencias?, sí”, reconoció la veterana política. “Sin embargo, espero tener una votación potente a medida que vamos avanzando”.

En enero, Pelosi necesita una mayoría simple de 218 votos para ser nombrada, lo que implica que el partido demócrata sólo puede permitirse 17 disidencias.

No se espera que ningún republicano vote por Pelosi, que durante años ha sido demonizada por Trump y por su partido, en gran medida porque fue quien condujo la reforma de salud del expresidente Barack Obama en su histórica aprobación en la Cámara en 2010.

Este mes, 16 demócratas firmaron una carta oponiéndose a que Pelosi ocupara el cargo.

“Recibir golpes”

Pelosi ha negociado con algunos de los rebeldes, aplacando sus resistencias con ofrecimientos de espacios y con la promesa de enfrentar temas complejos como el de las armas.

Pero dos de los críticos más fieros que se reunieron con Pelosi este miércoles dijeron que seguían estando en desacuerdo y que su nombramiento peligraba.

“Ahora mismo, la líder Pelosi no tiene los 218 votos necesarios para convertirse en presidente”, dijo el congresista Seth Moulton en un comunicado, en el que advirtió que nadie quiere que esta conversación civilizada se transforme en una pelea en el hemiciclo.

Pelosi tuvo un rol importante en la victoria de su partido en las elecciones de mitad de mandato, recaudando millones de dólares para los candidatos y congregando a los demócratas bajo la bandera de la cobertura de salud.

Si Pelosi vuelve a ocupar el cargo de “Madame Speaker” podría tener la llave para bloquear las legislaciones propuestas por los republicanos, obstaculizando la agenda de Trump en temas como los recortes impositivos y la construcción de un muro en la frontera con México.

Pelosi también tendría la llave para algo mucho más importante: el visto bueno para una investigación en el Congreso sobre las acusaciones sobre una colusión entre la campaña de Trump y Rusia en las elecciones de 2016.

Hasta ahora, ha dicho que es contraria a lanzar un proceso de destitución contra Trump, una amenaza que sobrevuela la política estadounidense desde hace meses.

Considerada una moderada, abraza fervientemente los valores más progresistas del Partido Demócrata, como la protección de las minorías sexuales y el derecho al aborto.

Madre de cinco hijos y con nueve nietos, Nancy D’Alesandro nació el 26 de marzo de 1940 en Baltimore (Maryland) en una familia católica italiana-estadounidense marcada por la política. Su padre y su hermano fueron alcaldes de Baltimore.

Graduada de Trinity College en Washington, se mudó a San Francisco con su esposo, Frank Pelosi, quien hizo una fortuna en bienes raíces y finanzas. Subió los escalones del Partido Demócrata y esperó que sus hijos crecieran para ganar a los 47 años su primera elección a la Cámara. En 2003, se convirtió en jefe de la minoría demócrata.

Para tener éxito en el mundo político estadounidense, uno debe “ponerse una armadura” y poder “recibir golpes”, ha dicho.