El presidente Donald Trump afirma no estar obligado a hablar con los investigadores que analizan la injerencia rusa en la elección de 2016. ¿Cuáles son las opciones del fiscal especial Robert Mueller en su dura pulseada con el ocupante de la Casa Blanca?

La comparecencia judicial

Como reveló el martes The Washington Post, durante una entrevista con los abogados de Trump, Mueller esgrimió la amenaza de recurrir a una comparecencia del mandatario en calidad de testigo ante un gran jurado.

“Usted no está jugando”, habría replicado John Dowd, el letrado encargado en ese entonces de defender al multimillonario. “Usted ataca el trabajo del presidente de Estados Unidos”.

Tal convocatoria a comparecer al presidente, además de inédita en la historia estadounidense, agudizará las hostilidades entre los equipos de Mueller y de Trump.

El mandatario podría negarse a ser interrogado, invocando la confidencialidad de sus conversaciones relacionada con su función.

Trump podría decir que una comparecencia ante un gran jurado limitaría su capacidad para dirigir al país, y podría finalmente invocar la quinta enmienda de la Constitución, que prevé en ciertas condiciones un derecho a guardar silencio para no incriminarse.

El fiscal especial se vería entonces forzado a recurrir a la justicia, en una batalla que retardaría enormemente la investigación, que iría probablemente hasta la Suprema Corte.

“Pero eso sería una catástrofe en el plano político”, para Trump, porque la opinión pública pensaría que tiene algo que ocultar, explicó a la Agence France-Presse el profesor Andrew Wright, de la facultad de derecho de Savannah.

Entrevista negociada

Mueller parece dispuesto a hacer concesiones para convencer al presidente de sentarse con él para una entrevista. En ese sentido aceptó dar a conocer a los defensores de Trump los temas que quiere abordar.

Estos giran en torno a dos preguntas clave: ¿Hubo un entendimiento entre el equipo de Trump y Rusia para influir sobre el resultado de la presidencial de 2016? ¿Trump es culpable de obstrucción a la justicia, principalmente al despedir al exjefe del FBI James Comey?

Las negociaciones culminaron en una lista de 49 preguntas, demasiado larga a ojos de Trump. Esta lista fue revelada esta semana por el New York Times, lo que aparentemente aumentó la irritación del presidente.

“Es escandaloso que las preguntas sobre la caza de brujas rusa se haya filtrado a la prensa”, tuiteó Trump.
Algunos observadores señalaron sin embargo que la filtración parece favorecer más a la Casa Blanca que a Mueller.

La declaración escrita

El fiscal especial tiene la posibilidad de aceptar que el presidente responda a sus preguntas por escrito, una opción que sería favorecida por la Casa Blanca pero que limitaría el campo de acción de los investigadores.

Trump incluso el miércoles asimiló en un tuit las sospechas de obstrucción a la justicia a un “golpe montado” acompañado de una “trampa”.

Todo encuentro entre Mueller y Trump sería peligroso para el presidente, quien con frecuencia no mide sus palabras, incluso si estuviera rodeado de sus abogados.

Ese riesgo provocó fuertes tensiones entre su equipo de abogados para la definición de la estrategia a adoptar.

Luego de la reunión entre los abogados de Trump y los juristas del fiscal Mueller, el 5 de marzo, el presidente se separó de su principal consejero, John Dowd y reclutó al exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani.

Oficialmente, Giuliani no descartó la posibilidad de que Trump comparezca como testigo en la investigación, pero la eventualidad de una negativa parece tomar cuerpo día a día.

Sin embargo los abogados del presidente buscan limitar de manera draconiana una potencial entrevista ultra-sensible.

No olvidan que el famoso fiscal Kenneth Starr, investigando las inversiones inmobiliarias de Bill y Hillary Clinton en Arkansas, terminó examinando las mentiras del presidente demócrata sobre la relación sexual con la becaria Monica Lewinsky.