Por segundo día consecutivo continúan los combates de las fuerzas armenias y de Azerbaiyán en el sur del Cáucaso. Al menos 68 personas murieron en combates entre separatistas de Nagorno Karabaj, apoyados por Armenia, y las tropas de Azerbaiyán, según balances anunciados este lunes, en medio del temor de que estalle una guerra abierta entre Bakú y Ereván. El conflicto, en el que potencias regionales apoyan a unos y otros, es una herencia del desplome de la URSS.

Los enfrentamientos se centran en la región del Nagorno Karabaj, un enclave en territorio de Azerbaiyán, pero que controlan fuerzas de Armenia desde la guerra que se vivió en la zona al desintegrarse la Unión Soviética y que dejó 30.000 muertos. El enfrentamiento concluyó con un alto el fuego firmado en 1994.

Dicho conflicto concluyó con un precario alto el fuego y cada año se registran enfrentamientos a lo largo de las trincheras que pueblan la línea del frente. Pero desde 2016 estos choques han ganado en frecuencia e intensidad con varios cientos de muertos a cada lado. Esto se debe a que ambos países se han rearmado, en muchos casos adquiriendo tecnología militar puntera.

Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea e Irán han pedido a las partes poner fin a la lucha, si bien Turquía, principal valedora de Azerbaiyán, ha mostrado su total apoyo al Gobierno de Bakú y ha enviado refuerzos en las últimas semanas.

Existe el temor de una implicación de que la escalada militar desestabilice una región clave para el suministro energético europeo, ya que Rusia, aunque venda armas a ambos bandos, es el principal sostén de Armenia y tiene soldados desplegados en dicho país, que podrían intervenir en caso de que las fuerzas de Azerbaiyán avancen demasiado.

Entre tanto, ambos países han declarado la ley marcial y restringido las libertades, lo que significa que, además de la militar, ha comenzado la guerra de propagandas. Una escalada entre enemigos históricos

En los últimos años, Azerbaiyán destinó una parte importantes de sus ingresos petroleros a la compra de armamento.

Ministerio de Defensa de Armenia | Agence France-Presse

Tras varias semanas de retórica bélica, Azerbaiyán dijo que lanzó una “contraofensiva” mayor en respuesta a una “agresión” armenia, recurriendo a la artillería, los blindados y aviones contra la provincia controlada por los separatistas armenios.

El primer ministro armenio Nikol Pashinyan acusó a su enemigo histórico de haber “declarado la guerra al pueblo armenio”, mientras que el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev prometió “vencer”.

El presidente de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj, Arayik Harutyunyan, afirmó de su lado que “Turquía, no Azerbaiyán” combate contra el territorio secesionista. “Hay helicópteros, (aviones) F-16 y tropas y mercenarios de diferentes países”, afirmó.

Moscú, que mantiene relaciones cordiales con los dos beligerantes y es el árbitro regional, se siente más cercano a Armenia, que integra la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza militar dominada por Rusia.

Todos los esfuerzos de mediación para resolver este conflicto han fracasado y Armenia y Azerbaiyán ya se enfrentaron en su frontera norte el pasado mes de julio en los combates más graves desde 2016 y que hicieron temer la desestabilización de la región.

Nagorno Karabaj

En el corazón de las relaciones tóxicas entre Armenia y Azerbaiyán está la región de Nagorno Kabaraj. El enclave, de mayoría armenia y anexionado en 1921 a Azerbaiyán por las autoridades soviéticas, proclamó unilateralmente su independencia en 1991 con el apoyo de Armenia.

A esto le siguió la guerra que dejó 30.000 muertos y centenares de miles de refugiados. A pesar del alto el fuego firmado en 1994 y de una mediación obrada por Rusia, Estados Unidos y Francia que conformaron el llamado Grupo de Minsk, los choques armados en la zona continuaron siendo frecuentes.

Antes de los combates del domingo, los enfrentamientos recientes más importantes ocurrieron en abril de 2016 y dejaron unos 110 muertos.

Ministerio de Defensa de Armenia | Agence France-Presse

Revueltas contra dinastía

Armenia, un país cristiano desde el siglo IV, ha tenido una historia turbulenta desde su independencia, en 1991. Este Estado empobrecido y enclavado ha sido escenario de varias revueltas, represiones violentas y elecciones controvertidas en un contexto de clientelismo y autoritarismo por parte de los diferentes mandatarios que se han sucedido en el poder.

En la primavera de 2018, una revolución pacífica llevó al poder al actual primer ministro, Nikol Pashinyan. Este último ordenó reformas bastante populares para democratizar las instituciones y combatir la corrupción.

Azerbaiyán, una tierra chiita a orillas del mar Caspio, está gobernada por una misma familia desde 1993. Heydar Aliev, un exgeneral del KGB soviético, dirigió el país con puño de hierro hasta octubre de 2003, y le pasó el poder a su hijo, Ilham, unas semanas antes de morir.

Como su padre, Ilham Aliev no ha dejado que emerja ninguna oposición. En 2017, nombró a su esposa Mehriban vicepresidenta primera del país.

Rusia, Turquía y genocidio

Turquía, que tiene ambiciones geoestratégicas en el Cáucaso y en la Asia central exsoviética, ha hecho de Azerbaiyán, un país de habla turca rico en hidrocarburos, su principal aliado en la región, una amistad alentada por su aversión por Armenia. Ankara apoya a Bakú en su voluntad de recuperar Nagorno Kabaraj.

Los armenios también albergan una cierta hostilidad hacia Turquía a causa del genocidio de cerca de 1,5 millones de compatriotas suyos por parte del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. Turquía rechaza ese término y califica el suceso de masacres recíprocas.

Ministerio de Defensa de Azerbaiyán | Agence France-Presse

Con todo, la gran potencia regional continúa siendo Rusia, que tiene unas relaciones más estrechas con Armenia que con Azerbaiyán, aunque vende armas a ambos países.

Ereván ha participado en alianzas políticas, económicas y militares dominadas por Moscú, como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC).

Además, Armenia necesita a Rusia más que Azerbaiyán, pues este último es un país más rico, y ha aumentado su gasto militar.

Primer ministro armenio Nikol Pashinyan | Gobierno de Armenia | AFP

Petróleo contra diáspora

Azerbaiyán, gracias a sus ingresos derivados del petróleo, emprendió en los últimos años una campaña para darse a conocer en todo el mundo, sobre todo en Occidente, más allá de su reputación de autoritarismo y nepotismo.

Así, Bakú invirtió en misiones de patrocinio, como en la Eurocopa 2020 de fútbol, aplazada a causa de la pandemia de coronavirus. Azerbaiyán acogerá algunos encuentros de esta competición. Además, en el país también se celebra un Gran Premio de Fórmula 1.

Asimismo, Bakú intenta imponerse en Europa como una alternativa a los hidrocarburos rusos.

Armenia, por su parte, cuenta con la baza de su amplia e influyente diáspora, herederos de los refugiados de la represión otomana.

Kim Kardashian, el cantante Charles Aznavour o la cantante y actriz Cher, por ejemplo, tienen en común sus orígenes armenios.

Algunos asumieron el papel de embajadores oficiosos de Ereván, como Kim Kardashian sobre el genocidio, o Charles Aznavour, que recaudó fondos para ayudar a Armenia tras el devastador sismo de 1988.

Presidente de Azerbaiyán Ilham Aliyev | Gobierno de Azerbaiyán | AFP