Depués de 23 años, los integrantes del grupo fundamentalista japones Aum Shinrikyo (Verdad Suprema), serán ejecutados tras ser condenados como responsables de un ataque con gas sarín en una estación de metro en Japón, que dejó 13 muertos y más de 6 mil afectados.

Sin embargo, según consignó el medio Japan Times, esta decisión judicial ha provocado reacciones encontradas.

En esta línea, la Sociedad Japonesa para la Prevención y Recuperación de Cultos (Jscpr por su sigla en inglés), se mostró contraria a la ejecución de toda la agrupación, sólo aprobando la medida para su lider, Shoko Asahara.

Taro Takimoto, miembro del directorio de Jscpr, y quien también fue uno de los perjudicado por la acción, dijo que “llegué a creer firmemente que no deberían ser ejecutados. Asahara era el cerebro y los demás simplemente eran las extremidades”.

Por este motivo, la organización solicitó al Ministerio de Justicia nipon que las penas de los otros 12 condenados por el asesinato masivo sean conmutadas a prisión de por vida, argumentando que ellos sólo cometieron el crimen tras recibir un “lavado de cerebro” por parte de Aahara.

Para ello, los miembros del culto habían sido privados de sueño, maltratados y sometidos a consumo de drogas y restricción para acceder a ciertas infomaciones, que luego los llevaron a colaborar en la comisión del delito que vieron como un acto religioso.