Los combates que enfrentan a los rebeldes musulmanes rohinyás y al ejército birmano en el noroeste del país dejaron en una semana al menos 400 muertos y más de 47.000 personas huyeron al vecino Bangladés.

El ejército birmano anunció el viernes en su página de Facebook que “los cuerpos de 370 terroristas fueron encontrados” y que 15 soldados y 14 civiles habían muerto en estas operaciones.

El último balance de hace dos días hablaba de 110 muertos.

El inicio de esta violencia fue el ataque el viernes pasado (25 de agosto) de la rebelión del Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA) contra una treintena de puestos de la policía. Desde entonces, el ejército lanzó una gran operación en esta región pobre y remota.

Esa violencia provocó un nuevo éxodo de la minoría musulmana. Según las últimas cifras divulgadas el viernes por la ONU, 27.400 personas llegaron a Bangladés desde el viernes pasado y unas 20.000 estarían bloqueadas en la frontera. Estos refugiados son mayoritariamente rohinyás.

Paralelamente, varias organizaciones acusan al ejército de haber cometido una nueva matanza en la localidad de Chut Pyin.

La ONG local Fortify Rights obtuvo el testimonio de supervivientes que hablan de una matanza que habría durado cinco horas.

“Mi hermano murió quemado. Hemos hallado a los demás miembros de mi familia en los campos. Tenían marcas de impactos de bala y algunos estaban heridos con arma blanca”, relató Abdul Rahman, de 41 años.

Chris Lewa, del proyecto Arakan, organización de defensa de los derechos de los rohinyás, dijo a la AFP que “fuerzas de seguridad acompañadas por pobladores de la etnia rakáin atacaron el domingo el pueblo de Chut Pyin, quemaron casas y dispararon contra los rohinyás que huían”.

“Según una lista que pudimos establecer, 130 personas murieron, entre ellas mujeres y niños”, añadió.