Una familia argentina no encuentra consuelo ni explicación por el crimen de uno de sus miembros, de tan solo 14 años, a manos de su amigo de toda la vida, de 13 años de edad. Se trata de Joaquín Sperani, quien el jueves pasado faltó a su colegio, ubicado en la ciudad cordobesa de Laboulaye. Estuvo desaparecido hasta ayer, domingo, cuando fue hallado muerto con un golpe en la cabeza.

Cientos de vecinos de la ciudad Laboulaye, en Argentina, despidieron este lunes 3 de julio los restos de Joaquín Sperani, el adolescente de 14 años que fue asesinado a golpes en un crimen protagonizado por un amigo de la misma edad.

El caso conmovió a la localidad y, pasadas las 17.30, sus restos fueron sepultados en el cementerio de Jesús Redentor, con la familia acompañada de vecinos, amigos y compañeros de colegio.

Luego, el féretro que llevaba el cuerpo del adolescente fue al club Huracán, donde jugaba al fútbol, y a la escuela, los lugares que frecuentaba.

“Era un chico correcto. Yo estaba criando a un hombre, un ser responsable y no a cualquier cosa. Yo le doy valores a mis hijos”, dijo Mariela Flores, la madre de Joaquín.

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En las últimas horas se conoció que el menor recibió un total de 18 golpes en la cabeza, de acuerdo con las conclusiones de la autopsia en su cuerpo, que se llevó a cabo en la ciudad de Río Cuarto.

El Ministerio Público Fiscal confirmó que Joaquín, desaparecido el último jueves, fue hallado sin vida este domingo en una casa abandonada, a 100 metros de la escuela a la que asistía.

Quién era Joaquín Sperani

Joaquín Sperani era el mayor de cinco hermanos, jugaba al fútbol en la categoría sub 15 del club Huracán. Era arquero pero muchas veces se lo escuchó querer ser camionero de grande, como su padre. Vivía en el barrio Chacarita, en zona oeste.

Todos los días, como es habitual entre los adolescentes de Laboulaye, iba en bicicleta a la escuela.

El jueves salió a las 14:57 de casa, por última vez. Su bicicleta estaba en el patio del colegio en el momento en el que fue denunciada su desaparición.

Cedida por la familia | Perfil

Tenía 14 años, sufría bullying y su mamá aclaró que el adolescente tenía una personalidad introvertida y que no utilizaba redes sociales.

Quienes lo conocían aseguran que era muy inocente y pasaba mucho tiempo con su mejor amigo, quien terminó como único acusado del feroz homicidio.

Además, ocultó por varios días lo ocurrido a las autoridades y hasta brindó pistas contradictorias, entorpeciendo la investigación.

El chico murió a causa de un traumatismo de cráneo y que sufrió un daño encefálico que le provocó la muerte inmediata, luego de recibir golpes en la cabeza, reveló el informe difundido por el sitio de Cadena 3.

El responsable del crimen que conmociona a Argentina

El presunto responsable del crimen, un adolescente de la misma edad de Joaquín Sperani, fue trasladado este lunes a un centro de detención juvenil para su “resguardo”.

En la escena del crimen, secuestraron un hierro y un pedazo de hormigón, ambos con manchas de sangre.

El joven, que habría confesado la autoría del asesinato, es inimputable a causa de su edad y está a disposición del juez de Control, Niñez, Adolescencia, Penal Juvenil, Violencia Familiar y de Género y Faltas de Laboulaye, Sebastián Moro.

La información judicial indica que “se pudo establecer la presunta participación no punible de un niño” en la muerte de Joaquín y añade que “el adolescente involucrado en el hecho actualmente se encuentra alojado para su resguardo”.

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Joaquín llegó en bicicleta al colegio pero no entró a clases. Junto a su amigo de toda la vida, salieron caminando de la escuela, según se corroboró a partir de una cámara de seguridad vecina.

La imagen refleja que ambos estaban juntos y sonrientes. En la misma filmación, los investigadores observaron que minutos después el adolescente regresaba solo al colegio.

En el camino, se le cayó un teléfono celular, que levantó pronto y guardó en su pantalón. Esa tarde, el adolescente entró de nuevo en la escuela y se sentó en el lugar de siempre, como si nada lo perturbara.

Cuando los agentes lo encontraron fue evasivo en sus respuestas: el plan era irse de la escuela, pero que se arrepintió y quiso volver a clases.

Sobre el celular extra, aseguró que era de su papá, pero su padre negó esa versión. En ese momento, no fue un dato que llamó la atención de los policías.

A las horas, el chico de 13 años fue interrogado nuevamente. En esa oportunidad, dio una segunda versión: reconoció que el teléfono era de Joaquín pero se lo había dado antes de escapar de la ciudad.

Ahí instaló la versión del bullying, algo negado por la maestra.