A pesar de la inestabilidad política de los últimos años, la economía del país andino ha seguido creciendo. ¿En qué basa su éxito y cuánto podría resistir los embates de la crisis?

Desde julio de 2016, cuando asumiera la presidencia Pedro Pablo Kuczynski, en Perú ha habido seis mandatarios.

A excepción de Martín Vizcarra, que alcanzó los dos años y siete meses de gobierno, ninguno ha llegado siquiera a los dos años.

El recién destituido Pedro Castillo duró 17 meses.

La economía, sin embargo, muestra un crecimiento sostenido de las últimas décadas, y una reducción de la pobreza de alrededor del 15%, de acuerdo con datos del Banco Mundial.

Perú registra “una relación entre deuda pública y producto interno bruto (PIB) relativamente baja, reservas internacionales considerables y un banco central confiable”, destaca el último informe del organismo.

Allí se consigna que “luego de un repunte posterior a la pandemia, del 13,3 % en 2021, el PIB aumentó un 3,5 % interanual en el primer semestre de 2022”.

Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática de Perú, de 1993 a 2019 la economía peruana logró un crecimiento promedio anual de 4,8%.

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“El Perú ha sido efectivamente el país con mayor crecimiento de toda Latinoamérica en los últimos 20 años, quizás con la excepción de Panamá”, indica a DW Diego Macera, gerente del Instituto Peruano de Economía (IPE).

Excluyendo los dos años de pandemia, “desde el 2004 ha crecido todos los años más que el promedio de la región”, dijo.

“Desde afuera es sorprendente que tengamos seis presidentes en los últimos seis años y que aun así acá no se puede hablar de crisis económica o de recesión”, agrega el economista, quien también es director del Banco Central de Reserva.

Razones del éxito en Perú

Los análisis coinciden en que son varios los factores que han determinado el crecimiento económico, a pesar de la inestabilidad política.

Partiendo por que el Banco Central de la Reserva del Perú es autónomo y con una política monetaria independiente de la fiscal, y desde el 2016 ha estado dirigido por la misma persona, Julio Velarde.

“Él ha hecho una política monetaria bastante independiente y clara, apoyando siempre al sol, la moneda del Perú. Así se evitan saltos o depreciaciones muy grandes de la moneda”, dice a DW Inmaculada Martínez-Zarzoso, catedrática de Economía en la Universidad Jaime I de España.

“A la vez, ha tenido un equilibrio presupuestario, en el sentido de que ha acumulado reservas, y eso le permite un mantenimiento de la moneda bastante estable”, agrega.

A ello se suma cierta estabilidad en el ministerio de Economía y Finanzas, a cargo de expertos que han mantenido la misma línea.

Otro factor clave es la Constitución, que protege la inversión extranjera y da seguridad a los inversores.

Martínez-Zarzoso, quien también es profesora de la Universidad de Göttingen, Alemania, agrega el hecho de que Perú es miembro de la Alianza del Pacífico, que le da cierto un marco para fomentar el comercio dentro de esta asociación.

Escenario en proceso de cambio

A pesar de las buenas cifras económicas, Macera observa que desde el 2015 las tasas de crecimiento han sido menos fuertes.

Perú tiene la macroeconomía más sólida de la región, junto con la chilena, “consecuencia de 20 años de disciplina y buen trabajo tanto del Banco Central de Reserva como de instituciones económicas como el Ministerio de Economía y Finanzas”, destaca Macera.

Añade: “Mientras no haya perspectiva de cambio de las reglas estructurales, la proyección es de cimientos estables, que es lo más importante para que la economía avance a velocidad adecuada”.

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DW

Sin embargo, está consciente de las posibles consecuencias de la crisis política.

“Niveles de inestabilidad como los que estamos viviendo hoy, necesariamente pasan factura. No es posible hablar de cuerdas separadas entre la economía y la política”, agrega.

“La confianza empresarial ha estado sumamente deprimida desde hace un año y medio. El mercado laboral no llega a los ingresos reales pre pandemia y, probablemente, este año la inversión privada no crezca con respecto al 2021”, añade.

Un conflicto sostenido podría eventualmente desincentivar a futuros inversionistas extranjeros, sobre todo, en sectores políticamente más expuestos o sensibles, como la minería.

Agenda relegada en Perú

Aun manteniendo el mejor escenario posible, los expertos coinciden en que Perú tiene tareas pendientes.

“Hay todavía muchos problemas de falta o deterioro de infraestructuras, y podrían mejorarse políticas como educación, infraestructura, desarrollo de la industria y diversificación” indica Inmaculada Martínez-Zarzoso.

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“Fuera de la incertidumbre política, lo más preocupante es esta reducción del PIB potencial para 2023, que es más bajo del que deberíamos tener”, dijo.

Lo anterior, “como consecuencia de no haber hecho la infinidad de reformas que se vienen conversando desde hace 15 años”, afirma Macera.

En el actual escenario, se corre “el riesgo de caer en una mediocridad de mediano plazo y quitarnos la estrellita que tuvimos en algún momento, del país que más crecía consistentemente”.

La crisis pone a prueba un modelo que hasta ahora ha resistido. Pero, como advierte Macera, “las fortalezas macro no son infinitas si no se cuidan”.