El gobierno argentino alcanzó esta semana un acuerdo voluntario con empresarios para mantener por 90 días los precios de más de mil productos básicos de la canasta familiar, en un intento por contener la inflación. Los argentinos se preguntan qué pasará después de ese lapso y piden que el congelamiento de los precios sea permanente.

La inflación es un tema complejo y difícil de abordar en Argentina. Una medida como limitar los precios por decreto puede ayudar, al menos momentáneamente, pero es un mero “parche” económico para algunos expertos.

Antes de diseñar “un programa antiinflacionario, sea heterodoxo u ortodoxo, primero uno tiene que analizar cuáles son las causas de la inflación, que no son las mismas en todos los países”, explica Fernando Couto, profesor de la Universidad de Buenos Aires.

“Supón que las tenemos e ideamos un programa en consecuencia: para evitar las distorsiones a corto plazo y que el programa pueda funcionar con más tranquilidad, uno puede llegar a un acuerdo de precios que pueda sacarte, por unos meses, de ese contexto de ruido anclando las expectativas de los consumidores”, continuó.

“Es esa, quizá, la mejor manera de utilizar un acuerdo de precios”, añadió.

“Y los pocos casos de éxito en el control de precios que hemos visto se han dado en ese contexto, como una medida más dentro de un paquete de ellas que busca frenar la inflación”, dijo.

Sin embargo, la decisión del gobierno argentino de congelar los precios de más de mil cuatrocientos productos de consumo básico hasta el 7 de enero próximo no parece ser parte de un plan más amplio.

Al menos, si existe, no se ha anunciado. De momento, la noticia ha sido bien recibida por muchos consumidores, pero también denostada por los empresarios.

Los controles de precios “no funcionaron” en Argentina

“Va a haber desabastecimiento. Cuando a un productor se le termine el producto que ya tiene fabricado, si eso le provoca pérdida, no lo va a volver a fabricar, no hay manera”, advirtió en una entrevista Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).

Según él, los controles de precios “nunca funcionaron” en el país, donde ya se han adoptado en varias ocasiones a lo largo de la historia reciente, aunque nunca sobre tantos productos, porque constituyen, en su opinión, “una aspirina que calma el dolor momentáneo de una enfermedad muy difícil”.

El propio Roberto Feletti, secretario de Comercio Interior e impulsor de la medida, contestó a las críticas en otra entrevista con ironía.

“¿Y los planes de estabilización monetarios y fiscales sirvieron?” Feletti dijo que su objetivo, el “norte” de su política de precios, es reducir “el peso de la canasta básica alimentaria en el salario”.

Para conseguirlo, afirma que va a “implementar una política” de la que “la resolución de hoy es un paso”.

“Un ‘parche’ económico”

Para el director del Centro de Estudios de Productividad en Argentina, Ariel Coremberg, no se ha anunciado ningún plan porque no lo hay.

“No hay política económica sino, como decimos acá, un ‘parche’ económico” de cara además a las elecciones legislativas de noviembre.

“Y como el diagnóstico es que la culpa de la inflación la tiene un grupo de empresarios monopólicos que por intereses ajenos al país suben los precios”, no se abordan las causas reales y se impone “un control de precios casi soviético”, afirmó con ironía.

“El origen de la inflación es el financiamiento monetario, con una moneda que todo el mundo repudia, y un desequilibrio fiscal descomunal, que cuadruplica el déficit de cualquier país normal que ha atravesado la pandemia”, explicó.

En Europa, por ejemplo, está prohibido que el Banco Central financie al gobierno emitiendo moneda. Su mandato es el control de la inflación.

Coremberg, que cuantificó en su día en 36.000 millones de dólares los sobrecostos en obra pública del conocido como “caso del cuaderno de las coimas”, destacó.

Parche económico en Argentina congelación de precios y otras medidas para combatir la inflación
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“El gasto público está completamente desatado. No hay auditoría que valga, realizando compras para los vulnerables -como fue el caso- a cuatro veces los propios precios controlados del gobierno… eso es lo que se financia no ya con deuda pública, no ya con impuestos, porque ya no pueden ser más altos, sino con pesos ‘crocantes’, como decimos los argentinos, emitidos por un Banco Central que depende de Cristina Kirchner”, lamenta Coremberg.

¿Y el 8 de enero, qué?

La teoría económica desaconseja de forma general los controles de precios, aunque en muchos países se han utilizado en momentos puntuales, como en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, o para productos básicos, como el pan en España hasta hace poco.

Aparte de la posible escasez que apuntaba Grinman, pueden propiciar un mercado negro paralelo o frenar la actividad económica y crear más desempleo, que habitualmente se considera correlacionado con la inflación.

Tres meses no es suficiente para que esos efectos perniciosos a largo plazo se dejen sentir.

“¿Pero qué va a pasar el 8 de enero, cuando deje de regir la medida?”, se pregunta Couto.

Porque si la medida funciona y no hay una escalada de la inflación en enero por los meses acumulados, podrían mantenerla.

Sin embargo, los analistas coinciden en que lo más probable es que en enero la inflación recupere el terreno perdido durante el congelamiento de precios y que el peso vuelva a devaluarse contra el dólar.

Al menos, las familias podrán disfrutar de unas fiestas navideñas a precios fijos.