Evo Morales asumió como presidente de Bolivia el 22 de enero de 2006, si llega a ganar las elecciones del domingo (en primera o segunda vuelta), podría gobernar el país hasta 2025, casi 20 años en el poder, es su cuarta elección consecutiva, a la que llega con más polémica que nunca.

La nueva campaña de Evo Morales comenzó a gestarse el 21 de febrero de 2016, cuando se realizó un referéndum para modificar la Constitución, en aquella ocasión, el líder del MAS tendría su primera derrota electoral desde 2006.

En esa jornada, el 51.3 % de los votantes rechazaron un cuarto mandato de Morales. El mandatario acusó el golpe a una campaña en su contra con noticias falsas y mentiras, incluyendo un supuesto hijo de una expareja.

Pero la derrota electoral no menguó al MAS, que buscó alternativas para que Morales se convirtiera en candidato presidencial, algo que logró con la aprobación del Tribunal Constitucional del país, que en noviembre de 2017 derogó el artículo 52 de la Constitución – firmada por Evo- que limitaba la reelección presidencial a una sola ocasión.

Cabe aclarar, que la primera elección de Morales en 2006 fue con la antigua Constitución, donde el periodo presidencial duraba 4 años.

Tras eso, Morales participó de las primarias obligatorias -aunque no haya tenido competencia- y el tribunal electoral validó oficialmente su candidatura en febrero de 2019.

El politólogo José Rafael Vilar explica que las primarias reflejaron el desgaste de Morales, debido a la baja participación y la gran cantidad de votantes que prefirió votar blanco o nulo, antes que al presidente.

“Ninguna de las organizaciones políticas tenía más de un binomio, lo que hacía inútil las primarias más allá de justificar la rererepostulación; y Morales sacó 37% de la votación de sus militantes (fueron a votar 47% y 10% lo hizo en blanco o nulo)”, afirma Vilar.

El desgaste de la figura de Evo Morales, cuya aprobación ronda entre un 30% a 40%, no impidió que siguiera adelante con su candidatura presidencial, pese a que en el último tiempo se ha agudizado el rechazo hacia su gestión, como los trabajadores de la salud, activistas medioambientales y algunas agrupaciones de mineros, entre otros.

El doctor en Ciencias Políticas y académico de la Universidad Católica Boliviana San Pablo de La Paz, Marcelo Arequipa , explica que la figura de Morales se ha deteriorado desde el referéndum, explicando que si antes entre “2 o 3 de cada 10 bolivianos” rechazaban si gestión, ahora esa cifra ha aumentado.

“Cuatro de cada diez bolivianos no están de acuerdo con Evo Morales, hasta manifiestan una reacción de odio y ha aumentado desde 2016, y de insistir con su candidatura.
Hoy tienes un padrón electoral de 40% no van a votar por Evo Morales, no porque lo haga mal, sino porque es él”, sostiene en conversación BioBioChile.cl.

¿Cómo llega a la elección?

La caída en su imagen y popularidad, han dado un nuevo matiz a las elecciones presidenciales. Si en los últimos tres comicios, la victoria de Morales era clara, en esta ocasión la situación es diferente, y un eventual balotaje, podría significar su salida del poder.

Morales necesita obtener más del 40% de los votos y superar por al menos un 10% a la segunda mayoría, si este escenario no se da, habrá segunda vuelta, donde las encuestadoras locales apuntan a una victoria de su principal rival, el opositor de centroizquierda Carlos Mesa.

Este escenario ha hecho que tanto Morales como el MAS implementaran un discurso más moderado durante la campaña electoral. Si en ocasiones anteriores apuntaban a separar entre ellos y los que eran enemigos del gobierno, ahora se muestran como una fuerza de unidad.

“El gobierno no quiere polarizar, no está explotando la imagen de Evo Morales, sino está explotando una imagen de gestión pública que garantiza estabilidad política y económica
. ¿Quiénes generan polarización?, no son los otros partidos políticos que están compitiendo”, expresó.

Arequipa explica que la gran oposición y malestar contra la gestión de Morales no viene de otros partidos políticos, sino que ha sido más expresado por sectores sociales, como trabajadores de la salud, activistas medioambientales y organizaciones de las grandes ciudades: La Paz y Santa Cruz.

“Evo llega a esta candidatura afincado en la idea de que es el único actor político relevante capaz de articular posiciones entre actores sociales y empresarios, además de mantener cohesionado al MAS. En esa lógica de ser un personaje indispensable”, agrega el analista.

Aunque el MAS ha sido el partido dominante de los últimos 15 años en Bolivia, aún no ha sido capaz de generar otro liderazgo que no sea el de Evo Morales, además de no tener un proyecto político que se idealice más allá de 2025.

“El MAS aún no se ha constituido como un partido político, recién después de esta elección, se van a poner a pensar qué pasa con el MAS. Yo creo que esa es la mayor debilidad, el no replantearse internamente más allá del 2025. En la medida que aparezca otro proyecto hegemónico diferente al MAS, esto va a decantar en otro resultado”, concluye Arequipa.

De esta forma, la figura de Evo Morales emerge en la actualidad como el único liderazgo en el partido oficialista, una especie de caudillo, y recién después de esta elección podrían buscar nuevas figuras que puedan tomar su testimonio.

“No hay otros liderazgos en el MAS (ni en muchas organizaciones opositoras): el caudillismo, en este caso de Morales, es aún eje de la mayoría de la política boliviana.
Precisamente, la renovación ha asomado tímidamente en el panorama desde algunas organizaciones”, agrega Vilar.

AFP
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¿Qué puede pasar?

Aunque la victoria de Morales podría darse en primera vuelta, en base a su gran popularidad especialmente en zonas rurales, pro primera vez existe incertidumbre en torno al resultado de las elecciones.

Si se llegase a dar una escenario de segunda vuelta, como varias encuestas lo pronostican, Morales podría perder la presidencia de Bolivia ante Carlos Mesa, por lo que varios opositores han denunciando un posible fraude por parte de la autoridad.

“Hay muchas posibilidades que no lleguemos a una segunda vuelta, pero de pasar a segunda vuelta, hay escenarios (conmoción social con consecuente posibilidad de convocatoria a constituyente, por ejemplo) que podrían “saltar” la segunda vuelta. Claro que podría haber manipulación en la primera vuelta, pero está en el rango de las posibilidades, aún no de las certidumbres (…) No obstante, el gobierno que inicie en 2020, de cualquier color que sea, incluido el actual, va a tener un muy difícil panorama socioeconómico”, explica Vilar.

Un eventual triunfo de Carlos Mesa también está dentro de los escenarios posibles, aunque su figura -de acuerdo a los analistas consultados por BioBioChile- se sostiene más por el rechazo a Morales, que por sus propias virtudes.

“Mesa, por muchas razones, no es ‘la mejor opción’ (el líder de uno de sus apoyos, Unidad Nacional, le dio su respaldo aclarando que “no era el mejor candidato ni el mejor Programa”) pero es el que, al menos en encuestas, tenía la única posibilidad de forzar una segunda vuelta. Su imagen se ha deteriorado mucho por sus ambivalencias (apoyo declarado a Morales antes, ahora presunta oposición), su egolatría, sus anteriores renuncias cuando era Presidente y sus presuntas corrupciones”, concluye Vilar.