El primer convoy de ayuda a Venezuela, dejó no solo un fallido intento por llevar la carga humanitaria el pasado sábado 23 de febrero. También causó más de 280 heridos y 4 muertos en Cúcuta, frontera entre ambos países.

La conmoción que dejaron los enfrentamientos era tal, que nadie confiaba en nadie. Los civiles acusaban a militares de quemar dos camiones con medicamentos y alimentos. La acusación contra los opositores vino lógicamente del bando contrario.

Pero al calor del fuego consumiendo la carga, las lágrimas de algunas personas sin poderlo apagar y las balas con las piedras cruzando una frontera bloqueada, en toda la extensión de la palabra, 3 soldados dieron la sorpresa.

Parecía que se acercaban para hacer daño. Lo hicieron, dado que atravesaron la frontera con un tanque a toda marcha. Algunos lesionados en el intento pero afortunadamente de menor cuantía. Buscaban refugio del lado del que eran aparentemente rechazados, hasta que vieron su intención de desertar.

En medio de la ira, el enfrentamiento y el atropello, puede verse a los que hacían resistencia, recibir a los uniformados.

Una joven venezolana con el rostro desangrado les daba una idea del saldo de su especie de “operación escape”. Eran parte de las lesiones causadas en varias personas más. No obstante, en cuestión de segundos “se cambiaron el chip”.

Suena coloquial, pero es una verdad que se ha revestido de complejidad para quienes hicieron filas en favor de un régimen y ahora, las rompieron a fin de cruzar una frontera, aún que las formas fueran las más disruptivas.

Militares colombianos recibiendo a otro venezolano
Militares colombianos recibiendo a otro venezolano

270 “desertores” a la fecha

Las historias llegan desde la frontera con Colombia, pero también desde Brasil. Ahí, los protagonistas fueron dos ex miembros de la GNB.

“No es fácil tomar esa decisión. Mis compañeros tienen miedo. Nosotros también tenemos miedo. Falta valentía. Hay que tener coraje. Dejamos nuestra familia. Nuestros hijos están en casa”, decía Jorge Luis González, ya en una nueva realidad en territorio brasileño.

Medios internacionales ya cifran la deserción de soldados en 270. Un número real pero ínfimo, si contamos con que esta fuerza había crecido hasta los 500 mil integrantes en 2017.

“La orden es masacrar al pueblo”, gritaba otro de los soldados que desertaban el 23 de febrero pasado, pero en situación más convulsionada.

Una transición “como en Chile”

¿Qué pasará con los soldados desertores? No hay que ser experto en política internacional para planteárselo. Al calor de los acontecimientos, es fácil que los “seduzcan” a abandonar a su ejercito. Los que cruzaron el umbral, tienen la duda directa y el miedo a lo que viene.

Varios de ellos, pudieron reunirse con Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, quien en su visita a Cúcuta y en una imagen, quiso llevar la calma en horas oscuras para cualquiera que tome esa decisión.

Tv Venezolana
Tv Venezolana

“Vi claramente como hubo brazos caídos de muchos oficiales”, les dice Guaidó a un grupo de militares que decidieron romper filas, luego de señalar que hubo colectivos, según sus palabras, incendiando los camiones con la ayuda humanitaria.

“Fuera la tiranía, viva la libertad, comandante en jefe”, le dice uno de los uniformados. Están esperanzados a esa amnistía que les propone el gestor de la causa contra Maduro.

“Nosotros ya ofrecimos un plan de amnistía para oficiales, lo que puede acarrear en nuevas deserciones y abandono en la base de apoyo del Gobierno”.

¿Pero como distinguirán a los que han sido leales a Maduro, hasta la médula? “Cada caso es diferente. La idea es que la transición sea hecha como se hizo en países como Chile”.

Apela al aliado por excelencia para lograrlo. “Por ahí es posible ver que es una cuestión de tiempo para que un número cada vez mayor de ellos se junte a nosotros”.

Se aferra a arrancar un poco de poderío a su otrora rival, luego de conseguir un importante cerco diplomático con el Grupo de Lima y otras organizaciones de estados como la UE. Qué decir de las sanciones económicas que EEUU está aplicando al régimen.

“¡Ayuden a mi esposa!”

No fue fácil cruzar. Dejaron una vida atrás, que, aunque carente de alimentos, significa alejarse de seres queridos.

“Ayuden a mi esposa”, decía un guardia bolivariano la noche del pasado sábado, cuando logró cruzar, pero dejando a su mujer del otro lado de la frontera con Cúcuta y a merced de quienes pudieran “castigarla” por faltar al uniforme de la GNB.

“Eso es lo que tenías que hacer”, se escucha una voz, en medio de los vítores por su decisión. Iba con las manos alzadas, en son de paz, como en la guerra cuando un uniformado o rebelde decide entregarse al oponente. Pero no dejaba de gritar “mi esposa está ahí. Ahí vienen los guardias. ‘Marico’, mi esposa ahi”.

Los que le acogían, como en un portal diferente, trataban de consolarlo, pero no dejaba de mirar atrás. Son esos momentos en que los dilemas de la vida dejan de ser triviales, como cuando se “rompen filas”.