Con proclamas misóginas y homofóbicas y una asumida nostalgia de la dictadura militar, el diputado Jair Bolsonaro ha logrado convertirse en uno de los favoritos para las presidenciales de octubre, en un Brasil convulso que este jueves contempló atónito el apuñalamiento del candidato en un mitin de campaña.

El actual líder de las encuestas para la primera vuelta del 7 de octubre sufrió el ataque en Juiz Fora, Minas Gerais (sudeste), y su estado era “estable” tras haber sido sometido a una operación.

Aunque su hijo, Flávio, advirtió que la cuchillada fue más grave de lo que se creía. “La perforación alcanzó parte del hígado, del pulmón y parte del intestino. Perdió mucha sangre”, detalló el hijo del diputado, quien posteriormente precisó que “su estado ahora parece estabilizado”.

“Orden de Dios”

El autor de la puñalada dijo que actuó por “motivos personales” y “por orden de Dios”, según consta en el informe de la Policía Militar (PM), un cuerpo que actúa bajo la autoridad de cada estado.

“Nos dijo que el motivo del intento se dio por motivos personales, los cuales no pudimos entender, diciendo también en ciertos momentos que fue por orden de Dios”, explica el informe de la Policía Militar de Minas Gerais, divulgado durante la noche del jueves.

El agresor, identificado con el nombre de Adelio Bispo de Oliveira, de 40 años, “salió de su casa con un cuchillo de uso personal” para integrarse en la caminata y “en el mejor momento que encontrase, atentar contra la vida del candidato”.

En su perfil de Facebook, Bispo de Oliveira colgó recientemente varios mensajes sumamente críticos con Bolsonaro y es muy activo con mensajes alineados con los partidos de izquierda de Brasil y de apoyo al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro.

Según confirmó a la Agence France-Presse una fuente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Bispo fue afiliado del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL, izquierda) de Uberaba entre 2007 y 2014.

El PSOL repudió el atentado y pidió que las autoridades tomen “todas las medidas pertinentes contra su autor”.

Jair Messias

El atentado ilustra la radicalización de una campaña que sus adversarios le achacan. Pero sus partidarios lo consideran el salvador de una patria en peligro. Su segundo nombre es Messias y sus más ardientes seguidores lo apodan “el mito”.

Un mito que este excapitán de 63 años, de penetrantes ojos verdes y cabello entrecano peinado con raya al costado, supo cultivar mediante una astuta utilización de las redes sociales y sus apariciones mediáticas salpicadas de frases provocadoras.

Bolsonaro no se ha visto salpicado por la avalancha de escándalos de corrupción que sacuden a Brasil y gusta de poner a prueba su popularidad en los aeropuertos, donde suele ser solicitado para tomarse selfies.

“Bolsonaro es la luz al final del túnel. Es el único candidato que representa auténticamente al pueblo brasileño para desembarazarnos de la corrupción”, dijo a la Agence France-Presse la publicista Agnes Plocharski, de 47 años, en el aeropuerto de Curitiba.

“(La diputada Do Rosario) no merecería ser violada porque es muy mala, muy fea”
- Jair Bolsonaro, diputado y candidato presidencial

En la última encuesta de Ibope, publicada el miércoles, alcanza el 22% de la intención de voto, en la vanguardia para la primera vuelta de la elección presidencial. Aunque casi todos sus adversarios lo derrotarían en una segunda vuelta. Su índice de rechazo es de 44%.

Bolsonaro es particularmente popular entre los jóvenes (26%) y en la clase acomodada (34%); de formación católica, en los últimos tiempos buscó -y obtuvo- el apoyo de líderes evangélicos, con un discurso adverso a “la ideología de género”.

“Me enorgullece decir que soy temeroso de Dios. Soy católico, pero casado con una evangélica”, declaró en un encuentro con pentecostales en abril.

En materia económica, trata de ganarse el favor de los mercados desmarcándose de sus propias posiciones de corte estatizante de otros años. Para ello, nombró como asesor a Paulo Geudes, un economista resueltamente liberal, dando a entender que sería su ministro de Hacienda en caso de llegar a la presidencia.

Poco tuvo que variar en cambio en lo que hace a su prédica de lucha contra la criminalidad, con una propuesta de choque: “Dar acceso al porte de armas a la gente de bien”, como afirma en un video publicado en las redes sociales.

El desafío de una segunda vuelta

Con el clásico discurso de la derecha radical de que “todo está podrido”, Bolsonaro quiere ser visto como un político diferente.

A menudo se lo compara con Donald Trump, aunque Bolsonaro, lejos de ser un novato, tiene una larga carrera política y una banca en la Cámara de Diputados desde 1991.

“Habla de los políticos como si no fuera parte de ese mundo. Ha logrado forjarse una imagen de hombre fuerte, de línea dura, que va a combatir la corrupción”, estimó Michael Mohallem, profesor de Derecho de la Fundación Getulio Vargas (FGV).

Bolsonaro en el momento del ataque | Agence France-Presse
Bolsonaro en el momento del ataque | Agence France-Presse

Nacido en 1955 en Campinas, cerca de Sao Paulo, en una familia de origen italiano, Bolsonaro ha forjado su carrera principalmente en Rio de Janeiro, donde fue elegido concejal en 1988 y donde obtuvo su primera banca como diputado federal tres años después.

Como parlamentario, se ha destacado más por una retórica inflamada y sus exabruptos por los proyectos de ley que logró hacer aprobar: dos en 27 años.

Misoginia y homofobia

En 2014, Bolsonaro le dijo a la diputada de izquierda Maria do Rosario, que lo acusaba de incentivar las violaciones, que “no merecería ser violada”; y en declaraciones al diario Zero Hora, reincidió: “No merecería ser violada porque es muy mala, muy fea”.

Dos años después, elogió a un torturador de la dictadura (1964-1985).

“No es un candidato unificador”
- Michael Mohallem, profesor de Derecho de la Fundación Getulio Vargas

También hicieron correr tinta sus declaraciones homofóbicas. En una entrevista con la revista Playboy, en 2011, dijo que preferiría que sus hijos “muriesen en un accidente” a que sean homosexuales.

Aunque sus ambiciones presidenciales lo han llevado a suavizar su discurso en los últimos meses, una alianza con los partidos tradicionales para una segunda vuelta luce poco probable.

“Como el electorado está muy fragmentado, con ningún candidato con gran destaque en los sondeos, no sabemos si podrá conseguir los votos de los perdedores de la primera ronda. No es un candidato unificador”, dijo Michael Mohallem.