Recientemente, en plena vorágine mundial, nuevamente el ser humano fue testigo de un antagónico ser que, en paralelo, vive su vida apartado de lo que se considera normal en pleno siglo XXI.

El único sobreviviente de la tribu amazónica brasileña Ti Tanaru, era visto como nunca antes en un reciente video que lo captó en su hábitat. El increíble registro lo muestra con taparrabo, una melena descuidada y una herramienta de caza. Como hace 22 años, su día a día “solo” puso al mundo a pensar en la necesidad de la mente humana de mantenerse al margen en extremo.

Sin embargo con su historia salieron más detalles a la luz. Se supo la forma en la que quedó solo hace más de dos decadas cuando murió el último integrante de su pequeña tribu. Fue producto de la matanza de granjeros contra pueblos indígenas y la creciente explotación de la madera que dio pasó a enfrentamientos con invasores.

Su “estilo de vida” no ha sido del todo solitaria. Siempre hubo más de una mano amiga prestando ayuda clave, esa que en parte aún le permite subsistir.

Funai Brasil
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22 años de seguimiento a escondidas

No ha sido fácil pero tampoco imposible para la Fundación Nacional del Indio, Funai. Su labor en Brasil, consiste en apoyar a los pueblos indígenas, castigados por enfermedades y otras dificultades emanadas del olvido de un estado que se dedica a los habitantes más visibles.

Como la tarea es complicada en la Amazonía, Funai sabía de la existencia y posterior desaparición de la tribu de este nativo, esquivo por naturaleza. En 2005 intentaron establecer nuevamente la comunicación con él, pero fue un rotundo fracaso. El rechazo fue tan contundente que no volvieron a acercársele más. Sin embargo, eso no dio paso al abandono.

Funai Brasil
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La estrategia consistió entonces, en dejarle semillas y herramientas de trabajo que pudiera utilizar con el fin de alimentarse de lo que la madre naturaleza le otorgara sin ayuda humana, al menos no una visible.

Eso fue lo que él creyó, pero Funai estuvo presente durante más de dos decadas observando sus movimientos en la selva amazónica y constantando que las herramientas fueran utilizadas tal como lo planearon. En 44 visitas desde que rechazó de tajo su ayuda, esta fundación constató además el crecimiento de plantaciones a partir de las semillas que dejó en los lugares de paso de este hombre.

Afortunadamente las sembró y ha sobrevivido gracias a este tipo de asistencialismo anónimo. Al menos en favor del “hombre de la selva brasileño”.

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Ayuda continuará en el anonimato

La Fundación Nacional del Indio ha decidido continuar su labor encubierta. Así lo están haciendo desde 1996 con este nativo y por eso, continuarán sus visitas a la selva brasileña.

“La gente siempre sabe más o menos en qué parte de la tierra indígena se encuentra, lo supervisamos de lejos”, afirma Altair Algayer, Coordinador de la FPE Guaporé. Hace más de 5 años no se observan invasiones de madereros.

La labor parece estar delimitada y amparada por la ley de su país.

“Cuando existe la presencia confirmada o posible de pueblos indígenas aislados fuera de límites de tierras indígenas, la Funai se utiliza del dispositivo legal de Restricción de Uso (interdicción de área), amparándose en el artículo 7 del Decreto 1775/96; en el artículo 231 de la Constitución de la República Federativa del Brasil de 1988; y en el artículo 1, inciso VII de la Ley nº 5371/67, visando la integridad física de esos pueblos en situación de aislamiento, mientras se realizan otras acciones de protección y tramitan procesos de demarcación de tierra indígena”.

Funai relata además en una publicación con los detalles del origen de este recién descubierto “hombre de la selva”, que no hubo castigo en el lugar remoto donde los granjeros cegaron la vida de los últimos seis miembros de su familia.

El hombre de 50 años por hoy seguirá solo, pues esa es su voluntad en una tierra que le pertenece, pero que también sigue siendo un peligro debido a la presencia humana en busca de madera o explotación de recursos que él solo tiene para vivir.

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