La combativa ciudad de Masaya resiste un feroz ataque de las fuerzas combinadas del gobierno del presidente Daniel Ortega, en un nuevo intento de desarticular la resistencia en el barrio de Monimbó, símbolo de las protestas que dejaron unos 280 muertos en tres meses en Nicaragua.

Más de 1.000 hombres fuertemente armados con ametralladoras entraron disparando a mansalva a esta ciudad de 100.000 habitantes ubicada a 30 km al sur de la capital, indicaron pobladores.

Un equipo de Agence France-Presse intentó entrar a la ciudad pero no pudieron pasar debido a que las vías fueron bloqueadas por antimotines y parapolicías que ingresaron a bordo de 37 camionetas y rodearon Masaya.

Las campanas de las iglesias sonaron al tiempo que ráfagas de armas de todo calibre se escucharon por todos lados de Masaya, dijeron testigos.

“Las balas están llegando hasta la parroquia María Magdalena, en donde está refugiado el sacerdote” de ese templo, denunció en Twitter el arzobispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, mientras la comunidad internacional intensificó sus llamados a Ortega a cesar la violencia.

“Están ametrallando las casas de manera irresponsable, el mensaje es que al que saque la cabeza lo matan, es un menaje de terror”, dijo el secretario de la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva.

“Hago con todas mis fuerzas humanas y espirituales un llamado a las conciencias de todos para lograr una tregua”, urgió el nuncio en el país, Stanislaw Waldemar Sommertag.

Desde Estados Unidos, el secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Francisco Palmieri, pidió “enérgicamente” al presidente Ortega “que no ataque a Masaya”.

“La continua violencia y derramamiento de sangre promovidos por el gobierno en Nicaragua deben cesar inmediatamente. El mundo está observando”, escribió Palmieri en Twitter.

La acción de las fuerzas gubernamentales forma parte de la llamada “operación limpieza” que policías y paramilitares iniciaron semanas atrás para desalojar de las calles a los manifestantes que exigen desde la salida del poder de Ortega, un exguerrillero de 72 años que gobierna desde 2007.

“¡Aquí vamos a morir!”

La operación del martes, en la que se observaron francotiradores, se concentró en el barrio indígena de Monimbó, donde la población ha levantado barricadas de adoquines de hasta dos metros.

“Nos están atacando con armas de alto calibre, es uno de los ataques más fuertes que han lanzado a Masaya, se oyen detonaciones y disparos de ametralladoras”, relató a la AFP Cristian Fajardo, dirigente del movimiento estudiantil 19 de Abril.

Los muchachos resisten “con morteros y piedras“, agregó.

Jóvenes monimboseños con el rostro cubierto con camisetas se protegían de los disparos detrás de las trincheras, desde donde dijeron que están dispuestos a morir por una “Nicaragua libre”.

“Aquí no vamos a dejar que entren, si tenemos que morir por nuestra patria, vamos a morir”, expresaron en un video filmado en medio del ataque.

Es un “exterminio, una masacre, un genocidio lo que se pretende cometer contra Masaya. Ortega está librando una guerra criminal en contra de su pueblo”, condenó la presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez.

La ciudad de Masaya se declaró en rebeldía contra el gobierno desde que estallaron el 18 de abril las protestas antigubernamentales que reclaman la salida del gobierno de Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.

Masaya es el único bastión rebelde que el gobierno no ha logrado doblegar en los operativos realizados en las últimas semanas.

“Golpe fracasado”

El secretario de la presidencia nicaragüense, Paul Oquist, aseguró este martes que “el intento de llevar a cabo un golpe de Estado en Nicaragua ya está acabado” y abogó por terminar de resolver la crisis mediante la reanudación del diálogo.

“El golpismo ha fracasado”, dijo Oquist en Bruselas en una entrevista con Agence France-Presse.

Mientras que la vicepresidenta Rosario Murillo celebró el avance en la “liberación” de las ciudades de las barricadas levantadas por los manifestantes, a los que descalificó como una “minoría llena de odio”.

En medio de las protestas, el parlamento, controlado por el oficialismo, aprobó el lunes una ley que castiga con 15 a 20 años de prisión el terrorismo.

La tipificación incluye a las personas que cometan actos con el propósito de “alterar el orden constitucional u obligar a un gobierno o abstenerse de hacerlo”, lo que según la oposición, busca criminalizar las protestas.

Unas 280 personas en los tres meses de protestas, pese a los reiterados llamados de la comunidad internacional para que cese la violencia.

La Alta Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Federica Mogherini, pidió este martes al gobierno de Managua poner “fin inmediato de la violencia, la represión y las detenciones arbitrarias, y de que se respeten las libertades fundamentales”.

Instó además a “que los grupos armados irregulares se desmantelen”.

Por su lado la ONU acusó a las autoridades de Nicaragua de graves violaciones a los derechos humanos, y se declaró muy preocupada por la desaparición de dos representantes del movimiento campesino; Medardo Mairena y Pedro Mena, detenidos el viernes pasado en el aeropuerto de Managua.