El referendo de este domingo en Ecuador es el último capítulo de la ácida disputa entre dos exaliados, el presidente Lenín Moreno y su antecesor Rafael Correa.

A continuación, algunos momentos clave de esta ruptura:

Primeros roces

El pasado 2 de abril, Moreno y Correa celebraron en un acto en Quito, abrazados y entre cánticos, la victoria electoral, la continuidad de la llamada “Revolución Ciudadana”, el proyecto socialista que el expresidente promovió en Ecuador desde 2007.

El 24 de mayo, Moreno, cuyo talante conciliador contrasta con el explosivo Correa, asumió el cargo y prometió un cambio de estilo, austeridad y lucha contra la corrupción.

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Rápidamente demostró que no iba a ser un títere de Correa, como algunos creían, y lideró un gobierno de “mano extendida” que lo llevó a reunirse con los archienemigos del exmandatario, entre ellos la oposición tradicional y la prensa privada.

Molesto, Correa se marchó el 10 de julio a Bélgica con su familia, no sin antes lanzar duros reproches en Twitter contra Moreno, al que tildó de “traidor” y “mediocre”.

Herencia “crítica”

El 28 de julio, en una alocución al país, Moreno acusó a Correa de haber derrochado la ingente renta petrolera recibida durante su gobierno y de haberle dejado un país sumamente endeudado, en una situación “crítica”, con un déficit fiscal cercano a 5% del PIB.

Enfurecido, el exmandatario, que atribuye la delicada situación de la dolarizada economía a la prolongada caída del crudo y a la devaluación de las monedas de los países vecinos, aseguró que Moreno está preparando un “paquetazo” de medidas económicas, obedeciendo los dictados de la oposición.

El vice correísta

Poco tiempo después, Moreno arremetió contra la ficha más fuerte del correísmo dentro del gobierno: el reelegido vicepresidente Jorge Glas, quien públicamente acusó al gobernante de aliarse con la oposición.

El 3 de agosto Moreno despojó de sus funciones a Glas, que arrastraba denuncias de corrupción en su contra. “El dedo apunta cada vez más hacia usted”, sentenció antes de que la justicia vinculara al funcionario en el escándalo de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht.

Aún en el cargo, Glas pasó a prisión preventiva el 2 de octubre y enfrentó un juicio por asociación ilícita. La justicia lo sentenció el 13 de diciembre a seis años de prisión y el 3 de enero perdió su puesto por ausencia definitiva.

Correa argumentó que el presidente usaba la lucha contra la corrupción como pretexto para desprestigiar a su gobierno y consideró a Glas un “preso político”.

Fractura oficialista

La tensa relación en el oficialismo, mayoritario en la Asamblea, se fracturó cuando el ala correísta destituyó a Moreno de su cargo de presidente del partido Alianza País (AP) el 31 de octubre.

La decisión fue desconocida por el ala morenista, que recibió el apoyo del Consejo Nacional Electoral (CNE) al ratificar a Moreno en el cargo dentro del partido.

Los correístas terminarían desafiliándose de AP con la firme intención de crear una nueva organización, de cara a los comicios regionales de 2019.

El broche final

El 29 de noviembre Moreno convocó a un referendo de siete preguntas, tres de las cuales abiertamente “anticorreístas”, sin esperar la aprobación de la Corte Constitucional.

Al día siguiente Correa, que tildó al referéndum de “inconstitucional”, se proclamó “principal opositor”.

Días después, el expresidente volvió al país para liderar la campaña por el “No”, durante la cual ha acusado al gobierno de Moreno de buscar involucrarlo en presuntos actos de corrupción para inhabilitarle políticamente.

El exmandatario fue convocado por la Fiscalía para declarar el 5 de febrero en el marco de una investigación por presuntas irregularidades cometidas durante su gobierno en la venta de petróleo a China y Tailandia.