Cuando las fuerzas rebeldes tigriñas tomaron el control de su ciudad, Derebe Wonde un joven de etnia amhara de la ciudad de Kobo, decidió emprender la huida para evitar ser reclutado.

Como él, miles de etíopes permanecen desplazados por la expansión de la guerra de Tigré a las regiones vecinas.

“Después de tomar la ciudad, las Fuerzas de Defensa de Tigré convocaron una reunión con los jóvenes. A ninguno de ellos se le permitió después volver, sino que fueron llevados a otros lugares y se les dio entrenamiento militar”, explicó

La guerra que enfrenta al Gobierno central etíope y a la región norteña de Tigré desde hace nueve meses alcanzó una nueva dimensión desde julio.

Fue en esta última en la que Derebe, temeroso de que lo reclutaran forzosamente para combatir, decidió abandonar su casa, acompañado de sus padres y su hermana.

Ahora reside en la ciudad de Dessie, situada a unos 160 kilómetros de su antiguo hogar. Es uno de los 55.000 desplazados que viven en los refugios temporales habilitados en cinco centros educativos, según confirmó el teniente Sayed Yesuf.

Sin solución para el conflicto

La guerra entre el Gobierno etíope y Tigré comenzó el pasado 4 de noviembre.

Esto, cuando el primer ministro, Abiy Ahmed, lanzó una ofensiva contra el Frente Popular de Liberación Tigré. Lo anterior, por una escalada de las tensiones políticas durante los meses anteriores y en represalia por un ataque contra una base militar federal.

El pasado 28 de junio, el Ejecutivo etíope anunció un “alto el fuego unilateral humanitario”. El Ejército nacional se retiró de varias ciudades pero las fuerzas amharas, que peleaban junto al Gobierno y habían anexionado de facto parte del oeste.

En ese escenario, los rebeldes tigriños tomaron un nuevo impulso para recuperar terreno. El conflicto se extendió hacia los territorios de Afar y Amhara, obligando a miles de personas huir.

Como Derebe, también se vio forzada a abandonar Kobo y vive actualmente en Dessie Bezuye Feleke, una joven madre que escapó a pie con su pequeño, según contó con voz quebrada pero convencida.

“Vine aquí porque la guerra escaló mucho en mi región y estábamos viendo muchas cosas dolorosas que no podía soportar”, explicó Bezuye.

Esta madre temía, dice, que se repitiera lo ocurrido al principio del conflicto en la ciudad de Mai-Kadra, en el suroeste de Tigray, donde cientos de personas de la etnia amhara fueron asesinadas a manos de fuerzas leales al FPLT.

“Mujeres embarazadas parían en medio de la carretera, estábamos tan sedientos, no había agua ni comida, algunas personas murieron en el camino”, narra Bezuye.

Ningún apoyo del gobierno etíope

Según las autoridades de Dessie, el Gobierno etíope no está proporcionando ninguna ayuda para atender a los desplazados que, en una flujo constante, llegan huyendo del conflicto.

“Hasta el momento, no hemos recibido apoyo del Gobierno federal y tampoco de ninguna organización humanitaria”, aseguró el teniente de la ciudad.

“Ahora estamos movilizando al público y los comerciantes para apoyar y alimentar a los desplazados internos”, explicó el funcionario.

Gebrekidan Asrat también acabó en Dessie, aunque él viene de la ciudad de Alamata, una de las localidades del sur de Tigré situada en territorio disputado por esta región y Amhara.

“Como mi etnia es amhara, sufrimos mucha presión y odio”, relata.

Cuando las tropas del Ejército etíope abandonaron Tigré por el alto el fuego, Gebrekidan y otros habitantes se unieron a ellas.

Ahora, están viviendo en aulas de colegio reconvertidas en dormitorios, con montañas de pupitres en un extremo y suelos recubiertos de alfombras.

A unos 30 kilómetros de esta ciudad, en la localidad amhara de Hayek, han encontrado también refugio otras 15.000 personas forzosamente desplazadas de sus hogares.

Entre ellas está Zehara Muhe, de 38 años, pero en su caso huyó a causa de la violencia interétnica desatada en la región de Oromía, fronteriza con Amhara y Afar, de donde es originaria.

Esta madre de cuatro hijos se vio obligada a huir en dos ocasiones antes de acabar en Hayek, donde reside desde hace 20 días.

“La vida es dura para mí y mis hijos -lamenta- porque no tenemos suficientes suministros comida”.

Desde el inicio de la guerra en Tigré, miles de personas han muerto, cerca de dos millones se han visto desplazadas internamente en la región y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.