“La he tenido toda mi vida. Está latente y a ratos toma más fuerza”. Esas fueron las palabras de la periodista y conductora de Meganoticias, Claudia Salas, para revelar que sufre de depresión endógena.

Se trata de un trastorno definido por la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos como “enfermedad clínica severa, caracterizada por sentimientos de tristeza, vacío, pérdida de interés, cansancio, irritabilidad, cambios de apetito e, incluso, pensamientos suicidas.

La comunicadora conduce el noticiero los fines de semana y además, desde este lunes, comenzará a presentar junto a Catalina Edwards en el nuevo proyecto de Megaplus, Meganoticias update.

No obstante, la enfermedad se complicó durante los últimos días y debió tomar una licencia médica de 42 días, con lo que regresó al canal recién la primera quincena de julio.

El pasado 1 de junio, la comunicadora contó en su cuenta de Instagram que vive con la enfermedad, “entre otras cosas que no detallaré”.

“Las personas que tienen esta enfermedad me entenderán: no es que seamos débiles de carácter ni malagradecidos. He escuchado cientos de veces ‘pero si eres linda, inteligente, tienes gente que te quiere, tienes trabajo bla bla…’ literalmente BLA. Porque eso suena en nuestras cabezas mientras tratan de ayudarnos con palabras de aliento que lamentablemente no hacen nada”, añadió.

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De luz y de sombra. Todos tenemos cargas, todos tenemos nuestros demonios. Algunos más que otros. La salud mental es algo que no sólo nos debe preocupar, también ocupar. Porque no es fácil, porque aunque no siempre se vea, existe. Y porque las enfermedades psiquiátricas son eso: enfermedades. Tengo depresión endógena, entre otras cosas que no detallaré. La he tenido toda mi vida. Está latente y a ratos toma más fuerza. Las personas que tienen esta enfermedad me entenderán: no es que seamos débiles de carácter ni malagradecidos. He escuchado cientos de veces “pero si eres linda, inteligente, tienes gente que te quiere, tienes trabajo bla bla…” literalmente BLA. Porque eso suena en nuestras cabezas mientras tratan de ayudarnos con palabras de aliento que lamentablemente no hacen nada. Si hablo de luz y de sombra es porque les aseguro que ninguno de ustedes pensó que yo vivo gran parte del tiempo con una angustia que a veces literalmente no me deja respirar. No digo esto para victimizarme, porque no soy una víctima. Lo digo para que ojalá todos podamos ser más empáticos, porque detrás de una sonrisa hay tantas cosas que no vemos. Lo digo también porque quizá hay mucha gente que como yo, lo pasó mal en silencio o pensó que ese sentimiento y esos pensamientos eran normales durante mucho tiempo. Como yo, que tenía esta enfermedad desde niña y fui diagnosticada a los 25 años. Sepan que no es normal, y que no es necesario sufrir en soledad y tener que esconderlo para siempre. Puedo decir por mi experiencia, que un diagnóstico y un tratamiento adecuado puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Literalmente. En mi caso, algún día lo fue. Y cuando eso pasó sentí alivio y sentí rabia. Porque hay miles de personas en Chile que no tienen acceso a tratamientos, porque son carísimos, (cuando empece a trabajar gastaba 3/4 de mi sueldo en tratarme) y también por desconocimiento. Con esto tampoco quiero decir que haya un remedio mágico. Muchos pierden la batalla. Hace un par de meses de hecho perdí a una de las personas con las que crecí por esta enfermedad. (Sigue en la sección de comentarios)

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En conversación con el diario Las Últimas Noticias, Salas explicó que “es una enfemedad, un desbalance químico en el cerebro. Tengo depresión endógena y trastorno del ánimo. Hay depresiones que se generan por elementos externos pero yo nací así y fui diagnosticada saliendo de la universidad, a los 25 años”.

Sus razones para hablar del tema fueron porque, asegura, sigue siendo “un tema tabú”. “No tenemos educación sobre el tema (…) Mi psiquiatra en febrero me recomendó una licencia porque estaba agotada y no me la quise tomar por el estigma alrededor del tema”, dijo.

“A la gente le da susto presentar una licencia por este tema, no se atreve a hablarlo porque la tratan de loca, y es mal visto si tomas pastillas”, añadió.

Los 42 días de reposo, recetados tras un episodio severo de convulsiones, le sirvieron para quitarse “la presión de encima”.

La periodista sentenció que volvió “muy contenta a trabajar, motivada (…) Tengo claro que no me he mejorado, porque es una lucha constante, pero mucha gente me ha escrito porque me dicen que se sintieron representados por mi publicación en Instagram”.