El miércoles pasado los televidentes debatieron acerca del primer capítulo de la nueva temporada de Nadie está libre. El programa de Canal 13 mostró la historia de tres jóvenes e irresponsables madres que vivieron la experiencia de estar en la cárcel por un día completo.

Una de ellas era Michaela Fernández, una estudiante de derecho de 20 años y madre de un niño de cuatro, al que solía dejar al cuidado de su mamá mientras ella salía de “carrete”.

Durante el programa, la joven admitió que consumía marihuana y que incluso había probado el éxtasis. Las reclusas se encargaron de hacerle ver, de la forma más cruda posible, que ese estilo de vida la llevaría a terminar en prisión o tendría consecuencias aún peores. “Estoy muy afectada por todo esto, choqueada… no quiero llegar acá, me doy cuenta de muchas cosas“, señaló en el espacio.

Preocupada por el comportamiento de su hija, Gabriela Mais, madre de Michaela, decidió inscribirla en el programa para intentar ayudarla. “Parten en las previas con los combos de piscola y se van a la una de la mañana a bailar cuando ya están curados, lo he visto de una forma excesiva. Y los papás les pasan los medios autos porque no tienen idea. Alguien tiene que dar la cara y fui yo“, explicó en LUN.

“Muchos papás desgraciadamente no quieren asumir o ver la realidad. Por eso me atreví y no me importa mucho lo que opine el resto. A mi me interesa salvar a mis hijos. No te imaginas la cantidad de mamás, compañeras, amigas mías que me han dicho ‘te pasaste para ser valiente, ojalá hubiera sabido para meter a mi hijo"”, agregó.

Canal 13
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Michaela fue mamá a los 16 años y nunca ha tomado el peso de la  responsabilidad de ser madre. Lo que complicaba las cosas es que Gabriela debe viajar mucho por su trabajo, por lo que la joven se quedaba sola muy seguido.

Ella deja a mi nieto con los otros abuelos y en mi casa se arman las medias fiestas. Tuve hartos problemas con los vecinos, me reclaman por los gritos, la bulla, me decían que esto parecía una casa de eventos. Y también estaba dejando la universidad de lado, se echó varios ramos“, confesó Mais.

Tras el programa, la joven se sometió a una terapia que la ayudó a mejorar ciertos aspectos de su vida. “-La experiencia en la cárcel- fue heavy, pero no me arrepiento para nada porque yo sabía que su integridad física no corría peligro. Si me dijeran que lo volviera a hacer, lo haría porque de verdad sirvió harto, fue un buen remezón“, agregó.

Hoy la joven cambió de vida y según su madre, ha tomado conciencia de sus responsabilidades.

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