Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
"Andor" en su segunda temporada nos sumerge en una narrativa cruda y adulta, explorando la construcción de una causa rebelde en una galaxia en conflicto. Los personajes como Cassian Andor (Diego Luna), Luthen (Stellan Skarsgård) y Mon Mothma (Genevieve O'Reilly) enfrentan decisiones difíciles, sacrificios y un ambiente opresivo imperial. La serie destaca por sus actuaciones envolventes, una narrativa circular y la representación visual única de la vasta galaxia de Star Wars. Además, se adentra en la brutalidad y la verdadera naturaleza del Imperio Galáctico, reflejando paralelismos con dictaduras históricas.
Asesinatos, corrupción política, opresión, consumo de drogas y hasta un intento de violación. ¿Suena a Star Wars? Muchos dirían que no. Pero, en efecto, es el crudo relato que nos muestra la segunda temporada de "Andor", en una galaxia en conflicto que lucha por su libertad.
Los buenos mueren.
Sí, ya conocemos el final. Desde la aclamada Rogue One, estrenada hace ya nueve años, sabemos que el destino del héroe de la galaxia rebelde es morir en una playa del planeta Scarif.
Esa es la frontera de nuestro protagonista. Sin embargo, teniendo como base esta (aparente) limitación, los realizadores demuestran que, aún sin sable de luz o habilidades con la fuerza, la historia de Cassian Andor es una espectacular clase de cómo desnudar la realidad… usando la ficción.
En BioBioChile pudimos ver la segunda temporada de “Andor”. A continuación, una reseña de esta historia.
Asesinatos, corrupción política, opresión, consumo de drogas y hasta un intento de violación. ¿Suena a Star Wars? Muchos dirían que no. Pero, en efecto, lo es.
Envalentonada por una exitosa primera temporada, esta segunda parte es un relato crudo del funcionamiento de una galaxia en conflicto. Se trata de una propuesta más adulta que siembra en el lado gris de una historia que normalmente nos plantea estrictos blancos y negros.
En estos nuevos 12 episodios se nos presenta a un Cassian (Diego Luna) comprometido con la construcción de una causa rebelde aún en pañales. Seguimos también a Luthen (Stellan Skarsgård) y Mon Mothma (Genevieve O’Reilly), quienes deberán dar el salto a ciegas definitivo por su destino. Son episodios de decisión, dolor, sacrificio y mucha (realmente mucha) fe.
En resumidas cuentas, el regreso de “Andor” elevó una apuesta y el resultado es DESLUMBRANTE.
Más allá de las explosiones y efectos especiales, su magia radica en lo real que se sienten sus personajes. No es la aventura idílica del protagonista al que no le entran balas.
Constantemente la serie expone a sus personajes a situaciones que requieren decisiones difíciles. El gris está presente en todo el relato, porque entiende la magnitud de su contexto. Cada participante de este ajedrez está en una permanente cuerda floja.
Ese balance del gris permite moverse entre escenas plenamente conmovedoras, a momentos de alta tensión de forma natural y profundamente humana.
¿Lo actoral? Envolvente. ¿Lo visual? Imponente.
Ya sabemos cómo acaba Cassian. Eso, en vez de ser una desventaja, sirvió para construir una narración perfectamente circular, legible y sin una dependencia hacia cameos o más guiños que los necesarios (lo que los hace aún más disfrutables).
Una aventura parcelada permite construir personajes desde cero que pueden, o no, ganar; pueden, o no, vivir.
Sin embargo, esa incertidumbre no nos importaría si la escritura e interpretación quedaran al debe. Bueno, pues aquí la audiencia es la que debe unos buenos aplausos.
Diego Luna en papel protagónico es entrañable. No es el carisma seductor de un Han Solo, sino que su honestidad va por la empatía que produce su retrato de alguien cansado de huir, dispuesto por fin a enfrentar su destino y entregar su corazón por una causa más grande que él.
Stellan Skarsgård como Luthen da cuenta, una vez más, de su impresionante capacidad interpretativa. Logra hipnotizar y generar un ambiente tan envolvente que se roba cada escena. Está cansado, sí, pero este perro no se irá sin morderle el cuello al Imperio.
No puedo dejar de destacar la espectacular interpretación de Denise Gough como Dedra Meero, antagonista de la serie. Es una oficial imperial absoluta. Calculadora a la vez que emocional. Una escena en particular, luego de un hecho shockeante en un planeta ocupado por el Imperio, una impecable muestra de su talento sin necesidad de diálogo.
Ahora, uno de los personajes que se anunció con mayor entusiasmo fue la aparición de Ben Mendelsohn como Orson Krennic, villano principal de Rogue One. Su interpretación de un personaje que poco a poco es desbordado por la presión de una institución consumidora es fenomenal. Sin embargo, su participación es más bien reducida.
Instagram @andorofficial
Todo el cast tiene su momento para brillar, incluyendo el apartado visual. Y aquí quiero destacar algo que se extrañaba de Star Wars: plasmar la identidad de sus mundos. Es una galaxia tan vasta que la diferencia es fundamental.
Sabes cuando estás en Chandrila por sus acantilados y rasgos Art Deco, o reconoces Coruscant por la monumentalidad de sus edificios, cuyos esquemas son inspirados en la Ciudad de las Ciencias y las Artes de Valencia (la arquitectura de Calatrava encaja perfecta).
Tal vez algunos extrañen un momento escenográfico tan deslumbrante como la lluvia de asteroides en Aldhani de la primera temporada, pero es compensado por actos épicos, como la obertura del primer episodio con el TIE Fighter.
Un Imperio como lo que es: una dictadura
¡Al fin! Es amenazante, cruel y presentado como lo que es: UNA DICTADURA.
Aunque goce de una reputación enorme como entidad opresora, la realidad es que son muy reducidas las ocasiones en que sea retratada la crueldad del Imperio Galáctico.
En la serie ocurre un acto brutal de opresión. No sólo por su culminación, sino que todo el entramado que genera la maquinaria imperial es una especie de espejo con las disputas comunicacionales de nuestros días, con avalanchas de información, una proliferación de las fake news y el sacrificio constante de la verdad.
El paralelismo con nuestra Historia es evidente. La inspiración en las dictaduras europeas de la primera mitad del siglo XX es palpable. Incluso, el planeta que resulta ocupado por las fuerzas del imperio tiene un idioma local fonéticamente muy parecido al francés, como una rima con la Francia ocupada por los nazis entre 1940 y 1944.
La serie rescata la idea de una verdadera bestia venenosa, que no duda incluso en cercenar a sus propios miembros para alcanzar la supuesta gloria, que responde nada más que al egoísmo de sus mandos. Esto, cavando su propia tumba.
Un abrazo al alma de Star Wars
“Andor” traduce la raíz de una rebelión. ¿Por qué personas de toda la galaxia se levantarían ante un enemigo tan poderoso y despiadado? ¿Qué podría ganarle al miedo? Hay algo más allá del horizonte del miedo.
Pudo quedarse en una aventura más que ocurrió hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana. Pero es una serie de carne y hueso. Un recordatorio de que, aunque tarde o temprano los buenos mueran, vale la pena ser uno de ellos y luchar por un nuevo amanecer.
Una historia atrapante, honesta y desafiante, con un elenco vibrante y una escenografía imponente. Puede no ser una historia convencional de duelos con sable de luz, pero “Andor” temporada 2 es lo mejor que le sucedió al alma misma de Star Wars en mucho tiempo.
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