Quizás no sea una de las personas más famosas de la realeza británica, pero a sus 70 años, la princesa Ana, única mujer entre los retoños de la reina Isabel II, destaca por su discreción, rápido ingenio, humor negro y un leve descaro que heredó de su tía, la Princesa Margarita.

La serie de Netflix, The Crown, que relata la vida de la familia real británica, levantó su popularidad al mostrarla durante la tercera temporada como parte del cuadro amoroso que involucraba a su amante, Andrew Parker Bowles, Camilla Parker Bowles y su hermano, el príncipe Carlos.

Una juvenil Erin Doherty da vida a la princesa que vio como su nombre creció en las búsquedas de Google. Sin embargo, la serie no cuenta toda la historia de Ana, que pese a su discreción pública, tiene mucho que contar.


Sin cuento de hadas

Vogue destaca que Ana de Windsor fue nombrada la miembro más trabajadora de la familia real británica, por tres años seguidos. Trabaja oficialmente para la corona desde los 18 años, aunque como todos los habitantes de Buckingham, es conocida desde el día en que anunciaron que venía en camino.

La segunda hija de la reina Isabel llegó en 1950 a la vida de los Windsor, llevó una vida menos estricta que su hermano Carlos, el heredero de la corona, sin embargo, a menudo comentan que ella podría haber sido perfectamente, una buena reina.


De su madre, heredó la pasión por los caballos, dedicándose a la equitación, deporte por el que incluso representó a Reino Unido en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976 y que luego inculcó a su hija Zara, quien participó en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, ganando la medalla de plata.

Sin embargo, no todo ha sido como en un cuento de hadas para la princesa, vivió un traumático hecho en 1974. Cuando volvía de un acto benéfico en Buckingham fue asaltada por Ian Ball, un hombre que intentó secuestrarla con el objetivo de cobrar 2 millones de libras, solicitando que la propia reina de Inglaterra se los entregara en un avión que lo encaminaría a Suiza.

En el asalto, Ball disparó al guardaespaldas de la princesa, el chofer y un periodista que estaba en la zona para encontrarse con Ana, quien recordó la situación en un programa televisivo donde señaló que fue muy educada al intentar negociar “porque me parecía una tontera ponerme brusca” . “Le dije que no me iría con él, muchas gracias”, aseguró.


Afortunadamente, la princesa tuvo la ayuda de Ronnie Russel, un boxeador que pasó por el lugar y golpeó a Ian Ball, frustrando el intento de secuestro y dando tranquilidad más a la reina de Inglaterra, que lo condecoró con la Medalla de la Valentía y pagó la hipoteca de su casa como agradecimiento por haber salvado a su hija, consignó ABC.

¿Escándalos? Tiene sangre real, tiene escándalos

El 14 de noviembre de 1973 fue la primera de los hijos de la reina Isabel en contraer matrimonio al unirse al capitán Mark Phillips, en una boda que fue uno de los grandes eventos de la década, tal como todos los matrimonios de la monarquía inglesa que se celebran por lo alto.

La pareja, que se conoció en un evento de equitación en México, anunció su matrimonio con una entrevista que apuntaba a si podrían soportar la presión mediática que lleva la publicidad de la familia real. Phillips contestó: “Creo que ya hemos resistido mucho este año” para ser interrumpido por Ana, quien señaló: “Tiene que hacerlo ¿no es así?, destacó Vanity Fair.


El matrimonio tuvo dos hijos Peter Phillips en 1977 y Zara Phillips (Tindall luego de casarse) en 1981, quienes no llevan título real por decisión de su madre, con el objetivo de que tuvieran una vida más tranquila. Sin embargo, un tercero vendría a sumarse a los pequeños, aunque la madre no era la princesa.

Heather Tonkin, una profesora de arte neozelandesa tuvo en 1985 a Felicity, la hija extramarital del capitán Phillips, cuya paternidad se comprobó en 1991 tras una demanda y una prueba de ADN.

La pareja, que anunció su separación en 1989, firmó su divorcio en 1992, el “año horrible” de la reina de Inglaterra, cuando, además de otras tragedias, sus hijos Carlos y Andrés también protagonizaron escándalos que terminarían con sus respectivos divorcios, destacó El Mundo.

Sin embargo, el amor llegaría pronto a la vida de Ana, quizás demasiado pronto, porque sólo 8 meses después de firmar el divorcio se unió al vicealmirante sir Timothy Laurence, con quien había comenzado una relación cuando aún estaba casada con su ex marido, consignó Vanity fair.

De esta forma, se convirtió en la primera divorciada de la familia real que se volvía a casar, claro que esta vez fue en una pequeña y privada ceremonia en Escocia, considerando que la iglesia de Inglaterra no le permitía volver a contraer el sagrado vínculo.

“Es bastante divertido que se haya casado primero con un oficial del Ejército y luego con un oficial de la Marina. Así que debe haber algo de ese mundo que le atraiga”, comentó Timothy en la celebración de los 70 años de la princesa.

Políticamente incorrecta

Si hay algo que tiene de parecido a su padre, Felipe de Edimburgo, es su honestidad, pese a que sus declaraciones no resulten políticamente correctas.

Respecto del embarazo de su primer hijo, habría mencionado a un cineasta que había pasado “seis meses muy aburridos”.

Además, no tiene problema alguno en reprender a alguien si se acerca con su teléfono, señalando: “No me molesto o solo digo ‘si quiere preguntarme algo, le sugiero que lo deje’”.

Pero más dura fue con el golf, deporte que a su parecer “luce como una forma muy ardua de salir a caminar. Yo prefiero pasear a los perros”, destaca la revista de Condé Nast.

Sin embargo, algo con lo que no es incorrecta es la moda. Destacada como un “icono de estilo” por el director de Vogue UK, Edward Enninful, casi no compra ropa, puesto que la equitación y largas caminatas en su propiedad de Gatcombe Park han hecho que su cuerpo cambie muy poco, permitiéndole reutilizar prendas que tienen más de 40 años.

Es fanática de las chaquetas Barbour y las prendas de Harris Tweed, pues a su juicio “su ropa tiene el mismo aspecto al final del día que cuando te la pones por la mañana. Brillante”. Por lo mismo, las lleva cada vez que su agenda le da días complicados.


Además, preside la Asociación del Textil y de la Moda del Reino Unido lo que la llevó a la Semana de la Moda de Londres en febrero de este año, donde entregó un premio a la diseñadora de joyas Rosh Mahtani, fundadora de la marca Alighieri.

Para la ocasión, Ana recicló uno de sus trajes que ya había utilizado en una recepción real, y fue al evento en metro, tomando el tren en la estación más próxima a Buckingham, Green Park, hasta St. Paul, informó Vanity Fair.

La princesa cumplió 70 años en agosto pasado y pese a la pandemia del coronavirus, se mantiene activa en sus compromisos, incluso asistiendo con mascarilla, a la que no dudó bordar su escudo, un signo más de su estilo, fiel a la corona y a ella misma.