Nadie puede discutir que Anne Hathaway es una de las estrellas de Hollywood más queridas y populares del mundo. Gracias a su talento y carisma, la actriz logró conquistar la industria del cine, que la ha premiado con dos nominaciones al Óscar y un galardón de los premios de la Academia.

Pero para llegar a tocar la fama, Anne tuvo que esforzarse ya que venía de una familia de clase media establecida en Brooklyn, Nueva York. Su padre era abogado y su madre actriz.

Hathaway fue criada como católica romana, sin embargo, al enterarse que su hermano mayor era gay, ella y su familia decidieron abandonar la iglesia debido a sus creencias acerca de la homosexualidad.

Durante toda su infancia trabajó para convertirse en actriz y obtuvo su primer rol serio en 1999, con apenas 16 años. Get Real era el nombre de la sitcom donde también participó Jesse Eisenberg, sin embargo, al año siguiente daría su mayor salto a la fama al interpretar a Mia Thermopolis, en El diario de una princesa.

 Princess Diaries
Princess Diaries

Dicha película le abrió las puertas de Hollywood, de la fama y de la envidia. Tras la cinta, el trabajo no le faltó a Anne, quien llegó a participar hasta en cuatro proyectos en un año.

El diario de una princesa 2, Secreto en la montaña, Ella Enchanted y El Diablo Viste a la Moda, fueron sólo algunos de los éxitos que tuvo en menos de cuatro años.

Pero mientras su popularidad aumentaba en el público, dentro de Hollywood comenzó a hacerse de enemigos, quienes la cuestionaban por “ser demasiado perfecta” y aseguraban que era una persona difícil para trabajar, puesto que al igual que Christian Bale y Daniel Day Lewis, Hathaway es una actriz de método, que vive en la piel del personaje hasta que termina el rodaje.

Luego que ganara el Óscar por su trabajo en Les Miserables (donde bajó descuidadamente de peso para su rol de Fantine), aparecieron en redes sociales los Hathahaters, quienes cuestionaban todo sobre la actriz, desde su corte de cabello hasta la naturalidad con la que recibía y aceptaba los premios que ganaba. En esa época también apareció un artículo en Buzzfeed titulado, ¿Por qué la gente odia a Anne Hathaway?, lo que hirió profundamente a la actriz.

“Fue como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago o me abofetearan, me quedé estupefacta y avergonzada. Incluso ahora siento la vergüenza”.
- Anne Hathaway

Lo que nadie sabía es que la actriz no era tan perfecta como pensaban y además de lidiar con la depresión y ansiedad desde su infancia, también se enamoró de un estafador italiano que se apropió de 50 millones de dólares invertidos por importantes billonarios para la compra de iglesias católicas en Estados Unidos.

Les Misérables
Les Misérables

El italiano seductor

En 2004, Anne comenzó un romance con Raffaello Follieri, un italiano de 25 que había llegado a Estados Unidos un año antes, con un sólo objetivo: convertirse en el próximo Aristóteles Onasis, el magnate griego que había cultivado su primer millón de dólares a la misma edad que él.

Con un encanto inigualable, siempre bien vestido y con una enorme capacidad de convencimiento, se presentó como un hombre con los contactos adecuados en el Vaticano para ayudar a la Iglesia Católica norteamericana a crecer y conseguir la liquidez que necesitaban por los acuerdos extrajudiciales con las víctimas de los escándalos por abusos sexuales.

Según consigna un artículo de la época de The New York Times, el hombre llegó al punto de afirmar que debido a su estrecha relación con el Vaticano podía comprar propiedades de la iglesia a precios por debajo del mercado en Estados Unidos, que lo habían designado formalmente para administrar los asuntos financieros de la entidad y que incluso visitaba al Papa cada vez que se encontraba en Roma.

Agence France-Presse
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En la realidad, consignó el diario español El País, Follieri tenía sólo un conocido, Andrea Sodano, sobrino del cardenal Angelo Sodano, secretario de estado de la Santa Sede en ese tiempo.

En Manhattan el italiano creó Follieri Group, una empresa consultora inmobiliaria, con la cual se hizo cargo de la compraventa, alquiler y cesión de propiedades de la Iglesia. Además conseguía inversores y donadores para ella, aunque el dinero iba sólo a un lugar: su bolsillo.

Y es que Raffaello creía que si invertía en sí mismo, en ropa lujosa, autos de colección, estadías en los mejores hoteles del mundo, nuevos inversores con más dinero llegarían pronto a su lado y recuperaría todo lo usado.

Pronto se abrió camino entre los billonarios de Estados Unidos, incluido Douglas Band, un importante asesor de Bill Clinton que puso a Follieri en contacto con el expresidente, quien agradeció al italiano públicamente una donación de 50 millones de dólares a la Fundación Clinton… la que nunca se hizo.

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En medio de toda esa locura se cruzó con Anne Hathaway, quien por ese tiempo tenía 21 años y disfrutaba de la popularidad gracias a su trabajo en El diario de una princesa 2 y Ella Enchanted.

Se conocieron a través de un amigo en 2004 y no se alejaron más. Para su primera cita, Follieri llegó una hora tarde y obviamente Hathaway estaba furiosa, pero él le envió un ramo de 12 rosas rojas, que la calmaron.

“Fue totalmente amor a primera vista. Él es tan guapo … Se ve como un dios”.
- Anne Hathaway.

Él la cortejó con viajes en aviones privados a París, Roma y Londres, hospedándose en lujosos hoteles, además de llevarla a fiestas en casas de famosos, como el diseñador Óscar de la Renta.

En una ocasión rentó el mismo yate donde el difunto excandidato a la presidencia de Estados Unidos John McCain había celebrado su cumpleaños, a quien incluso le aseguró que le conseguiría los votos de los católicos.

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El hombre, por su parte, alardeaba con sus excentricidades. De hecho, un amigo de la pareja aseguró a la revista Vanity Fair, que vio una foto de ambos junto al Papa Juan Pablo II. “¿Fue una audiencia privada? No tengo idea”, afirmó.

Cuando formalizó la relación con Hatthaway se fueron a vivir a un departamento en la Trump Tower con vista al Rockefeller Center, por el cual pagaba $37.000 dólares al mes (24 millones de pesos chilenos), además contrató seguros de salud para sus padres y para la actriz.

La relación, sin embargo, no era de las mejores y peleaban y terminaban frecuentemente. “Anne siempre estaba ahí en el departamento. Podía decir que estaban enamorados, pero… él tenía mal genio. Creo que ella estaba más enamorada de él que viceversa”, agregó a la revista un exempleado del lugar.

En una entrevista a mediados de 2007, la actriz aseguró que no se había casado aún, porque su novio aún no se lo proponía, pero “no podría amarlo más si estuviéramos casados, estoy muy feliz”.

Su relación con Anne también le permitió adquirir cierta fama y además catapultar su negocio. Fue así como creó la fundación Follieri, la que se dedicaría a reunir dinero para llevar vacunas para niños en países pobres.

Hathaway se unió a la junta directiva y se convirtió en uno de sus rostros, pero la organización cumplió sólo en Nicaragua y finalmente cerró por falta de fondos.

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El inicio del fin

En 2005, el italiano conoció al millonario Ron Burkle, propietario de la empresa de inversión Yucaipa Companies, quien invirtió 100 millones de dólares en su compañía y se convirtió en su socio, lo que finalmente acabaría con las estafas de Follieri.

Un año después, Burkle demandó a Rafaell por gastar más de un millón de dólares
de la empresa Follieri/Yucaipa Investments LLC. en asuntos personales, como contratar una agencia de élite para cuidar de su perro, alquilar yates y jets privados y disponer de hasta 150.000 dólares en gastos médicos, según asegura El País.

Si bien llegaron a un acuerdo extrajudicial, las cosas cambiarían rápidamente. Pronto aparecían más demandas por incumplimiento de contratos e incluso por cuentas no pagadas, que lo llevaron a ser arrestado en más de una ocasión.

Con su imagen dañada, el hombre comenzó a tener problemas de dinero y Anne tuvo que empezar a pagar el arriendo del departamento que compartían.

La familia de la actriz comenzó a preocuparse por lo estaba ocurriendo e incluso su padre contrató un detective privado para investigar a Follieri.

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Corría 2008 y la relación comenzó a desmoronarse rápidamente al igual que la empresa del italiano. En ese periodo la actriz estaba promocionando la película Get Smart con Steve Carell, por lo que cuando regresó a Nueva York se reunieron para hablar, pero las cosas no terminaron bien y ella finalizó el romance. Tras ello se embarcó nuevamente en la gira y no volvió a ver a Follieri.

Finalmente se inició una investigación en su contra y la fiscalía lo imputó con tres cargos de blanqueo de dinero, seis de fraude y uno de conspiración para cometer fraude.

Aunque Anne no fue imputada, la policía confiscó sus diarios personales en busca de pruebas, además de fotografías, un reloj de Tiffany y una antigua Biblia.

El hombre fue arrestado y el juez impuso una fianza de 21 millones de dólares, que por supuesto, no pudo pagar.

En octubre de 2008, Follieri se declaró culpable de los cargos en Manhattan y el juez federal John Koeltl impuso una sentencia de prisión de 4 años y medio. Fue liberado el 25 de mayo de 2012 y deportado a Italia inmediatamente después.

Anne Hatthaway, por su parte, se casó con el empresario y actor Adam Shulman en 2012, con quien tiene un hijo.

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