La pandemia del covid-19 ha causado una contracción en la economía que provocó muchos casos de deudas, desempleo y hasta quiebras, situación para la que las personas usualmente no están preparadas.

Todas estas crisis, o perturbaciones más o menos repentinas de las finanzas, pueden causar algo llamado estrés financiero, que es la angustia provocada por la incapacidad de acceder a las metas financieras, generalmente por tener gastos mayores a los ingresos percibidos.

Aunque nadie está a salvo de sufrir de estos problemas, es posible prevenirlos para evitar que sucedan o aminorar su efecto lo más posible.

Para eso te entregamos estos 5 consejos:

1. Siempre bien informado

Según datos de un informe publicado por la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda en junio de este año, “sólo el 6,2% de una muestra representativa de la región Metropolitana respondió correctamente tres preguntas relacionadas con conocimiento financiero, lo que está muy por debajo de economías como Australia (42,7%) y Nueva Zelanda (24,0%)”.

Sin embargo, de acuerdo a la OCDE, la educación financiera es uno de los elementos más importantes para tomar decisiones informadas que mejoren su bienestar. Por eso, es responsabilidad de cada uno involucrarse en la administración de la vida financiera personal.

Rafael Donoso, cofundador de Focus AGF, explica que “ese es un problema relevante en Chile y que, de la mano de las Fintech, se están comenzando a ver esfuerzos interesantes en la industria para acercar las finanzas a las personas”.

2. Planificarse bien

El orden presupuestario no es sólo responsabilidad de quienes tienen más dinero. Alguien de bajos recursos también puede, y de hecho debería aún más, ocuparse de organizar sus ingresos y gastos para que nunca le falte liquidez. La clave está en ser ordenado y no tener gastos recurrentes mayores a los ingresos.

Donoso argumenta que al planificar con tiempo los gastos que cada persona o grupo familiar deberá enfrentar a futuro, se puede ahorrar sin que eso implique una merma relevante en el nivel de vida presente, generando las condiciones para que las personas sean más felices.

3. Ahorrar, ahorrar, ahorrar

Por eso mismo, ahorrar es una de las mejores prácticas financieras. Hacerlo es la mejor forma de prevenir el estrés financiero, dando tranquilidad cuando ocurren situaciones económicas no previstas.

Especialmente cuando llegan inyecciones financieras como el nuevo 10% de las AFP, lo recomendable es, si se puede, ahorrar ese dinero para así no verse en aprietos futuros.

En ese contexto, el socio de Focus indica que “ahorrar es difícil. Para nadie es más atractivo ahorrar que salir a comer, hacer un viaje o comprar una televisión nueva. Por eso una buena forma de ahorrar, es haciéndolo en diferentes bolsillos. Un ahorro para cambiar el auto, otro para la educación de los hijos, y otro para la jubilación, etc. De esa forma el ahorro se hace algo más tangible”.

4. Evitar la deuda innecesaria

En el mundo actual es casi inevitable tener alguna deuda para poder vivir. Pero si más de un tercio de los ingresos se va para pagar deudas es porque la persona está sobre endeudada, y debe tomar medidas para salir de esa situación.

Acá es muy relevante distinguir entre las distintas deudas; “es muy diferente un crédito hipotecario para la casa, que mantener una deuda constante en la tarjeta de crédito. La clave está en fijarse en el CAE (carga anual equivalente) que es un indicador que contiene todos los gastos, intereses y seguros asociados a ese crédito”, indica Donoso.

Asimismo, es importante evitar entrar en una deuda para salir de otras, ya que eso muchas veces empeora el problema.

5. Acumular un fondo de emergencia

En el pasado la gente guardaba monedas en un frasco de vidrio. La recomendación de los expertos es mantener en la cuenta un colchón de ahorro equivalente a unos tres meses de sueldo, para estar cubierto en caso de cesantía inesperada o cualquier otro imprevisto.

Los equivalentes actuales de esa práctica son herramientas como depósitos a plazo o fondos mutuos de bajo riesgo, que permiten guardar dinero para emergencias sin tener tan claro un objetivo, pero sabiendo que en cualquier momento puede ser necesario.

Es importante considerar que este tipo instrumentos no son recomendables para inversiones de largo plazo, puesto que si bien tienen bajo riesgo de perder valor, por lo mismo generan un muy bajo retorno a largo plazo.