La Corte Suprema confirmó un fallo en el cual se le ordenó a una automotora a indemnizar a un cliente, al cual le vendió un vehículo nuevo con fallas técnicas.
En detalle, el afectado inició acciones legales en contra de la Automotriz Cordillera SA, a la cual le compró un Ford Explorer en 2014, por el cual pagó $17.260.000.
El cliente presentó una serie de pruebas y relatos con el cual comprobó que la empresa comercializó dicho vehículo con una serie de problemas, los cuales comenzó a percibir casi inmediatamente después de empezar a movilizarse en este.
Pero hubo un episodio que fue el más grave y que fue detallado en el fallo en primera instancia: en 2017, el hombre viajaba por la carretera junto
a sus cinco hijos y el vehículo comenzó a realizar sonidos fuertes.
Luego, comenzó a salir humo del compartimiento del motor “en cosa de segundos”.
Conforme al fallo -disponible en el sitio web del Poder Judicial- los menores “comenzaron a llorar y no podían respirar por la enorme cantidad de humo que salía”, el cual también emanó “por debajo del tablero, el cual llegaba directamente al habitáculo de los pasajeros, asfixiándolos”.
Por lo anterior, el hombre comenzó a auxiliar a sus hijos y usó el extintor del auto para intentar controlar el incidente (había explotado la caja de cambio).
Las fallas técnicas del vehículo continuaron y frente a ello, se acercó a la automotora, acusando haber recibido “solo reparaciones circunstanciales que no solucionaron la grave falla de fábrica que tenía el vehículo”, situación que lo llevó a encontrarse en un estado de grave desamparo, dado que compró un vehículo familiar nuevo, de elevado costo económico.
Pese a que la automotora presentó sus argumentos frente a la Justicia, se determinó que hubo un daño moral en el cliente, por lo que deberá ser indemnizado con $10.000.000.
El fallo en primera instancia señaló que el automóvil Ford Explorer adolecía de un defecto en su caja de cambios que la hacían inservible para su propósito natural o para utilizarla conforme a su destino, puesto que constantemente debió ser llevado al taller mecánico para que la revisaran y cambiaran la caja de cambios, hasta que finalmente explotó.
La demandada, se argumentó, “infringió la obligación” de entregar un vehículo “en estado de servir conforme a su destino (…)”.