El Banco Central Europeo (BCE), tal como se esperaba, confirmó este jueves su sistema de apoyo a la economía de la zona euro, en un contexto de restricciones prolongadas a causa de la pandemia, que pueden bloquear la recuperación.

Su principal arma, el programa de compra de deuda pública y privada (PEPP) lanzado en marzo frente a la primera oleada de contagios, para mantener condiciones de financiación favorables, aún debe relacionarse con los 1,85 billones de euros que se utilizarán desde ahora hasta marzo de 2022.

Este paquete “no debería utilizarse por entero” si el BCE considera que el ritmo de compra de activos es suficiente para garantizar estas buenas condiciones, añade el comunicado.

Por el contrario, esta dotación también podría “recalibrarse”, en caso de un “shock negativo” relacionado con la pandemia sobre el nivel de inflación, principal objetivo que persigue la institución.

El otro programa, más antiguo, denominado “QE” (“Quantitative Easing” o “Flexibilización Cuantitativa”), ha sido mantenido a su nivel actual de 20.000 millones de euros por mes, sin brindar un horizonte en el tiempo.

Las instituciones que presten bastante dinero a los actores económicos podrán solicitar préstamos al BCE a una tasa hasta de 50 puntos de base menor que la tasa de depósito, mantenida este jueves en -0,50%, mínimo histórico.

Este último continuará aplicándose a la liquidez bancaria ‘dormida’ en las cajas del BCE, salvo si se distribuye en forma de créditos.

La tasa directriz aplicada a la refinanciación bancaria a corto plazo se mantuvo en cero, un nivel en el que se encuentra desde 2016.

Este arsenal permitirá a los Estados, empresas y hogares obtener préstamos a bajo interés, para estimular la inversión y el empleo y también, finalmente, los precios.

El Consejo de gobernadores continúa dispuesto a “ajustar de manera adecuada sus instrumentos” para ganar su apuesta sobre la inflación, afirmó la institución.

“Una estimulación monetaria importante sigue siendo esencial para preservar condiciones de financiamiento favorables”, consideró la presidenta del BCE, Christine Lagarde, tras la reunión del Consejo de gobernadores.

Más riesgos

La evolución de la situación sanitaria está en el centro de atención del BCE.

“La intensificación de la pandemia plantea riesgos para las perspectivas económicas a corto plazo”, declaró Lagarde a los periodistas.

“Es probable que la producción se reduzca en el cuarto trimestre de 2020”, agregó, tras la fuerte recuperación experimentada luego del levantamiento del confinamiento en el verano pasado. Y el primer trimestre de 2021 se anuncia también decepcionante por la prolongación de las restricciones en Europa.

Lagarde sigue confiada en lo que respecta la segunda parte del año. Estima que las últimas previsiones de la institución con sede en Fráncfort, que calcula un crecimiento del PIB de la zona euro de 3,9% este año, siguen siendo ampliamente válidas.

El BCE puede también sentirse confiado, pues los mercados obligatorios siguen calmados pese a las crisis gubernamentales en Italia y Holanda.

La apreciación del euro es sin embargo un problema para el banco central, que no logra hacer subir la inflación a un 2% en deslizamiento anual, nivel considerado adecuado para ayudar la actividad.

Desde fines de febrero, el euro se apreció en más 10% frente al dólar, por lo que la BCE “vigila con mucha atención las tasas de cambio”, dijo Lagarde.