Un llamado a que más productores conozcan la normativa que regula la producción orgánica y que es fiscalizada por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), realizó la oficina metropolitana tras un encuentro virtual realizado con Organizaciones de Agricultores Ecológicos inscritas de la región.

El objetivo es que más productores silvoagrícolas y pecuarios, que estén interesados en este tipo de manejos, se acrediten oficialmente y puedan utilizar el sello orgánico del SAG para comercializar sus productos.

El seremi de Agricultura, Pedro Guilisasti, se sumó al compromiso de apoyar la difusión del Sistema Nacional de Certificación y el uso del sello orgánico, que busca que los consumidores puedan diferenciar aquellos productos ecológicos certificados por la norma nacional.

Este sistema se creó en 2006 gracias a la promulgación de la Ley 20.089 y da potestad al Servicio Agrícola y Ganadero para administrar y mantener registros de aquellos productores o procesadores que busquen certificar la calidad de orgánico de sus productos.

“Estos certificados son entregados de manera anual por empresas certificadoras o por organizaciones de agricultores ecológicos. La segunda opción implica un proceso de autocertificación”, comentó André Bañados, profesional de Recursos Naturales del SAG Metropolitano.

¿Qué es realmente un producto orgánico?

Cuando leemos o nos ofrecen un producto bajo la etiqueta de orgánico, muy pocos saben cuál es el proceso que debe pasar para ser etiquetado bajo esa categoría.

Para eso, la Ley 20.089 indica que los productos que se denominen como orgánicos deben estar certificados y cumplir con requisitos, como haber sido producidos o elaborados bajo un manejo sustentable, amigable con el ecosistema y medio ambiente; sin  plaguicidas sintéticos y ausentes de metales pesados, entre otros. Y, en el caso de la producción animal, no se permite el uso de antibióticos ni hormonas sintéticas.

“Casi la totalidad de los productos que se exportan como orgánicos son certificados por alguna de las empresas inscritas en el SAG, al igual que muchos de los productos provenientes de empresas que se comercializan en el país. Sin embargo, gran parte de los productores, pequeños agricultores y economías familiares que abastecen a las ferias libres y los mercados nacionales de productos frescos, no cuentan con las condiciones económicas para poder costear una certificación. Por eso es importante que conozcan la posibilidad de autocertificación, en que pueden organizarse e inscribirse en el sistema oficial, o ingresar a una organización de agricultores ya existente, pues es una gran alternativa”, agregó Bañados.

La idea de agruparse en una organización de agricultores ecológicos y autocertificarse no sólo es un ejercicio para alivianar costos y potenciar la comercialización de productos, sino que también garantiza al consumidor que está adquiriendo un producto agroecológico, de calidad e inocuo.

“Ya no sólo basta con que el consumidor confíe en tu producto, quizás para un mercado local y de menor tamaño sí. Pero ¿qué pasa si el o los productores quieren salir de las fronteras? La certificación le abrirá caminos de manera más fácil a nuevos proyectos internacionales”, aseguró André Bañados.