Francia se unió esta semana al grupo de países que están adoptando la nueva red de telefonía móvil 5G, una tecnología que debería revolucionar el uso de internet pero cuyo despliegue está encontrando numerosos obstáculos.

Los operadores de Estados Unidos fueron de los primeros en lanzar ofertas comerciales 5G –un internet móvil mucho más rápido que el actual– en algunas ciudades del país. Pero el resultado no ha sido el esperado.

Además, en algunos lugares, los operadores anunciaron 5G cuando en realidad solo se trataba de una red 4G mejorada. El sistema necesita además teléfonos modernos y equipados de la nueva tecnología.

“Existe el riesgo de un efecto negativo, los consumidores descubrirán que se burlaron de ellos anunciando una 5G que en realidad todavía no existe”, apunta Stéphane Téral, director de investigación de industria móvil en la consultora IHS Markit.

“Si un operador lanza ofertas específicas, los demás le siguen muy deprisa porque tienen miedo de perder abonados si no actúan”, apunta Samer Mourad, un analista de la consultora Analysys Mason.

“Puede haber decepción entre los clientes pero si todos los operadores lanzan su red 5G de la misma calidad y al mismo precio hay menos riesgo de perder clientes”, agrega.

Sin embargo esta carrera de velocidad puede provocar daños colaterales, como en Reino Unido, donde, cuando se puso en marcha, la 5G tenía una velocidad de conexión inferior a la 4G.

“Solo estamos al principio. Los operadores intentan poner en marcha rápidamente nuevos servicios pero en realidad se necesita tiempo para que esta tecnología sea accesible a todo el mundo”, dice Mourad.

En algunos casos los problemas no son culpa de los operadores, como en Suiza, donde el objetivo de cubrir el 80% del territorio con 5G en 2019 se enfrenta a la preocupación sobre los posibles efectos nocivos para la salud de las ondas electromagnéticas.

El operador suizo Sunrise anuncia oficialmente una cobertura para 250 ciudades y pueblos pero en realidad solo había desplegado hasta octubre 300 antenas, un número insuficiente.

Corea del Sur, donde se desplegaron decenas de miles de antenas, es la excepción y un ejemplo para el resto del mundo sobre las posibilidades comerciales de la 5G.

Tras un despliegue muy rápido en el que los tres operadores del país cubrieron casi todo el territorio, más de tres millones de personas han suscrito el servicio en apenas seis meses.

“Corea es un país muy particular, rodeado de países más o menos hostiles. Cuando el gobierno anuncia algo, todo el mundo lo adopta, tanto la industria como la población. La 5G es un motivo de orgullo nacional”, dice Stéphane Téral.

China podría adoptar una actitud similar. En el gigante asiático, la 5G ya funciona en las 50 principales ciudades y se espera que llegue a 300 en 2020.

En un contexto de guerra económica con Estados Unidos, la carrera por desplegar la 5G frente a su rival se ha convertido en China en una cuestión patriótica, lo que podría incitar a la población a adoptar masivamente esta tecnología.