Reconstrucciones digitales de fósiles aplastados revelaron más sobre un depredador parecido a un cocodrilo que vivió en los pantanos presentes hace 330 millones de años en la actual Escocia y América del norte.

Científicos revelaron cómo se veía el “renacuajo del infierno” (crassigyrinus scoticus), una especie de cocodrilo de dos a tres metros que vivió en los pantanos de carbón de América del Norte y Escocia hace 330 millones de años.

Para ello, reconstruyeron un cráneo de la criatura, descubriendo con ello no sólo su apariencia sino también pistas sobre su vida, según detallaron en un estudio publicado en la Revista de Paleontología Vertebrada (Journal of Vertebrate Paleontology).

La reconstrucción se hizo de forma digital, tras escanear los restos fósiles incompletos de cuatro ejemplares, consiguiendo así una imagen detallada de sus largos dientes y ojos adaptados para ver en los pantanos de carbón. De hasta tres metros de largo y un cuerpo plano con extremidades cortas, se cree que el “renacuajo del infierno” era un tetrápodo de tallo -un grupo de animales de cuatro extremidades que estuvieron entre los primeros en hacer la transición del agua a la tierra– grande incluso para los parámetros de su época.

La reconstrucción digital del cráneo del renacuajo del infierno.
Laura Porro

Sin embargo, a diferencia de sus parientes, Crassigyrinus era un animal “acuático”, ya sea porque sus ancestros regresaron de la tierra al agua o porque nunca hicieron la transición a la tierra en primer lugar. En cambio, vivió en pantanos de carbón, lo que proporcionó las condiciones para su conservación después de la muerte.

“Una vez identificamos todos los huesos, fue como armar un rompecabezas 3D”, explicó la principal autora del estudio, Laura Porro, de la University College London.

Los científicos han estado tratando de comprender a esta criatura. Sin embargo, con todos los fósiles conocidos del carnívoro carbonífero severamente aplastados, esto ha sido particularmente difícil.

“Este animal había sido previamente reconstruido con un cráneo muy alto, similar a una anguila Moray, basado en el espécimen tipo en Edimburgo que ha sido aplanado de lado a lado”, acotó la paleontóloga.

“Sin embargo, cuando traté de imitar esa forma con la superficie digital de las tomografías computarizadas, simplemente no funcionó. No había ninguna posibilidad de que un animal con un paladar tan ancho y un techo de cráneo tan estrecho pudiera tener una cabeza como esa”, explicó Porro. “En cambio, habría tenido un cráneo de forma similar a un cocodrilo moderno, con sus enormes dientes y poderosas mandíbulas que le permitían comer prácticamente cualquier cosa que se cruzara en su camino”.

Uno de los ejemplares del renacuajo del infierno usados en la reconstrucción.
Museo de Historia Natural en Londres

Respecto de su conservación hasta hoy, Porro agrega que “estos animales se conservaron en roca de grano fino que proporciona un gran contraste cuando se realiza una tomografía computarizada (…)Desafortunadamente, no proporciona mucha integridad estructural, por lo que a medida que se acumulaba más material sobre Crassigyrinus, aplastaba los fósiles”.

Por ello, se generaron varias interpretaciones sobre cómo pudo haberse visto, dado que los restos estaban deformados.

Lo siguiente, anticipó, será ejecutar simulaciones biomecánicas, para estudiar cómo se pudo haber movido esta criatura.