Según datos de la OCDE en 2018 las mujeres se autopercibieron como peores que los hombres en matemáticas y ciencias a partir de los 15 años de edad.

Este 23 de junio se celebra el Día Internacional de la Mujer Ingeniera, conmemoración que fue instaurada en 2014 por la Women’s Engineering Society de Reino Unido. El objetivo de esta efeméride es principalmente reconocer el aporte de las mujeres en un sector de mayor presencia masculina.

Se sabe que en las áreas de trabajo tecnológico y científico predominan los hombres, es por esto que este tipo de organismos buscan formas para hacerlas más inclusivas y accesibles para mujeres. Esta conmemoración incluso recibió el respaldo de la UNESCO en 2016 y en 2017 finalmente se consolidó como efeméride internacional.

Apoyar a las mujeres interesadas en el mundo de la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) sigue siendo un desafío a la fecha. En Chile, por ejemplo la participación es baja.

Según datos del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg) “el 53% de las matrículas en educación superior son de mujeres, pero solo 1 de cada 4 corresponde a una carrera STEM“. A ello se debería considerar también variables como la deserción universitaria, cambio de carrera, entre otras.

Y es que el porcentaje de egreso de mujeres en el área STEM es aún menor. Chile ocupa la última posición en los países de la OCDE, solo un 19% de mujeres egresan de estas carreras, por debajo de la media que es un 32%.

Factores que potencian la brecha en Chile

Un factor importante para reducir la brecha de género en STEM son también los salarios. Las carreras con más presencia femenina (Educación Básica; Educación Parvularia; y Enfermería) cuentan con una remuneración de $814.315 pesos para el segundo año posterior al egreso.

Mientras que en las carreras con más presencia de hombres, como Ingeniería Civil Eléctrica, Ingeniería Civil Electrónica e Ingeniería en Computación e Informática al segundo año tienen un ingreso de $1.408.522 pesos. La brecha son más 500 mil pesos.

Y en cuanto a la docencia y liderazgo femenino no es muy diferente. Los datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación en 2020, señalaron que la presencia de profesoras titulares en la educación superior alcanza solo el 22% en STEM.

Incluso en investigaciones de ciencia e innovación la presencia de mujeres llega solo al 34%. Los porcentajes no alcanzan más de un tercio del total, aun cuando en Chile ya se han implementado varias iniciativas y/o programas para fomentar la participación de mujeres.

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¿Dónde se origina la baja participación de mujeres en STEM?

Esto podría venir de la mano también con el sesgo cultural y la percepción que tienen las mujeres de sí mismas. Así lo sugiere Sara Arancibia, Profesora titular de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Diego Portales; Magíster en Matemáticas y en Ciencias de la Ingeniería; y Doctora en Ciencias Empresariales, en una carta publicada en Ciper Chile.

Según datos de la OCDE en 2018 las mujeres se autopercibieron como peores que los hombres en matemáticas y ciencias a partir de los 15 años de edad. “Desde la infancia deben enfrentar roles de género que no las relacionan con carreras STEM, lo que ayuda a explicar que hoy la proporción de mujeres que estudian estas carreras esté tan lejos del cincuenta por ciento”, señala.

En la carta, publicada en el marco del Día Internacional de la Mujer Ingeniera, Arancibia aborda el problema desde la experiencia educativa. “Incluso una vez en la universidad, las mujeres enfrentan, entre otras cosas, falta de tutoría y apoyo social, lo que puede constituirse en una barrera y un factor de deserción”, agrega.

Como solución, enfatiza en más tutorías y apoyo “para que las mujeres permanezcan y mejoren su compromiso e identificación con el área”, dice. Además, señala la importancia de crear comunidades.

“La formación de comunidades permite derribar las creencias negativas personales, familiares y sociales, mejorar la experiencia universitaria de las mujeres y crear redes de trabajo en equipo que fortalecen y maximizan sus capacidades”, asegura.