Las primeras manifestaciones del Alzheimer indican que la enfermedad está en una etapa avanzada. Las pruebas deberían comenzar mucho antes. Un nuevo análisis de sangre puede hacer visible el progreso de la enfermedad.
“Podemos medir cómo progresa la pérdida de células nerviosas en el cerebro. Este dato es muy importante para probar medicamentos y ver si pueden detener la enfermedad “, explica Mathias Jucker, del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) en Tübingen. Este investigador dirigió un estudio internacional para detectar la enfermedad de Alzheimer a través de un análisis de sangre.
Muerte neuronal irreversible
En el cerebro de una persona con Alzheimer, las neuronas mueren gradualmente. Luego pasan al torrente de sangre y ahí no son detectables. “Sin embargo, la excepción es una pequeña parte llamada neurofilamento, una proteína estructural de las neuronas, que es increíblemente resistente a la muerte celular”, dice Jucker.
Los científicos que participaron en el estudio pudieron demostrar que dichos filamentos se acumulan en la sangre mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas clínicos, es decir, ya en la llamada fase preclínica. “Descubrimos que el valor absoluto de los neurofilamentos no es importante”, dice Jucker. “El factor decisivo es el cambio en la concentración del filamento con el paso del tiempo, por lo cual, si los valores aumentan, es una señal de que la pérdida de células nerviosas está progresando”.
En un caso, los investigadores usaron sus observaciones con dichos filamentos para hacer predicciones sobre la pérdida de masa cerebral y el deterioro cognitivo. “Dos años después, los cambios realmente sucedieron”, dice Jucker. “En la enfermedad de Alzheimer, la pérdida de masa cerebral aumenta con el tiempo y, en última instancia, conduce a la demencia”, explica.
Los neurofilamentos: clave del estudio
Los resultados demostraron que el cambio en la concentración de filamentos y la degradación del tejido cerebral están estrechamente relacionados. Los filamentos demostraron ser buenos biomarcadores, es decir, indicadores de procesos biológicos.
Los investigadores estudiaron a personas con cambios genéticos y en las que el Alzheimer se manifestó relativamente temprano. Aproximadamente el uno por ciento de todos los aquejados de esta enfermedad pertenece a este raro grupo de personas, ideal para realizar dicho estudio. En los participantes sin antecedentes genéticos, la concentración de neurofilamentos apenas cambió y se mantuvo baja. En cambio, en las personas con antecedentes genéticos, la concentración de neurofilamentos aumentó y, con el paso del tiempo, siguió subiendo. Además, una cierta región cerebral disminuyó en su tamaño, la responsable de la memoria.
En dicho estudio partciparon 405 personas que fueron examinadas con regularidad cada año. Se midió el posible aumento de la cantidad de neurofilamentos. Los investigadores comprobaron que 16 años antes de la aparición de los síntomas de demencia, se habían producido cambios decisivos en la sangre.
Los científicos pudieron así predecir cómo se desarrollaría el cerebro en los años siguientes. “De esa manera podemos comprobar en cada persona si tardará quince años, si demorarán otros diez, cinco o treinta años más hasta que aparezcan los primeros síntomas”, subraya Jucker.
Los participantes voluntarios en el estudio desempeñan un papel muy importante en el trabajo de los investigadores de Alzheimer. “Sin ellos y sus familias dispuestos a participar, nunca habríamos obtenidos dichos resultados “, dice Jucker. También para las investigaciones posteriores, los investigadores dependen de personas que quieran ser investigadas. Solo así se podrá descubrir si ese análisis de sangre específico se puede usar para detectar otras enfermedades neurodegenerativas.