“En un mundo justo, todos habríamos compartido el Premio Nobel (de Física), juntos, porque mucha gente -incluyendo muchos chilenos- fueron parte del equipo y el esfuerzo. Yo sólo resulté ser el jefe”, en estos términos se refiere Brian Schmidt al trabajo que culminó con el prestigioso galardón que le fue dado junto con Adam Riess y Saul Perlmutter en 2011.

El descubrimiento cambió la forma en que vemos el universo, con nuevas respuestas y nuevos misterios que desafiaban lo planteado por las predicciones de Albert Einstein.

Durante su visita al país para participar en el Nobel Prize Dialogue efectuado durante el Congreso Futuro en Santiago, el astrónomo relató en conversación con BioBioChile la antesala al descubrimiento, para el cual destacó su colaboración con José Maza y Mario Hamuy.

Maza se desempeña como académico del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile desde hace 50 años, es Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999 y se ha vuelto una figura importante en la difusión científica nacional. Hamuy, por su parte, recibió el mismo galardón en 2015 y presidió el Consejo Superior de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) por dos años y medio, hasta octubre del 2018.

Sernatur
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Supernovas

Brian Schmidt, quien ha pasado por las aulas de las universidades de Arizona, Harvard, y de la Universidad Nacional de Australia, relata que usó los telescopios en el norte de Chile, trabajando con gente de todo el mundo, incluyendo algunos chilenos entre los que se encontraban los científicos mencionados

“Y observamos estrellas en explosión, a las que llamamos supernovas, y las usamos para medir distancias”, explica el astrónomo. Trabajaban con un misterio descubierto por el astrónomo Edwin Hubble en 1929: que mientras más lejos estaban los objetos celestes, más rápido se alejaban de la Tierra. “Creemos que eso es porque el universo se está expandiendo”.

Entonces, relata, usaron una técnica “desarrollada aquí en Chile por Mario Hamuy y José Maza junto a su equipo en el observatorio el Tololo (en el Valle del Elqui), y pudimos usar los nuevos telescopios para mirar objetos tan lejanos que su luz tardó miles de millones de años en alcanzarnos”. Con esto, buscaban medir qué tan rápido se estaba expandiendo el universo en el pasado y compararlo con el presente.

José Maza dando una charla sobre astronomía | Agencia UNO
José Maza dando una charla sobre astronomía | Agencia UNO

Aquí es donde se encontraron con la sorpresa. “Descubrimos que el universo se estaba expandiendo más lento en el pasado, pero su subió velocidad; estaba acelerando”. Creían que se encontrarían con todo lo contrario.

“Esperábamos que el universo estuviera ralentizando. La gravedad atrae cosas, ¿cierto? Bueno, resulta que nuestro universo está lleno de algo que llamamos ‘energía oscura’, que llena todas las partes del espacio y, bajo la versión de la gravedad de Einstein, ésta atrae en vez de empujar”, explica entusiasta el científico, agregando que encontrarse con esta aparente contradicción fue una “gran sorpresa”.

Maza y Hamuy

Respecto de su interacción con los chilenos, lo primero que comenta es que fue “muy profunda”.

“Conocí a Mario Hamuy cuando éramos ambos mucho más jóvenes. Era mi primer año de doctorado y estábamos en Francia. Pasamos 5 semanas juntos y luego él y sus colegas me invitaron a Chile. Pasé 3 meses aquí en 1991 trabajando con ellos, y algunos años después creamos un equipo del Mario y José eran inicialmente parte”, relata. Entonces, tenía sólo 23 años.

Mario Hamuy como presidente del Consejo Superior de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica | Conicyt
Mario Hamuy como presidente del Consejo Superior de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica | Conicyt

Más adelante, se apartó del grupo “porque estaban haciendo otras cosas”, indica, sin especificar cuales. Sin embargo, el descubrimiento que le valió el Nobel, asegura, fue producto de “un esfuerzo de equipo, trabajamos lado a lado”.

“Me gustaría dejar claro que los Premios Nobel son sólo otorgados a 3 personas, pero el trabajo fue hecho por muchas más. En un mundo justo, todos lo habríamos compartido, juntos, porque mucha gente, incluyendo varios chilenos, fueron parte de ese equipo y de ese esfuerzo. Yo sólo resulté ser el jefe”.

Los cielos chilenos

El Tololo, Gemini Sur, ALMA, Paranal, Las Campanas, Chile acumula en el norte del país parte importante de los observatorios del mundo y, por lo tanto, varios descubrimientos se han hecho desde sus lentes.

Se han encontrado planetas fuera del sistema solar en que podría existir agua líquida (y que podrían ser -eventualmente- habitables), algunos otros que empequeñecen a la Tierra o incluso a Júpiter. Incluso, la astrónoma María Teresa Ruiz, quien ganó el Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1997, descubrió desde aquí la primera enana café, un nuevo objeto celeste.

“El Desierto de Atacama es muy seco pero, más importantemente, el aire que viene del Pacífico es muy tranquilo, y las estrellas no titilan mucho aquí”, explica. Eso es lo que hace al cielo del norte de Chile tan privilegiado. “Es el mejor lugar del planeta para poner un telescopio, y resulta que el cielo del (hemisferio) sur es más interesante que el norteño”.

Desde aquí, detalla, se puede ver la galaxia, las pequeñas y grandes nubes magallánicas. “Esas son las tres cosas más interesantes para mirar, y se ven desde el sur, así que es un gran lugar en el que estar”.

“Si tuvieras que elegir un lugar donde construir un telescopio, lo harías en Chile. Es sólo cuando tienes que construir dos que pones uno en el norte y otro en el sur. Pero si tienes que elegir uno, que sea en Chile. El cielo es más intrigante”, concluye Schmidt.