Un iPhone cae desde un avión accidentado a 5.000 metros de altura. Posteriormente, es hallado intacto, incluso con su pantalla funcionando. ¿Cómo es esto posible? Gracias a un truco de la física.

Para muchos, que el vuelo 1282 de Alaska Airlines haya podido aterrizar sin lamentar ninguna víctima luego de que una de sus puertas de emergencia estallara al despegar, suena como un milagro. Sin embargo, no es el único hecho sorprendente.

Seanathan Bates caminaba por la calle Barnes cerca de la autopista 217 en Portland, EEUU, cuando en medio de los arbustos divisó un teléfono. Se trataba de un iPhone intacto, con la mitad de su carga y en modo avión. En su pantalla -sin rasguños- podía verse un recibo electrónico por una maleta facturada en el vuelo siniestrado.

Tras llamar a la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) que investiga el accidente, el organismo confirmó que se trataba del teléfono de uno de los pasajeros, el que salió despedido por el agujero creado en la nave cuando esta se encontraba a casi 5.000 metros de altura.

La fuerza que succionó el teléfono había sido tal, que como se ve en las fotografías del hallazgo, el cable de carga fue cortado de raíz dejando sólo su conector. Entonces… ¿cómo es que el teléfono no se destruyó si cayó desde una altura equivalente a 16 edificios Costanera Center?

La respuesta la tiene la física

Consultado por el periódico The Washington Post, el investigador posdoctoral del Instituto de Astrofísica Teórica de la Universidad de Oslo, Duncan Watts, indicó que en realidad… no era gran cosa.

“Aunque vaya contra las apariencias, un iPhone que cae desde el cielo no lo hará tan rápido debido a la resistencia del aire”, indicó.

El concepto es el siguiente: independiente de la altura, todo objeto que cae hacia la Tierra llegará a un punto en que la fuerza de gravedad no puede acelerarlo más debido a la resistencia del aire en la atmósfera. A este límite se le llama velocidad terminal.

De acuerdo a Watts, la velocidad terminal de un iPhone de pantalla grande será de aproximadamente 48 kilómetros por hora. “Entre más grande el teléfono, menor será su velocidad terminal. Lo máximo que podría alcanzar serían 160 km/h, pero esto sólo si el dispositivo cayera de forma perpendicular al suelo”.

“Sin embargo lo más probable es que el teléfono se haya movido mucho durante la caída, recibiendo mucho viento, lo que en esencia es una fuerza que lo impulsa hacia arriba”, sentencia.

Velocidad Terminal
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De hecho, el investigador señala que cuando un teléfono se nos cae desde la altura de la cintura, este golpea el suelo a una velocidad de 10 kilómetros por hora, mientras que uno lanzado desde un avión, por más alto que esté, acelerará a un máximo de 80 kilómetros por hora.

Lo que realmente hace la diferencia en la supervivencia del teléfono, es la superficie de impacto.

Watts asegura que si el teléfono hubiera aterrizado sobre el pavimento o una roca, probablemente se habría destrozado. Sin embargo el follaje y la tierra húmeda amortiguaron el golpe.

“Si el teléfono cayó en una zona con césped, entonces no es extraño que resistiera. Si en ese momento estaba con su superficie hacia abajo, pasó de 48 kilómetros por hora a la inmovilidad en un terreno relativamente blando. El golpe fue similar a la fuerza que sufriría si decidiera pisar sobre él”, sentenció.