En su reunión en Suiza no sólo se mostraron cortesía. También los presidentes Joseph Biden y Vladimir Putin se las arreglaron para que hubiera también un poco de cordialidad, lo que no era fácil por la presencia de los cancilleres Serguéi Lavrov, siempre serio y adusto; y Antony Blinken, desafiante casi hasta la insolencia.

La reunión no fue larga. Unas 3 horas. Para Estados Unidos, fue inesperado que haya sido Biden el que tomó la iniciativa e invitó a su colega ruso al que poco antes había calificado de “asesino”, y en todos los rincones políticos se preguntaban qué se podría esperar de tal reunión en momentos en que la gran prensa estaba acusando a Rusia de casi todos los males que sufrían los altísimos y sagrados valores cristianos y democráticos de occidente.

En términos de la gran prensa, Vladimir Putin era casi casi tan “horroroso” como el chino Xi Jinping. ¿Para qué querría entonces Joe Biden juntarse con él?