Son pocas las personas que se acuerdan de lo que significa la palabra “bataclán”. Para los demás explico que el Bataclán fue un gran teatro francés donde surgieron esas comedias musicales con niñas livianitas de ropa que bailaban levantando las piernas y contoneándose todas al mismo tiempo y todas igualitas. Esas niñas eran las bataclanas.

Fue lo que después los norteamericanos convirtieron en el Music Hall, y se hizo sinónimo del mundo del espectáculo farandulero, hecho para que el espectador no tuviera ganas de pensar en nada más.

En fin, en estos días dramáticos en que nuestro planeta, nuestra civilización y la vida misma como la conocemos, parecen estar hundiéndose en una arena movediza.

La forma en que informa una prensa que se ha vuelto mercenaria, aparece tan farandulera, tan igualita en sus narrativas, al servicio de estos (o de aquellos o los de más allá), que no puedo evitar verla como un bataclán palabriento que informa poco y con intención panfletaria aunque le hace empeño por ser entretenida.

Ahora a los mercenarios los llaman “contratistas”, las víctimas inocentes ahora son “daño colateral”, y en fin, a la magnífica Greta Thunberg, que cumplió 17 años el 3 de enero, mientras Estados Unidos asesinaba shiítas en Irak, la llaman de cualquier manera que la perjudique aunque sea un poco.