Fíjese usted que, de los 66 millones de habitantes de Gran Bretaña, solamente 200 mil tuvieron derecho a voto para elegir al nuevo jefe de gobierno, reemplazando a la renunciada primera ministro Theresa May. De esos 200 mil, menos de la mitad se presentó a votar, y con alrededor de 80 mil votos resultó elegido el ultra derechista Boris Johnson.

Esa forma tan rara de democracia se justificaba por el hecho de que, para los británicos, la gente no vota por un candidato, sino por un partido.

Así, la designación del nuevo primer ministro en reemplazo de la conservadora Theresa May, tenía que ser decidida únicamente por los militantes del Partido Conservador. Unos 200 mil inscritos.

Recién dentro tres años, en 2022, la ciudadanía británica podrá ejercer en pleno su derecho a voto, pero, ojo, también entonces, en la práctica, el que resulte elegido no será un candidato sino un partido político o una coalición.

¿Se fija Ud?… Con ello se pone un grueso colchón que amortigüe las inquietudes del ciudadano común, y, de pasada, vuelve casi completamente imposible que llegue al poder un candidato independiente.